Hoy en día todos hablamos de la importancia que tiene la educación sexual desde temprana edad, sin embargo, el cómo debe darse esta educación es muchas veces reduccionista, puesto que se considera que debe estar dirigida a brindar información a los jóvenes sobre temas de materia estrictamente sexual o brindar información acerca de métodos anticonceptivos netamente.
Para brindar una auténtica educación de la sexualidad debemos entender a la misma como parte integrante de la totalidad de la persona, entender que el sexo no es un atributo del individuo, sino que es parte de un todo y que la vivencia sexual es una expresión de su ser completo, expresión y vivencia que a su vez está relacionada a tres valores: el superior en cuanto sirva a la procreación; el consustancial o inmanente; y el trascendente.
Entendiendo la sexualidad de la persona humana desde esta perspectiva integradora y como expresión de todo su ser y de su carácter, en donde la vivencia de la sexualidad está en estrecha relación con la actitud que la persona tiene hacia cualquier otro aspecto de su vida, podremos darnos cuenta que su educación no puede reducirse a una mera transmisión de información como se suele proponer. En ese sentido, la educación de la sexualidad debe abarcar aspectos tales como la templanza, el gobierno y moderación de afectos y placeres, como también de desarrollar la virtud y fortaleza, es decir, la preparación del individuo para que sea capaz de hacer frente a conflictos.Se debe entregar herramientas para que tenga una actitud adecuada frente a los valores vigentes, enseñarle a amar y mostrarle el bien real y, por último, entregar conocimiento cierto y oportuno sobre temas de sexualidad,
Del mismo modo, se debe entregar herramientas para que tenga una actitud adecuada frente a los valores vigentes, enseñarle a amar y mostrarle el bien real y, por último, entregar conocimiento cierto y oportuno sobre temas de sexualidad, donde son los padres los que deben dar esta información de manera individual respetando cuidadosamente la edad e inquietudes de cada niño.
Todo lo anterior implica no solo una acción aislada en determinado momento de la vida del niño, sino más bien una acción constante que se da de manera natural en la relación cotidiana que los padres tienen con sus hijos, pues la educación de la sexualidad debe estar cimentada en la formación de hábitos buenos, sanos, que lleven a la persona a vivirla en y con virtud.
Visto así, los padres están educando la vivencia sexual de sus hijos de una manera “indirecta” si, por ejemplo, promueven en ellos los hábitos propios del orden, en el sentido en que modere sus deseos de comodidad y aprenda a cuidar y ordenar sus juguetes, sus libros y cuadernos, guardando su ropa, cuidando los objetos de su casa, enseñándole al niño a respetar a las personas con las que se relaciona, a tratar educadamente a los mayores así como a los niños de su edad. Además, se debe inculcar el hábito en donde se le enseña al niño a medir las actividades de juego y diversión, y a encauzarlas dentro de límites adecuados (eutrapelia).
Por otro lado, la moderación de los deseos de la comida y la bebida son muy necesarios para que el niño aprenda a gobernar aspectos de su sensibilidad como son la sed, el hambre y el sueño, que ciertamente también podríamos incluirlo aquí, con lo que veremos que el resultado será el gobierno voluntario sobre su esfera corporal de manera directa. Todos estos hábitos aparentan no tener ninguna relación con la educación sexual, pero sí están vinculados a la misma en el sentido de que van dando lugar a que el niño sea capaz de internalizar y valorar una serie de comportamientos que le permitirán a futuro ser una persona con un mayor dominio sobre sus deseos y apetencias, ya que aprenderá desde pequeño a respetar a los demás y esto será de gran provecho para sus relaciones afectivas futuras.
El pudor, la continencia, perseverancia, castidad, fortaleza, paciencia y confianza también tienen directamente que ver con el gobierno del deseo sexual, que como hemos venido hablando, son parte de un proceso y camino recorrido en la educación de las tendencias sensitivas que, tarde o temprano, son base primordial para el dominio del ser y vencer las presiones del medio, lo que marcará la pauta de la persona frente a la vida.
Sentirse amados y seguros de sí, con la convicción de que existe un bien mayor mucho más grande e importante por el que vale la pena esperar, hará una diferencia en el resultado. Esto, fortalecido con la dinámica de la relación familiar en confianza, con los padres atentos y en directo ejemplo de vida en armonía, comunicación y comprensión, es el que asegurará mayor éxito frente al tema, y es ahí donde aplicamos toda esta regla de valores y respeto con positivos resultados y mayor grado de felicidad para nuestros adolescentes
La sexualidad debe entenderse como “normal, virtuosa y equilibrada” para un crecimiento sano, libre y feliz, pues recibiendo una formación integral es que influiremos bien y positivamente en todos los aspectos incluido el de vida sexual.
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