Volver o no a las escuelas hoy no debería ser el centro de la discusión. No estoy diciendo que la decisión sea, sin discusión, volver o no volver.
Creo que como muchas otras veces no estamos viendo ni analizando con la suficiente profundidad la situación, lo que implica, las oportunidades que tenemos, los problemas de fondo y los aspectos a tener en cuenta.
Volver ahora, si las condiciones sanitarias lo permiten y se cumple con los protocolos de las autoridades de salud, conlleva una serie de adecuaciones que es lo que nos han mostrado profusamente los medios de comunicación comentados y argumentados por el Ministro de Educación. Entre otras las demarcaciones en las entradas y patios, las separaciones de los pupitres, las micas separadoras, los alcoholes y geles para desinfección, los limpiapiés, etc., etc.En vez de la porfiada insistencia por el retorno a las aulas ahora, la preocupación de las autoridades, junto con la academia y los docentes deberíamos estar trabajando en prepararnos para el retorno a una nueva forma de enseñar y de aprender.
Todo esto está bien, es necesario, pero observando la insistencia del Ministro por el regreso a las aulas, mi pregunta es ¿por qué y para qué deben volver los estudiantes a las aulas?
Esa es la pregunta que debe hacerse el Ministerio de Educación y orientar, proyectar y proponer caminos. Deben preguntárselo las autoridades educativas y también la Academia, los formadores de formadores, los docentes y las familias.
Al principio de esta emergencia sanitaria, por la urgencia y la necesidad de resolver en la marcha, nos preguntábamos qué era lo importante que los estudiantes debían aprender y así sobre la mientras los acontecimientos se sucedían con más velocidad de lo que éramos capaces de procesar, hicimos priorización de aprendizajes (espero que haya sido una real priorización de lo más importante) para que los niños y niñas, jóvenes y adultos a distancia, por los medios que constatamos no eran lo que creíamos porque el mito de la virtualidad nos golpeó en la cara con estudiantes subiéndose a los techos para conectarse.
Ya estamos a un par de meses del término del año escolar. Ya hemos hecho lo que más hemos podido en este formato. Los estudiantes han aprendido muchas cosas, las que los y las profesores han preparado para ellos, pero también muchas otras que el momento histórico les ha provisto.
Y entre las cosas que han aprendido es que echan de menos la escuela, los compañeros y compañeras, a los docentes.
Y nosotros los docentes también hemos aprendido y deberíamos indagar en nuestros aprendizajes para hacer transformaciones que no solo serán necesarias, sino que serán un enorme desafío para que la educación esté respondiendo a lo que se requiere.
Entonces, en vez de la porfiada insistencia por el retorno a las aulas ahora, la preocupación de las autoridades, junto con la academia y los docentes deberíamos estar trabajando en prepararnos para el retorno a una nueva forma de enseñar y de aprender.
Sabemos, de lo poco que conocemos aún, que las posibilidades que ocurran otras pandemias en plazos no tan lejanos. Si sabemos eso y además hemos comprobado a partir de la experiencia vivida y que aún no acaba que hay otras formas de hacer en la escuela entonces ¿por qué no empezar a analizar profundamente todo esto?
¿Por qué no nos preguntamos, bien en serio, cuáles son los aprendizajes que deben ocurrir en la escuela y colectivamente?
¿Por qué no nos preguntamos qué y como van a desarrollar esos aprendizajes los y las estudiantes?
¿Por qué no nos ponemos a desarrollar nuevas estrategias que busquen la complementariedad de los aprendizajes individuales con los colectivos?
¿Por qué no nos damos este tiempo que queda del año para prepararnos seriamente para un retorno que ya sabemos por dónde puede ir?
¿Por qué no nos preparamos para incorporar todos los aprendizajes que los estudiantes han alcanzado en este tiempo?
El abandono escolar tan temido, se relaciona exactamente con lo mismo de siempre. Aparte de situaciones sociales que sacan a los estudiantes del sistema, la gran mayoría de ellos y ellas sale porque el sistema no es capaz de asumir las necesidades, la diversidad, no es capaz de hacerlos sentir que importan y que el fin de la educación es lograr desarrollar todas sus potencialidades para que sean personas felices.
Ahora no es marzo, no necesitamos tomar la decisión de un día para otro, tenemos la posibilidad de pensar en el futuro cercano y en el no tan cercano también.
Ahora podemos abrir las escuelas, pero no para hacer lo mismo de siempre, sentar a los estudiantes después de ocho meses a mirar una presentación power point cuando las han visto todo este tiempo no es recuperar lo que hace falta de la escuela. Y lo que hace falta de la escuela, es la pertenencia a un colectivo, la identidad, los objetivos comunes, aprender a ser sociedad, a convivir, a compartir.
Y la misión de nosotros los docentes, ojalá con la conducción de autoridades y expertos es generar aquellas estrategias para enseñar que, si no las descubrimos juntos después de todo esto vivido, es que no estamos aprendiendo nada.
No se trata de volver o no volver, se trata de saber para qué volver.
Comentarios
14 de noviembre
Sin ninguna excepcion, todos los autproclamados defensores de la educacion lo unico que han venido haciendo sin descanso es precisamente atacarla y destruirla desde adentro. Que clase de pregunta es esa, para que volver a las aulas? De veras hay que explicar la importancia de asistir a la escuela? Su pregunta es tan descabellada como preguntarse para que usar mascarilla en epoca de pandemia? La respuesta mas sencilla y la mas logica es porque es «necesario». Y cuando algo es necesario, no hay mas que agregar. Es punto final. Sin duda la gente tiene el derecho a despotricar todo lo que quiera contra la utilidad de asistir a clases o usar mascarilla, pero ya sabemos que a estos genios no les ha ido muy bien que digamos. Aunque una cosa es despotricar por despotricar y otra bien distinta es exhibir razones. Esta ultima brilla por su ausencia.
Por una cuestion de contingencia, las clases a distancia tomaron el lugar de las presenciales y eso esta bien, pero de ahi a empezar a cuestionar por enesima vez el trabajo de los profesores y la forma en que ensenan ha llegado a niveles absurdos y humillantes por partes iguales. Dejen en paz a los profesores de una buena vez!
+1