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¿Para qué leer, si puedo mirar? Errores crónicos en el fomento lector

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Por eso no hay ningún plan de fomento lector que sirva si este es el camino. Yo me pregunto: ¿por qué ponerle colores a la palabra, si la palabra ya contiene todos los colores? Y me respondo, solo, triste: porque, en realidad, ya nadie cree en la palabra. Usted gana, doña TV.

Resulta que uno piensa que se van a poner las pilas. La importancia de la lectura y del fomento lector parece estar siendo realmente tomada en cuenta en las políticas públicas de nuestro curioso país (aunque eso haya sido sólo después de aparecer en los tristes últimos puestos de comprensión lectora de los rankings latinoamericanos: nuestro país reacciona con más urgencia  por rankings que por terremotos).

Entonces uno, ciudadano común y corriente, ve que la gente se empieza a llenar la boca con el fomento lector y dice, bah, benditos rankings, parece que ahora sí que le vamos a dar a la literatura y a la lectura en general el sitial que se merece. Pobres e ingenuas aves.

No quisiera pensar que hay mala intención. De verdad, no lo creo. Pero sí hay una altura de miras irrisoria, hay gente inepta decidiendo cosas y eso, como siempre, es terrible.

¿Por qué, don joven e inexperto columnista, por qué dice usted eso?

No, es que usted no me va a creer. Dígame nomás, que pa’ eso lo estoy leyendo. A ver, le pregunto a usted primero: ¿Qué entiende por fomento lector? Fomento lectooor… fomento lectooor… bueno, me imagino que es motivar y fomentar la lectura de libros. ¡Correcto, señor! ¿Y qué más? Ehmm, supongo que ese fomento va dirigido principalmente a los niños, porque el resto de los mortales como que si no leyeron nunca, no van a empezar ahora. Sí, tiene razón, el fomento lector es sobre todo para los más chicos, que todavía tienen oportunidad de convertirse en lectores. Aunque también se hacen esfuerzos para que los adultos lean, no lo vamos a desconocer.

¿Y en Chile se hace suficiente fomento lector, don columnista, qué cree usted? Así como suficiente-suficiente no, pero a mí me parece que vamos bien. Digo, que está en el debate público, que hay fundaciones dedicadas a eso, que es un TEMA, en definitiva. Incluso hay un Plan Nacional de Fomento de la Lectura, que se llama Lee Chile Lee, fíjese. Ah, pero eso está muy bien. ¿Y entonces por qué trata de ineptos a los que la llevan? ¡No sea así, respete! Quisiera hacerlo, don lector, pero primero tendríamos que definir qué es la lectura. Yo pienso como usted, pero me parece que allá arriba no piensan lo mismo. Explíquese que no le entiendo. Me explico, don lector, aunque no le hace falta más que darse una vuelta por cualquier biblioteca infantil y comprenderá solo. O tal vez no comprenda nada y en ese caso será mejor que se vaya a trabajar en políticas públicas.

Hubo un tiempo en que los libros para niños (o la mal llamada “Literatura infantil”) no tenían ilustraciones ni dibujos. A veces ni siquiera estaban escritos, sino que sólo eran escuchados por los pequeños de la casa de boca de sus padres o abuelos. Todo el mundo sabe que los niños entran con facilidad en las historias narradas oralmente, desde el principio de la humanidad. También lo hacían en esas historias escritas que, a veces, había en las casas, aunque eran pocas. Pero después, don lector, después llegó la televisión y las historias pasaron a verse reproducidas en movimiento, con imágenes y todo, hasta en colores. ¿Cómo competir contra eso? No se les ocurrió nada mejor que empezar a dibujar en los libros, para así parecerse un poco más a la televisión. Aun así la competencia era dura. Ilustraron e ilustraron.

Algún niño (mi padre, por lo menos, pero supongo que deben haber habido más) quiso reclamar: a él le gustaba imaginar las cosas que pasaban en los libros, no que le dibujaran todo. Él se imaginaba a ese hombre como un gordo con barba y camisa de granjero, y a la página siguiente el hombre era un flacucho esmirriado y lampiño. Touché, doña imaginación, aquí manda el discurso oficial, manda lo que se le ocurrió al ilustrador y usted, don niño, olvídese de su gordo con barba porque no existe. ¿Resultado? Un gordo asesinado. La imaginación de un niño asesinada.

Podríamos pensar que era imposible empeorar las cosas, pero no. Las generaciones pasaron y luego solamente hubo niños que desde siempre tuvieron libros con ilustraciones. En la escuela, los obligaron a leerlos (otra genialidad de las políticas educativas, obligar a leer), y puede que hasta les hayan gustado. Pero crecieron y los siguieron obligando a leer: cada vez que arrendaban el libro que tocaba, lo abrían para revisar todos los dibujitos primero y contar cuántas páginas de lectura se AHORRABAN gracias al pincel del ilustrador (si se sintió identificado no se sienta mal, es una realidad). En algún momento, posiblemente hacia 6to. básico, los libros dejaron de tener ilustraciones. Ergo, los niños dejaron de leer. Lea sino el estudio de Fundación La Fuente sobre la edad en que los niños dejan de leer y verá qué sorprendente es que coincida con la edad en que los libros dejan de tener dibujitos. La imaginación perdía 6-0, 6-0 y apenas empezaba el tercer set.

Alguien pudo darse cuenta y detener el caos: ¡a nadie le interesaba ya leer, sino sólo ver dibujos! Es decir, la misma lógica que la tele: es entretenida porque no hay que hacer grandes esfuerzos, porque no hay que juntar palabras para entender significados, simplemente hay que mirarla hasta que alguien la apague y nos demos cuenta de que seguimos vivos en el mundo. Como la televisión iba ganando, entonces la empezamos a imitar.

Así que no, nadie detuvo el caos. Y le diré más, aunque puede que usted ni siquiera me crea. De un tiempo a esta parte, los libros para niños son… ILUSTRACIONES con una línea de palabras cada dos páginas. Se lo prometo. Pero le juro que es verdad. Vaya, vaya a la Biblioteca de Santiago a ver los libros infantiles y créame, que no le miento. Ilustraciones preciosas de dos planas con cinco palabras escritas abajito, a la izquierda. El libro completo puede tener unas cuarenta palabras, si es más o menos largo. Cuarenta palabras. Piense lo agotados que quedaran esos niños leyendo los cuentos de Santiago en Cien Palabras cuando anden en metro. Cien palabras seguidas, con una pura ilustración. Es criminal.

Hay que decir que apareció hace poco un nuevo formato llamado “Libro-álbum”. Está basado en la ilustración, claro, y tiene muy poco texto, pero a veces texto e imagen se complementan, de modo que uno es incomprensible sin el otro. No me gustan tampoco los libros-álbum, pero al menos hacen pensar un poco a los niños. Todo el mundo los ama, lo sé. Pero cuidado, que eso no es fomento lector. Es fomento “perceptor”, si se quiere, pero un adicto a los libros-álbum no se va a poner a leer a Borges pasados los años. Al menos no por ese camino. Yo no digo que se eliminen los libros-álbum ni critico el bello trabajo de los ilustradores.

Sólo digo que están trabajando en el recipiente equivocado. Un buen libro-álbum sería perfecto para ser trabajado en el ramo de Artes Plásticas, pero no tiene nada que hacer en Lenguaje y Comunicación. Porque no es fomento lector. Eso es lo que nadie parece entender.
Pero eso no es todo. Le cuento algo: pensando en todos estos temas decidí entrar al Diplomado en Fomento de la Lectura y Literatura Infantil y Juvenil, de la Universidad Católica y la Fundación La Fuente. Sí, era bueno saber más, ver cómo se estaban enfrentando estos problemas que le comento en la alta academia. Y durante una jornada presencial, la directora del diplomado nos quiso invitar a escuchar un cuento. Y apretó play y en el proyector apareció un libro para niños en su versión para iPod y Tablet.

Un cuento cuyas páginas avanzan si se hace click, y donde los monstruos se tiraban peos verdes si se hacía doble click. Y entonces comprendí que estamos fritos, don lector: la literatura se va a parecer cada vez más a la televisión. Nos mostraron eso en el diplomado patrocinado por una de las fundaciones más serias de fomento lector y por una de las dos mejores universidades de Chile. A ese nivel. Y todo el mundo lo encontró la raja. Dijeron que así se acercaba a los niños a la lectura. ¿Pero de qué lectura hablaban, si no había nada que leer?

Así está el mundo y las cosas, y se llenan la boca con su fomento lector inútil. Inútil porque hay de todo, menos lectura. ¿Soluciones? Yo no veo ninguna mientras se siga avanzando en este camino tan equivocado. Pensaba que tal vez hay que empezar a ponerle dibujitos a los libros de Bolaño, de García Márquez, de Proust. Digo, para que algún día alguien los lea. Así como va la cosa no veo más soluciones. Pienso también que el daño es tan profundo que deberíamos regresar a la narración oral, a los cuentacuentos. Yo mismo me dedico a eso, y mucha gente lo está haciendo. ¿Pero qué pasa?

Que muchos de los narradores actuales hacen sus presentaciones disfrazados y con amplia utilización de objetos, lo cual, supuestamente, es más atractivo para los niños (con lo cual yo estoy en franco desacuerdo). De modo que pasa lo mismo: los niños no pueden imaginar nada de lo que le cuentan, porque ahí está el paraguas amarillo, porque ahí está esa máscara que me dice cómo era el personaje, porque además me desconcentro mirando el disfraz de ratoncito del cuentacuentos que además me habla como si yo fuera idiota y pone diminutivos en todas sus palabras.

¿Por qué hacen todo eso? Yo pienso que es porque no creen que los vayan a tomar en cuenta si no se disfrazan, sino utilizan la imagen, así como en los libros para niños. Creen que ellos – los niños – son tan tontos que sólo les gusta la televisión, por lo que no hay más opciones: hay que tratar de parecerse a ella, a su majestad la tele, y por eso hemos llegado ya a hacer libros de cuentos que funcionan con clicks, y por eso se disfrazan los cuentacuentos y utilizan objetos y hablan como si fueran retrasados, ellos y su público.

Porque no creen, realmente, en los niños.

Por eso no hay ningún plan de fomento lector que sirva si este es el camino. Yo me pregunto: ¿por qué ponerle colores a la palabra, si la palabra ya contiene todos los colores?

Y me respondo, solo, triste: porque, en realidad, ya nadie cree en la palabra. Por eso la disfrazan y la esconden. y/o retiro de la imaginación por lesión crónica.

Usted gana, doña TV.

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Foto: santinet / Licencia CC

TAGS: Fomento Lector Lectura Literatura Infantil

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Comentarios

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Pablo Zambrano

22 de julio

Te anotaste un poroto. Gracias por el argumento, me cambiaste en varios grados mi apreciación del fomento lector en niños y desde ahora lo aplicaré en mi vida cotidiana.
Salud.

23 de julio

Felicitaciones, tremenda columna. Y claro que estoy de acuerdo con cada uno de tus argumentos.
¿Qué más decir? Encuentro atroz esa malsana costumbre de preferir la imagen en movimiento por sobre la imaginación. Solo estamos creando seres grises con nula capacidad de abstracción. Y eso abarca desde la nefasta televisión hasta las decisiones de los gestores culturales. De hecho, te voy contar una anécdota (prefiero llamarla así) Siempre voy con mi hija a ver teatro a la Biblioteca de Santiago (obras gratis y bien buenas), y casi me caigo de espanto en una ocasión cuando veo lleno de gente, cosa poco habitual, es sabido que los fines de semana las familias prefieren los mall, y claro la explicación era que estaban presentando una obra teatral en base a las monas Monster High (como si ya no estuviéramos saturados de esas muertas que creen caminar en una pasarela), entonces ahí cuestioné enormemente el descriterio del gestor cultural al permitir eso. Y bueno ahí te das cuenta que una biblioteca pública como la Biblioteca de Santiago, donde en la sala de lectura infantil tienen lleno de juegos, lápices, dibujos fotocopiados para pintar y no precisamente de personajes de cuentos, también caen en el facilismo como cualquier mortal que no tiene idea de políticas culturales. Algunos podrán decir, puta la mina amargada, que esta tonta lesa quiere poner a leer obras cabezonas a los niños o que esta tipa tiene una idea retorcida que la cultura debe ser fome. No, para nada… se trata simplemente de devolverle al libro (objeto cultural por excelencia) y a la lectura el sitial que les corresponde, y para eso hay que sentarse a observar la realidad, analizarla, pensar… sí, pensar mucho, porque no es fácil cambiar los hábitos colectivos de un país que prefiere lo fácil en desmedro de la cultura. No es fácil luchar contra lo carnavalesco en que se ha transformado la gestión cultural en Chile.

23 de julio

Me volaste la cabeza y me mostraste una perspectiva que no había visto. A aprender de ello, ahora.

Amé esta frase: «¿por qué ponerle colores a la palabra, si la palabra ya contiene todos los colores?».

saludos y gracias!

Eduardo

23 de julio

Pero la imaginación se constituye y se plasma en imágenes no en palabras, la imaginación es imagen, por lo tanto el argumento contra la imagen es sólo retórico, es más bien la crítica contra la fuente de donde proviene la imagen, claro esta que señalar lo que muchos ya han señalado a la TV como responsable final de que no se que cosa también es algo cómodo, más si el aparato cuenta con un apagado (off), a mi parecer el contenido de tal o cual plataforma no es menor y creo que allí abría que poner el énfasis , ya que la venta de best seller de este país haría pensar que se lee mucho, pero ya sabemos que no es así , creo que desarrollar habilidades de la creación, comprensión, análisis entre otra, deberian superar a la plataforma en que se entregan.
Saludos

Pía

23 de julio

Solo quiero decir que hace mucho tiempo no leía una columna tan buena, tus argumentos sobre el fomento del lector tienen mucho sentido.

Orlando Fénix

24 de julio

Hay varios errores de enfoque en el columnista, por sólo tocar algunos: 1. El libro para niños nació ilustrado, nació en Inglaterra y desde el comienzo fue libro ilustrado. En este momento la lectura sigue teniendo mayor presencia social como prática en Inglaterra que en Chile o en Colombia. O sea que «los dibujitos» no fueron un obstáculo para que la lectura como parte de la vida cotidiana avanzara en Inglaterra. 2. No es cierto que si una persona llega a la experiencia de la lectura a través de los libros ilustrados automáticamente le va a gustar más la televisión que los libros de sólo texto. Hay que leer las investigaciones de Michel Peroni donde muestra como las personas varían sus gustos lectores a lo largo de su vida, eso incluye cambio en los géneros, tipo de libros, tipo de soportes, etc. Yo me inicié en la lectura leyendo Kalimán, Batman, Santo El enmascarado de plata, Juan sin miedo, El Valiente, Arandú, etc. y viendo televisión horas y horas diarias…y eso jamás impidió que luego me interesara por los libros sin «dibujitos» y por la sociología, la política etc. 3. Hay que ver el enfoque de Teresa Durán para entender lo absurdo de quienes, como este columnista, dicen que las imágenes bloquean la imaginación. «Imaginar» viene de IMAGEN, entonces ¿cómo va a bloquear una imagen la imaginación? Eso es como decir que escuchar música impide que hagamos nuestra propia música. 4. Cuando un texto es bueno no hay «dibujitos» que lo opaquen, cuando un texto es bueno no hay «dibujitos» que logren distraer al lector ni robarse el show. Si la ilustración se roba el show es porque el texto es bastante malo. Ni el mejor ilustrador del mundo al ponerle «dibujitos» a Cien años de soledad lograría que el lector abandonara el texto y se dedicara sólo a ver las ilustraciones.

Cecilia

24 de julio

Brillante respuesta Eduardo.

Fabio Neri San Román

23 de julio

terrible de buena

Camila

23 de julio

Excelente columna!! Felicitaciones!!

Orlando Fénix

24 de julio

Hay varios errores de enfoque en el columnista, por sólo tocar algunos: 1. El libro para niños nació ilustrado, nació en Inglaterra y desde el comienzo fue libro ilustrado. En este momento la lectura sigue teniendo mayor presencia social como prática en Inglaterra que en Chile o en Colombia. O sea que «los dibujitos» no fueron un obstáculo para que la lectura como parte de la vida cotidiana avanzara en Inglaterra. 2. No es cierto que si una persona llega a la experiencia de la lectura a través de los libros ilustrados automáticamente le va a gustar más la televisión que los libros de sólo texto. Hay que leer las investigaciones de Michel Peroni donde muestra como las personas varían sus gustos lectores a lo largo de su vida, eso incluye cambio en los géneros, tipo de libros, tipo de soportes, etc. Yo me inicié en la lectura leyendo Kalimán, Batman, Santo El enmascarado de plata, Juan sin miedo, El Valiente, Arandú, etc. y viendo televisión horas y horas diarias…y eso jamás impidió que luego me interesara por los libros sin «dibujitos» y por la sociología, la política etc. 3. Hay que ver el enfoque de Teresa Durán para entender lo absurdo de quienes, como este columnista, dicen que las imágenes bloquean la imaginación. «Imaginar» viene de IMAGEN, entonces ¿cómo va a bloquear una imagen la imaginación? Eso es como decir que escuchar música impide que hagamos nuestra propia música. 4. Cuando un texto es bueno no hay «dibujitos» que lo opaquen, cuando un texto es bueno no hay «dibujitos» que logren distraer al lector ni robarse el show. Si la ilustración se roba el show es porque el texto es bastante malo. Ni el mejor ilustrador del mundo al ponerle «dibujitos» a Cien años de soledad lograría que el lector abandonara el texto y se dedicara sólo a ver las ilustraciones.

Carolina Medel

23 de julio

¿Realmente crees que la ilustración se hizo sólo para tratar de competir con la televisión? Creo que hay un poco de exageración en tu punto de vista. El tema del fomento lector contiene mucho más aristas que son más importantes que sólo competir con una imagen en movimiento. Creo en que las ilustraciones no nacieron en pro de robar la imaginación de un niño sino que de orientarlo y ayudar a una comprensión lectora. Por qué? porque no puedes pedir comprensión lectora a un niño si antes no enseñas los elementos que contiene una narración. Como el tiempo, el espacio, etc. Y debido al sistema cognitivo que hay en un niño a la edad de 5 años o 6, que nisiquiera sabe que es el ayer, el mañana, el presente….Yo creo que los libros ilustrados van bien, pero en niños que recién comienzan a aprender a leer, como método de enseñanza.
Claramente la motivación de la lectura está en cuán maravillosa te lo presenta el profesor o tus padres. Si en ellos no existe una iniciativa, veremos a los niños que tu relatas en tu columna. Aquellos que no se acercan a la lectura porque no la comprenden, y por lo mismo, les aburre.
Todo lo que tu dices, se transforma en real porque como siempre en Chile, dan mal practica a los elementos que se ofrecen como ayuda, y abusan de ello. Es ahí donde está el problema. Claramente, al igual que tu, creo en que el libro no debe tener ilustraciones, para poder imaginar. Pero el tema de la lectura viene con problemas hace mucho tiempo, y hay que intentar de cierta forma volver a reencantar a la gente y que ella se reconcilié con la practica de leer.
Pero creo que de ello, la ilustración no tiene la culpa. Ese método está pensado para pequeños que aún no leen, o recién comienzan a leer. Porque necesitan de mucho para poder comprender lo que están leyendo que es lo más importante. Es ahí el fallo de la enseñanza. Obligan a leer y no enseñan a comprender.
Tienes razón, en parte. Pero el fomento de la lectura, específicamente con ilustraciones, es para niños que aún no leen y en ese caso sí sirve. Esta comprobado. Es para ellos que existen esos libros-album que dices tú, o el The Frog Story (Lée esa investigación, quizás cambié un poco tu punto de vista con respecto a los libros y las imágenes).
Pero insisto, la mal practica de ese elemento, en Chile, ha hecho que tu escribas esta columna. Hay un mal enfoque del sistema.
Saludos.

23 de julio

Don columnista:

Quisiera compartirle el trailer de mi proyecto de tesis, un documental de la lectura en Chile.
En conjunto con mi compañero Christopher Alquinta, tenemos las mismas preocupaciones que usted argumenta de manera elocuente en esta columna.
Además mezclando todo ésto con un poco de la historia olvidada de nuestro país.

Espero le guste.
Un abrazo muy cordial.

http://www.youtube.com/chileedocumental
http://www.facebook.com/chileedocumental

Alex Pelayo

23 de julio

Estimado Andrés, comparto tu malestar y preocupación por el bajo índice de lectura en los niños de nuestro país. Comparto, además, tu opinión crítica sobre los medios de comunicación masiva que con sus contenidos fáciles y de mala calidad fomentan la pereza de pensar e imaginar. Aunque esto quizás tenga más que ver con un cambio en nuestro modelo de sociedad.

Quisiera expresar mi opinión sobre algunos puntos que has tocado porque creo que tus dardos se clavaron en la diana equivocada. La proliferación de la ilustración infantil no es producto de la aparición de la televisión. Mucho antes ya contábamos con libros ilustrados. Pasa que la literatura infantil es bastante nueva. Antiguamente los cuentos orales que escuchaban los niños eran también para los adultos. Pienso que el auge de la imagen en la literatura infantil es más bien un aporte y no un obstáculo en el fomento de la lectura. Por supuesto no es la ilustración el arma con la que se tiene que combatir la apatía lectora. Se combate, además de con políticas públicas, con buena literatura (y por supuesto, con buenos editores que publiquen esa literatura).

El libro álbum es un género que no tiene muchos años de vida, como bien dices, y en Chile parece estar disfrutando una época esplendorosa, por eso seguramente encontrarás más de estos libros en las bibliotecas y librerías. Sin embargo no sólo se debe a la aparición del género, en gran medida es gracias a la alta calidad de la ilustración chilena, que goza de reconocimiento internacional. Pero no hay que temer, la televisión no exterminó ni a la radio ni al cine. El libro álbum es un medio más de expresión de la cultura, por tanto, más riqueza. Hay que alegrarse y disfrutarlo (también los adultos). Es evidente que los niños tienen predilección por las ilustraciones, pero esto se debe a que están más familiarizados con la imagen, vivimos en un mundo de imágenes. Entonces el libro álbum juega un papel fundamental en la educación de esos ojos. Pero no hay que preocuparse, la literatura infantil seguirá gozando de buena salud para suerte de todos.

Quiero agregar que la ilustración (ahora no me refiero al libro álbum) no puede ser un obstáculo para la imaginación, todo lo contrario. Pues no se dedica a representar fielmente lo que está en el texto escrito, sino a interpretarlo. Quizás los primerísimos lectores no notan la diferencia, pero en cuanto aprende a leer, sí. Pueden hacer la distinción y disfrutar de un texto aunque las ilustraciones no les gusten. Soy testigo.

Discrepo también de tu percepción sobre los nuevos medios tecnológicos. Creo que la aparición de las aplicaciones para los distintos tipos de dispositivos electrónicos es otro gran aporte para la cultura, pues se le suma a las demás herramientas de expresión, la interacción. Está más que en pañales como lenguaje, así que será difícil encontrar aún obras de calidad. Pero llegará el momento en que habrá un volumen de calidad similar al de la literatura y el resto de las manifestaciones artísticas, es decir, bajo.

Tu preocupación e interés por la apatía lectora y su fomento, también es mío. Carecemos de crítica literaria infantil en los medios de difusión masiva. Tenemos una población que no tiene libros en casa y sí plasmas. Aclaro que no critico a la televisión como medio, lo hago sobre su contenido predominante. Bien podría darle una mano al fomento lector.

¿Crees que hay pocos libros ilustrados en los países que aparecen en lo más alto del ranking?

¡Saludos y mucha suerte!

Pablo E.

23 de julio

«Pensaba que tal vez hay que empezar a ponerle dibujitos a los libros de Bolaño, de García Márquez, de Proust. Digo, para que algún día alguien los lea». La verdad, Andrés Montero, es que lo que tú crees es una extravagante idea, lleva varios años en práctica. Es cosa sólo de revisar el catálogo de Libros del Zorro Rojo, que le ha puesto dibujitos a cuentos de Cortázar, García Márquez, Lovecraft y hasta a Pablo Neruda. Ellos, eso sí, no le llaman dibujitos, le llaman arte.

Y la verdad es que es algo que en Chile tiene bastante historia. Como el libro Jesucristo (1936), de Pablo de Rokha con grabados de Carlos Hermosilla; Cocorí (1947), de Joaquín Gutiérrez ilustrado por Coré; La cueca larga (1958), de Nicanor Parra con ilustraciones de Nemesio Antúnez; y Rubaiyat (1966), de Omar Khayyam ilustrado y caligrafiado por Mauricio Amster.

Por otro lado, hay libros sin dibujos, llenos de texto, que tiene una forma narrativa exactamente igual a la de la televisión. ¿No será que la lectura va más allá de la cantidad de palabras que se lean?

Para no extenderme. Hay bastantes conclusiones apresuradas en tu opinión. La más grave probablemente es la siguiente: «Un adicto a los libros-álbum no se va a poner a leer a Borges pasados los años». ¿En qué te basas para esa afirmación?

ricardo

23 de julio

Leyendole, me acordé de la satanización de la imprenta…

Paz

23 de julio

Estoy de acuerdo con algunas cosas que planteas,sobre todo la imbecilidad de libros para niños para las tablets. Pero si creo que no es malo que existan libros que «fomenten la lectura» y que no tengan tantas palabras, porque en realidad lo que hacen es que los niños aprendan a relacionarse con el objeto libro y que su imaginario o biblioteca visual se llene de una visualidad más elaborada que lo que se ve en la tele y eso les hace bien a los niños. Los míos, con 1,7 y 10 años son fieles lectores, desde Lovecraft a Condorito y lo pasan chancho aun habiendo educado sus primeras «lecturas» con libros con hartos monos y pocas letras. Saludos!

23 de julio

Seco!! Dijo todo lo que he pensado y no me había atrevido a decir….

Emanuel

23 de julio

Le faltaron monitos a tu columna.

Saludos.

Isabel Molina

24 de julio

Andrés, he leído con atención tu columna. Si bien hay una confusión en los argumentos, me interesó conocer un poco más sobre la crítica a la ilustración como recurso de las políticas públicas de fomento lector. Al ser una de las socias de PLOP! Galería, uno de los principales centros de difusión de la ilustración en Chile, me parece que es interesante ver la otra cara de la moneda (o de este mal llamado «boom» de la ilustración). Para ello visité la web La Matrioska, sitio de tu compañía de cuenta cuentos, pues creí que podría encontrar un documento más acabado o una reflexión hecha con más rigor.

Y cual es mi sorpresa al ver que usas una ilustración en el encabezado. Y no de cualquier persona, sino de autoría de Fito Holloway, quien es mi socio en PLOP! Galería. Usas la imagen de un ilustrador que cree firmemente que la ilustración es una herramienta de fomento lector tan válida como el texto o la narración oral, tanto en su calidad de autor -que ha publicado libros con una premiada escritora nacional-, como de gestor de múltiples actividades que han colaborado con darle a la ilustración un rol destacado en el ámbito editorial y de la lectura.

Además de seleccionar una imagen de un autor con el que sin duda no compartes el mismo discurso, usas la ilustración de Fito Holloway sin autorización para promocionar tus actividades de narración oral. No quiero suponer que al considerarla un mero dibujito creerás que es posible sustraer una ilustraciónn de una web sin permiso del autor pues asumo que eres un lector informado que sabe que el ilustrador está protegido por la Ley del Derecho de Autor. Pero no te culpo por usar una imagen, porque la ilustración es parte de nuestras vidas, incluso de la tuya; el tema de fondo es la prolijidad, Andrés, ya sea para plantear un debate, proponer una reflexión o hacer un sitio web. Seriedad, prolijidad y respeto por el oficio del otro.

paolo

24 de julio

Las personas que escriben por lo general tienen subvaloración por la imagen, la consideran penca como consideran penca todo lo que no se escriba. Encuentran rasca la música también, a menos que tenga letra y diga algo, razón por la cual nunca podrían entender la Sinfonía 40. Pero, a pesar de todo, le encuentro razón a la columna porque no se puede sustituir un libro con imágenes con el argumento de que los niños tienen que entender, ya que un libro es un libro y tiene que ser respetado como tal. Se pueden poner algunas imágenes a condición de que no sea más la mantequilla que el pan, pero tratándose de Comics o de libros como los que el dibujante Quino (Mafalda), es otra forma de comunicación y la imagen no tiene por qué ser menos que un texto. El tema es que hay que respetar los distintos géneros o formas de la expresión y del arte, y en eso encuentro toda la razón al artículo.

Flo

24 de julio

Totalmente de acuerdo….. Tanta imagen es un manera de subestimar la imaginación y la capacidad de comprensión…..de subestimar la escéncia de un niño y niña …. Crear e imaginar. Vasta con mirar y escuchar en este tiempo de vacaciones de invierno, todos preocupados de que hacer para entretenerlos porque están de vacaciones y vienen a mi mente mis recuerdos de niña en que no me inventaban panoramas, surgían de mi imaginación y de mi necesidad y escencia de niña de hacer y crear.

teresa Oliveira

24 de julio

Gostei muito da sua análise e não é um problema chileno mas global.
Obrigada (gracias)
teresa

24 de julio

Creo que el problema pasa por confundir el concepto de LEER con su definición más coloquial, olvidando que LEER es en realidad descifrar un código. Este código puede estar compuesto por signos que formen fonemas, palabras, frases, oraciones y párrafos; pero también puede estar compuesto de muchos otros símbolos no escritos y que sigan siendo lectura.

Antes de la palabra estuvo el gesto, que como tal evoca imágenes y sonidos. ¿Cuál es el silabario más exitoso en latinoamérica? El Silabario Hispano Americano, que revolucionó la enseñanza de la lectura al enfocarse más en fonemas e imágenes antes que en su grafía escrita.

¿Por qué tiene más éxito una imagen que una palabra cuando se trata de señalética, por ejemplo? Por su universalidad, por su capacidad de abstracción.

La historieta está por ejemplo, archiprobada como herramienta de apoyo a la lectura, siendo eficaz para resolver problemas de comprensión y capacidad lectora en campos donde la lectura tradicional se empantana y no avanza.

Cualquier cuentacuentos que se precie, debe reconocer que la comprensión de un cuento oral no pasa sólo por descifrar palabras, sino que su código se compone de otros signos (entonación de voz, ritmo, pausas, silencios, gestos, etc.) Estos también son signos que el oyente debe aprender a leer para asimilar lo narrado.

Así las cosas, creo que lo correcto no es menospreciar una herramienta en favor de otra (la imagen versus la palabra), sino comprender que es parte de nuestra evolución como especie el ser capaz de extraer lo mejor de ambas (y de otras) en función de la expansión de nuestro conocimiento.

¿Llegará el día en que la palabra escrita, desaparezca como herramienta de transmisión de cultura? No lo sé (no lo creo), pero no le temo a ese hecho. El hombre como especie es capaz de encontrar nuevas formas de comunicarse y si una imágen, un aroma, un sonido o un gesto llegan a ser mucho mejores que 100 palabras, no tengo que temer, sino alegrarme

24 de julio

Ésta columna debe ser una de las más pesimistas que he leído. No por el negro futuro que don columnista depara, muy por el contrario, por la manera en que construye su opinión.
Admito que cierta parte del texto me alegra, hace poco he narrado cuentos utilizando sólo mi voz e imaginación (cuentos inventados) y me parece de maravilla que se reafirme éste tipo de prácticas, porque «la cara de cuento» de los niños, proyecta sensaciones inexplicables.
Hablando concretamente a lo que va la columna, sobre el fomento lector, estoy en completo desacuerdo con don columnista, pero no porque crea lo contrario, sino porque creo algo distinto.
Primero, para mi, el fomento lector se basa principalmente en el lenguaje, comprensión e interpretación. De ahí que podemos leer las imágenes, la palabra escrita y leer por qué no, la música.
Por qué no podemos leer la tv? Porque la forma en que se presenta, no necesita interpretación, por eso no fomenta la lectura.
Para que exista un real fomento de lectura, no podemos abocarnos sólo a libros con imágenes de letras, tampoco utilizar sólo libros ilustrados, con o sin texto, en fin, lo que no funciona es que nos quedemos con un sólo tipo de producto de lectura, sino que debemos ampliar la experiencia. Los niños aman conocer y aprender, ellos leen todo desde un comienzo, el lenguaje de nuestras expresiones maternales, leen los colores de sus juegos, hasta que leen las imágenes que llamamos palabras.
Por qué un niño deja de leer?
Deja un niño de leer porque el libros tiene menos imágenes? Será esa respuesta, tan simple, la correcta?
Personalmente no creo que un niño o joven deje de leer porque tiene más letras, el niño deja de leer porque su amor por conocer no fue correspondido.
Porque en algún momento de su educación, le quitaron su deseo por admirar el mundo, por apreciar desde el significado de una palabra al significado de una imagen. Simplemente los educan para que entiendan el aprendizaje como un deber, porque los adultos no pueden hoy en día entender que el aprendizaje es una necesidad natural del ser humano. Transforman el colegio en una cárcel, ni los profesores saben por qué hacen lo que hacen. Pero al otro día viven y los niños viven.
Todos, desde los niños a los adultos, leen porque quieren sumergirse en ese mundo de la imaginación y porque tienen gusto por apreciar todo lo que puedan y absorber el conocimiento que existe, y así leen libros con sólo letras, o libros con imágenes, pinturas, música, etc.
Creo firmemente que el fomento lector no va por las letras en sí o por dibujos en sí, va por mantener la curiosidad e imaginación y eso se realiza disponiendo a los niños de todos los materiales posibles, de todas las experiencias posibles y respetando, esto es muy importante, respetando sus comprensiones y sus interpretaciones. Un niño que ve un dibujo en un cuento, muchas veces ve uno al lado del que está ilustrado que él mismo ha imaginado o lo ve moviéndose aunque esté quieto. A su vez, un niño que ve un libro sólo con imágenes, crea una historia con su propia imaginación, que puede distar mucho de los dibujos, pero el niño crea igual.
Con esto no digo que las narraciones orales no dejan realizarse, sino que no constituye el único método que pueda fomentar la lectura, ya que el amor no va en las letras, el amor va en la curiosidad.

Orlando Fénix

24 de julio

Hay varios errores de enfoque en el columnista, por sólo tocar algunos: 1. El libro para niños nació ilustrado, nació en Inglaterra y desde el comienzo fue libro ilustrado. En este momento la lectura sigue teniendo mayor presencia social como prática en Inglaterra que en Chile o en Colombia. O sea que «los dibujitos» no fueron un obstáculo para que la lectura como parte de la vida cotidiana avanzara en Inglaterra. 2. No es cierto que si una persona llega a la experiencia de la lectura a través de los libros ilustrados automáticamente le va a gustar más la televisión que los libros de sólo texto. Hay que leer las investigaciones de Michel Peroni donde muestra como las personas varían sus gustos lectores a lo largo de su vida, eso incluye cambio en los géneros, tipo de libros, tipo de soportes, etc. Yo me inicié en la lectura leyendo Kalimán, Batman, Santo El enmascarado de plata, Juan sin miedo, El Valiente, Arandú, etc. y viendo televisión horas y horas diarias…y eso jamás impidió que luego me interesara por los libros sin «dibujitos» y por la sociología, la política etc. 3. Hay que ver el enfoque de Teresa Durán para entender lo absurdo de quienes, como este columnista, dicen que las imágenes bloquean la imaginación. «Imaginar» viene de IMAGEN, entonces ¿cómo va a bloquear una imagen la imaginación? Eso es como decir que escuchar música impide que hagamos nuestra propia música. 4. Cuando un texto es bueno no hay «dibujitos» que lo opaquen, cuando un texto es bueno no hay «dibujitos» que logren distraer al lector ni robarse el show. Si la ilustración se roba el show es porque el texto es bastante malo. Ni el mejor ilustrador del mundo al ponerle «dibujitos» a Cien años de soledad lograría que el lector abandonara el texto y se dedicara sólo a ver las ilustraciones.

24 de julio

No le voy a decir al columnista que el primer libro pensado, editado y publicado especialmente para niños se llamaba Orbis sensualium pictus (El mundo en imagenes); tampoco que su autor, Jean Amos Comenius, pensaba que «las imágenes son la forma más inteligible que tienen los niños de comprender el mundo»; menos aún que el libro fue publicado en lo que ahora es la República Checa en 1658 (unos doscientos cincuenta años antes de que hubiera televisión). Para qué seguir diciéndole, por ejemplo, que cuando Donde viven los monstruos del estadounidense Maurice Sendak se popularizó, la televisión no era tan omnipresente en los hogares de Latinoamérica como lo es ahora, ¿o me dirá que para 1963 cada chileno tenía ya su propia tv?
Caso no tiene remitirlo a los libros de Anthony Browne, corre el riesgo de pensar que las imágenes no pueden ser detonadoras de imaginación y creatividad del lector.
Tampoco le sugeriré que busque los libros de Chris van Allsburg, vaya a pensar que se hicieron por las películas… y no al revés.
Y bueno, que ni se le ocurra mirar algo de Isol, será que se le haga tan extraño que los libros puedan tener dos estructuras de lectura.
¿Jairo Buitrago y Rafael Yockteng? ¡Ay, no! Los temas complejos no pueden aparecer en las imágenes que entorpecen el ejercicio lector.
¿Shaun Tan? ¿Kveta Pakovska? ¿Leo Lionni?¿Roberto Innocenti? ¡Ni se les ocurra! ¿Qué tal que los lectores entran en contacto con estéticas contemporáneas, posmodernas, mejor que sigan leyendo en puras letras a Jorge Bucay, Carreño y a Ripalda. ¡Sí!

Francisca Santibáñez

24 de julio

Creo, con todo el respeto que me merece, que ha sido enormemente irresponsable al dar opiniones tan radicales con fundamentos tan inconsistentes, sentí mucho pudor cuando lo leí, quizás sea vergüenza ajena. No quiero ofenderlo, no me malentienda.
Le contaré, con toda humildad, cuál es mi opinión al respecto. Leí todos los comentarios que le hicieron y, francamente, hay varios que son muy lúcidos. Rescataré algunos de esos argumentos.
Primero: tal como ya dijeron, la lectura es la decodificación de un mensaje construido en algún código, por lo tanto, si usted cree que leer es exclusivamente juntar palabra, está perdido. Los libros ilustrados son más viejos que el hilo negro, desde antes de que existiera la televisión, que pena que opine sobre ellos sin averiguar un poco. En cuanto a los libros álbum, creo que son un excelente acierto. La comunicación es algo muy complejo, imágenes y sonidos se complementan y no sólo hablo de dibujos y de canciones ¿o usted conoce alguna palabra que no posea sonido o que no tenga una imagen? Es así de sencillo.
Sabemos que las personas -y maravillosamente los niños y niñas, que están llenos de curiosidad y ganas de descubrir el mundo- aprenden a través de la experiencia. Eso buscan muchas veces los programas de fomento lector: la experiencia de visitar la biblioteca, de escoger un libro entre miles, de sentarse a ver teatro. Lo importante es que sea una experiencia satisfactoria, entonces es muy probable que los niños y niñas que leen a Isol, leerán a Borges y los niños y niñas que fueron a ver la obra de teatro de Monster High, terminarán por ver a Shakespeare algún día. No comparto la opinión de quien sataniza el hecho de que se haya exhibido una obra sobre Monster High en la Biblioteca de Santiago, creo que esa persona peca de conservadora y, peor aún, atenta sobre el principio democrático que está en las bases de las bibliotecas públicas de nuestro país. Los libros también los escogen a partir de esta premisa: cada uno es libre de escoger qué es lo que quiere leer. Por fin no hablamos de la porquería de “eres libre de escoger si usar Sedal o Pantene”, esto sí es escoger, eres libre de consumir el producto cultural que más te motive, porque de eso también se trata el aprendizaje: de motivación. Pronto esa persona adquiere el hábito de ir al teatro y no se negará a entrar si la obra ya no se trata de Monster High.
Segundo: ¿En serio citó un estudio de la Fundación La Fuente para después decirme que están mal enfocados? Jajajjajajaj, disculpe. Y con esa facilidad que relaciona la pérdida de la práctica lectora con la desaparición de las ilustraciones en los libros ¿Así de fácil? ¿Me quiere tomar el pelo? Bueno, aquí va mi tesis: los niños y niñas dejan de leer porque la educación de nuestro país es pésima. Se lo digo con conocimiento de causa, soy profesora, y a medida que pasan los años más me decepciono del sistema. Las escuelas, colegios y liceos son lugares construidos para fomentar el aprendizaje, pero déjeme decirle que estoy segura de que en esos lugares, el aprendizaje es lo que menos importa. Lo que importa es el papeleo, las planificaciones, las pruebas, las guías, las actas y los libros de clases. En los colegios particulares subvencionados lo que más interesa es la asistencia. A muchas autoridades sin criterio lo que más les importa es que los niños estén sentados y callados, lo que me parece una tortura, una muerte segura, el primer paso para asesinar el espíritu de niños y niñas, sus ganas de crear, de descubrir. “Las escuelas matan la creatividad” dice Ken Robinson y ¿Por qué los niños dejan de leer? Elemental, porque según nuestra legislación, están obligados a asistir a la escuela.

24 de julio

¿Acaso las imágenes no se leen? Me parece que caes en el error de sobrevalorar la palabra escrita por sobre otro tipo de discursos presentes en la sociedad. En la sociedad actual, donde lo visual predomina en muchos aspectos, me parece fundamental que se enseñe a interpretar imágenes.

Saludos.

Emanuel

24 de julio

Al parecer, y en resumen, si Don Andrés no «se pone las pilas», seguirá viendo «sombreros» donde no los hay.

pd: Lo mejor de la columna fue leer los comentarios! gracias a uds

Guiomar

25 de julio

La imagen y la palabra en los cuentos para niños,forman un universo inmenso,donde la imaginación y la fantasía se manifiesta en plenitud.El niño ama las imágenes,que ha su ves,tienen un contenido al igual que la palabra,Yo soy escritora de cuentos infantiles,y mis historias las imagino conjuntamente con la imagen.
Si,han cambiado los tiempos,nunca puede mantenerse algo como una constante,estamos siempre en cambio!

Natalia Tamayo

25 de julio

He estado pensando desde esta mañana que leí tu columna, Andrés y la verdad es que en mí si que has fomentado la lectura. He disfrutado tanto creo, por tu capacidad de inspirar tantos y tan buenos análisis. Agradezco especialmente a Orlando Fénix, a Carolina Vega, a Marco Rauch a Isabel Molina, Pablo E, Alex Pelayo, aunque creo que en lugar de ¨tirar dardos a la diana equivocada¨ los tiras hacia ninguna parte. Todas estas aportaciones enseñan algo, están mejor escritas y proponen una buena reflexión. Ojalá tengas a bien leerlas, especialmente la de Isabel Molina sobre todo por una cuestión de ética. Creo que una buena lectura, me refiero a una lectura libre de prejuicios, de fundamentalismos curiosos y de rabias retenidas, te puede enriquecer bastante. Al análisis sobre tu columna no hace falta ya decir nada más pues lo han hecho maravillosamente las personas antes citadas. Solo agregaría una cosa: tú que tanto interés tienes en las palabras, averigua lo que significa la expresión colombiana ¨no dar papaya¨.

Cristian Toro

25 de julio

Se ilustran textos desde los inicios de la imprenta y claramente la televisión no se inventó en 1500 . Además las aplicaciones narrativas nuevos medios tiene mayor símil con el teatro, títeres y otras artes escénicas-temporales, pero desde un paradigma actual que considera las TICs. No pondré en duda el valor de la palabra y todo el potencial que nos permite entregarnos a grandes sábanas de texto de calidad, pero tu perspectiva es demasiado reduccionista al cargar con tanta responsabilidad de entregar información y mantener tradiciones narrativas en una visión romántica que tienes de la lectura. Te recomiendo no obsesionare con medios y enfocar tu observación y crítica a la calidad de los contenidos en el contexto que se aplican.

slds

María de los ángeles

25 de julio

¡Tremendamente adultocentrista tu columna, Andrés!

Los niños y las niñas en su diversidad de intereses, motivaciones y gustos, deben encontrar un universo lleno de opciones temáticas y de distintos formatos y soportes, en la Literatura. Asimismo en el mundo de la narración oral. La Literatura debe responder a la diversidad constitutiva de nuestra sociedad.

Creer en los niños/as es mostrarles opciones y que ellos elijan libros según sus intereses, inquietudes y gustos. Creer en ellos es narrarles en voz alta considerando que pueden disfrutarlo o no. . Ellos pueden decidir aquello que forma parte de su cultura y que no. Lo importante es que existan posibilidades para ellos/as porque te aseguro, nunca matarás su imaginación si hay más de un tipo de literatura y más de una forma de contar cuentos, para ellos y ellas.
Y sobre tu teoría cargada de soberbia acerca de que un adicto a los libro – álbum no se va a poner a leer a Borges pasado los años,
sinceramente abajo de tu Olimpo, pasa justamente lo contrario.

Por otra parte, te cito:
«y utilizan objetos y hablan como si fueran retrasados, ellos y su público.»
mi gran sorpresa y decepción al encontrarme con «retrasados» dentro de tus palabras. Considero que es absolutamente despectivo y discriminatorio el trato que le das a esa palabra.

Saludos

PD: los comentarios que hay en esta columna, son por lejos lo más rescatable.

Natalia Tamayo

26 de julio

Y siguen saliendo comentarios verdaderamente válidos, muchas gracias a todos. Al final, ha valido la pena leerlo.

paolo

26 de julio

Estando de acuerdo con que es importante que en una novela o un cuento la ilustración sea un acompañante y no el plato de fondo, pienso que esa conocida sobrevaloración de la palabra escrita que suelen tener los escritores no tiene mucho que ver con la realidad, nunca en la historia la palabra escrita había estado mas sobrevalorada, léase, hoy en día todo el mundo habla por chat, escribe, se comunica y lee por internet, incluso casi no se habla por teléfono o en persona. Eso lleva a un cierto olvido y empobrecimiento de lo oral, del sonido en la propia conversación, y nunca la gente ha hablado más pobremente que ahora. Riqueza linguistica también tiene que ver con el fonema, no solo con el grafema, con lo coloquial y lo gestual. A pesar de todo sigo estando de acuerdo con que, si se trata de una novela o una narración, hay que respetar el valor del texto, sólo que hay mucho de lugar común en la sobrevaloración de lo escrito por sobre otro tipo de lenguajes, que apuesto tampoco le hacen bien a la palabra o al lenguaje en sí mismo.

Vivo lejos

26 de julio

Yo les puedo comentar sobre mi experiencia en Nueva Zelanda con los libros infantiles. Aquí les leemos a los niños desde que son bebés. Se nos alienta a hacerlo desde así de temprano sobre la base de que aunque el bebé no comprenda lo que leemos, aún así se está familiarizando con la fonología de su lengua. Los libros infantiles de acá son todos ilustrados maravillosamente, lo cual es fantástico porque invita al niño a involucrarse aún más con la historia. Si ya están conversando (tipo 2.5 a 3 años) les puedes mostrar la ilustración y hacer alguna pregunta que le permita realizar inferencias antes de empezar a leer el cuento. Una pregunta tan simple sobre la portada, como por ejemplo, «¿Qué es esto?», hará que el niño active su conocimiento base del mundo antes de que nos embarquemos en la lectura.

Los libros infantiles de 2 líneas por páginas son para niños de hasta 2 años más o menos. De 2 años y medio en adelante ya estamos leyéndoles libros con al menos 1 párrafo por página y aún son hermosamente ilustrados. Si los libros que el autor vio en la biblioteca en Chile tienen una línea por página y son sugeridos para una edad de 2 años no habría de qué preocuparse. Además, que independientemente de la extensión del texto escrito, puedes hablar todo lo que quieras con tus hijos sobre los personajes y situaciones ilustradas en el libro. Y allí tenemos un SIN FIN de palabras. Ahora, si tales libros son sugeridos para niños de 4 años, ahí me preocuparía porque a esa edad la capacidad de concentración y atención del niño debería ser tal que el pueda enganchar pacientemente con el texto. Aquí los niños entran a primero básico a los 5 años y a esa edad ya les han leído una cantidad inimaginable de cuentos.

En resúmen, la imagen no quita. BIEN UTILIZADA es un valor agregado a la lectura, a la imaginación y a las habilidades conversacionales del niño.

29 de julio

Hay un dicho que dice

«Quien no comprende una mirada tampoco comprenderá una larga explicación»

Creo que es urgente extender el concepto de la lectura, sacarlo del contexto de las letras, y de las palabras, llevarlo a las imágenes, a los gestos, a todas las expresiones artísticas.

LEER ES COMPRENDER,

Leo cada vez que comprendo lo se expresa. Así es como puedo leer un cuadro, en un libro, un gráfico o un vídeo.

Situar el fomento lector en la decodificación de un texto escrito es un reduccionismo innecesario, e inapropiado para esta época.

Vivo Lejos

29 de julio

Exacto Felipe, además hoy en día los textos son multimodales en internet. Tienes imagen, texto, sonido, etc. e incluso la ubicación/distribución de esos «recursos» en la página comunica algo. LEER es un concepto muy rico y es limitante quedarse en viejos dogmatismos.

Alejandra Pinto

31 de julio

El argumento tenía pinta de sólido hasta que me acordé de la edición de Alicia en el País de las Maravillas, lleno de dibujitos, en 1865 antes de la televisión. Y no.

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