A quince días del inicio del año escolar, son más las incertidumbres que aciertos de parte tanto de las autoridades del Mineduc saliente como del entrante, es así que el viernes 11 de marzo cerca de las 16:00 horas llega por vía correo a sostenedores y directores de los establecimientos educacionales y medios de comunicación un nuevo protocolo de parte del MINSAL que advierte que la presencialidad no es obligatoria en ninguna de las etapas desde restricción hasta apertura avanzada, en pocas horas la incertidumbre cunde y las nuevas autoridades salen a desmentir esta información de la misma manera que las salientes culpan de esa información a un error de impresión o transcripción, algo complejo de entender por cuanto claramente echaba por tierra el discurso previo de la necesidad imperiosa de la presencialidad y obligatoriedad de la asistencia de los millones de alumnos y alumnas a las escuelas de Chile.
Pasados los días todos los actores educativos comenzaron a poner en la mesa de discusión el plan retorno seguro, surgen preguntas tales como ¿es necesario establecer aforos? ¿es necesario mantener la jornada escolar completa o sería mejor acortar este formato para hacer un período de transición para los escolares? ¿Qué pasa con los alumnos contagiados, quién debe asumir la responsabilidad de sus aprendizajes? ¿Cómo se pagará la subvención escolar, se mantiene un pago basal por matrícula o volvemos al modelo economicista de asistencia? ¿Si la subvención se paga por asistencia, que responsabilidad tienen los colegios con los estudiantes ausentes?, son algunas de las preguntas que rondaban en el mundo escolar y que todos sus actores esperaban con ansias un pronunciamiento por el futuro ministro, que además había una confianza extrema, era del gremio y además fue docente de aula, por tanto conoce la realidad y seguramente las medidas serían acordes a las que las comunidades escolares esperaban.Se reafirma la presencialidad como eje de la política educacional en pandemia, se mantiene la idea de eliminar aforos siempre que en cada curso haya un 80% de alumnos vacunados; se deja nuevamente de lado el rol de los docentes en caso de contagios
El lunes 21 de marzo por fin vimos salir el humo blanco de las respuestas, pero nuevamente las comunidades escolares no fueron escuchadas y las respuestas de parte de la autoridad además de ser insuficientes con vagas y confusas, dejando a cientos de comunidades escolares en un manto de dudas respecto de como proceder ante este nuevo escenario.
Al analizar este nuevo escenario, nos encontramos, primeramente, con que se reafirma la presencialidad como eje de la política educacional en pandemia; e mantiene la idea de eliminar aforos siempre que en cada curso haya un 80% de alumnos vacunados; se deja nuevamente de lado el rol de los docentes en caso de contagios, parece que para la autoridad no nos contagiaremos nunca. Se reafirma el modelo de subvención por asistencia, pero se comprometen nuevos fondos, que no se mencionan, para afrontar este período; se mantiene la idea de la flexibilización de los recursos SEP, pero lamentablemente se acrecienta el agobio a los docentes al dejar claramente que serán las escuelas las encargadas de que “los estudiantes que pasen a cuarentena deberán recibir desde el establecimiento un plan de trabajo que se haga cargo de su aprendizaje” pero sin el pago de una subvención, es decir, entregando a las escuelas esa misión, pero sin apoyo de subvención como es lo que corresponde. Recordemos que el número de alumnos presentes en las aulas ha disminuido en marzo y por tanto los recursos de las escuelas también, pero los gastos fijos no y, por el contrario, todo indica que aumentarán por las alzas ya mencionadas por las empresas. Por otro lado, no existe ningún pronunciamiento de parte de la autoridad respecto de los estudiantes que por razones médicas no puedan asistir, que se hará con ellos, hasta donde el decreto de evaluación 67 contempla promover a un alumno con asistencia 0% pero con un plan de apoyo, esas dudas están pero por sobre todo la mayor de todas ¿Entregar a las escuelas responsabilidades sin reconocer el aporte económico que dichas acciones tienen y, además, dejarlas desprotegidas al plantear estas medidas que estamos seguros disminuirán la asistencia presencial que tanto costó implementar?
Llega el momento de analizar y nos encontramos que quien era el candidato ideal sigue perdido en sus ideales que, antes de asumir, eran todas simples soluciones de escritorio, pero que con el tiempo se han vuelto complejidades de un sistema educativo que por tres años ha navegado en la incertidumbre y el agobio de miles de profesores y profesoras chilenas y que además aumentan con la displicencia de la autoridad día tras día.
Quiero cerrar este comentario con lo central, ¿Cuánto debe esperar el sistema educacional chileno para adoptar un sistema de financiamiento basal por matrícula y evitar estas acciones matonescas que solo perjudican las relaciones al interior de las comunidades educativas y no reconocen la labor de tantas escuelas que viven al borde de la quiebra?
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