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La pedagogía, como la ingeniería, es perspectivas que diseñan. Un ingeniero o ingeniera es alguien que resuelve problemas, y para ello diseña las soluciones. Ello requiere de fundamentalmente dos cosas: una herramienta para definir y delimitar el problema, y principios sobre los cuales diseñar una solución a un problema. Pero también se requiere un marco: el propósito, que permite evaluar si el problema se resuelve con el diseño propuesto, y también si es necesario mejorar el diseño con el fin de que cumpla con el propósito. En ese sentido, el propósito es algo superior al problema. El propósito define el problema.
Por ejemplo, si un ingeniero o ingeniera está diseñando un pelador manual de vegetales, el propósito queda inmediatamente establecido: pelar vegetales con una herramienta. Para ello, el problema se define en términos de las consideraciones a tener en cuenta en el diseño, como por ejemplo, la anatomía de la mano y el entendimiento del proceso de pelar vegetales. Ello da lugar también a principios, como que el material tiene que ser suficientemente duro y filoso como para poder pelar los vegetales y que tiene que ser manipulable con la mano, y por lo tanto se delimitan los posibles diseños (soluciones) al problema. Pero si el diseño sólo sirve para que las personas diestras usen el pelador de papas, entonces se establece un segundo problema bajo el mismo propósito: ¿cómo hacer que las personas zurdas puedan usar el pelador de papas? Y ahí va el ingeniero o la ingeniera a usar herramientas para entender el problema y principios para diseñar su solución, con el mismo propósito.
El trabajo de un profesor o profesora es más o menos similar. En este caso, el profesor o profesora diseña, todos los días, un ambiente que permitirá el aprendizaje de los niños y las niñas y los y las jóvenes a su cargo. Los ambientes para el aprendizaje cuentan con reglas, con espacios y arreglos físicos, con expectativas de contenidos disciplinares y lo principal: con tareas y relaciones e interacciones interpersonales. Ello se resume en la idea de la pedagogía, que es en si el diseño de la instrucción o la enseñanza con al menos esos elementos: espacio físico, reglas, tareas y relaciones interpersonales. Como todo diseño, debiese tener un propósito y principios que lo rigen. Sin embargo, los propósitos en educación son mucho menos claros, y también los principios que rigen el diseño de los ambientes de aprendizaje. Por ello es que pensar en reformas educativas sin establecer los propósitos de forma clara y operacional, no permite que una reforma sea exitosa.
De un tiempo a esta parte, la clase política Chilena ha mirado con desprecio la pedagogía, a pesar de la retórica de que la educación es lo primero y lo más importante. Es difícil encontrar alguna referencia a la pedagogía en los documentos políticos de reformas, como también es difícil encontrar alguna definición de un problema pedagógico real y “operacionalizable” a enfrentar con los diseños educativos que impactan diariamente: los de las salas de clase. Muchas veces, los problemas se definen en otros términos, principalmente los impuestos por la tecnocracia y los valores de la creatividad del sistema financiero. Es así como los problemas en educación no son más que los números en los tests (PISA, TIMMS, SIMCE, PSU), los recursos (gatos por alumno, gasto por profesores, etc.), o las interpretaciones de esos números por parte de quienes pretenden influir en la política educativa. Por consiguiente, los diseños de solución atienden a esos problemas sin la necesidad de mirar la pedagogía. Lo que se evalúa son esos indicadores, y a quiénes se premia es a quienes hacen subir esos indicadores. El sistema de reforma, al negar la pedagogía, niega el rol de los profesores. Ello a pesar de la retórica que los responsabiliza por el aprendizaje son los profesores.
Otro de los problemas de la retórica de la reforma es la idea de la competencia. Por ejemplo, la idea de que Chile está detrás de los “países desarrollados” en estos tema. Sin embargo, cuando uno busca definiciones de países desarrollados, ello se hace en términos de ingreso per cápita (otro indicador financiero) más que en términos de los sistemas educativos y su principal componente diario: la pedagogía. Ello le resta valor a los diagnósticos tan apocalípticos de algunos movimientos que pretenden influir la política educativa.
Viéndolo así, la forma en que la política educativa trata a la pedagogía hace sentido con la forma prescriptiva que tiene para con los profesores. El discurso típico es culparlos de los bajos puntajes (como problema) o premiarlos por los no tan bajos (como solución). Sin embargo, no pareciera que un profesor hace la diferencia. Un estudio aparecido en la prensa dice que los profesores enseñan de la misma forma en colegios privados y públicos, y los resultados, como sabemos, son totalmente diferentes. Si seguimos definiendo el problema sin un propósito, o con herramientas que no son tan claras respecto al propósito, siempre será más fácil ver las soluciones educativas desde la ingeniería que desde la pedagogía. Y ello le hace un gran daño al sistema y a las experiencias diarias de los estudiantes en la sala de clases.
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Foto: Escuela San Miguel de Talca – Chile Ayuda a Chile / Licencia CC
Comentarios
14 de noviembre
Concuerdo con lo que señalas. Creo además que la educación repruduce modelo egoistas y acumuladores por sobre modelos solidarios. La escuela por sibre todo nos enseña a competir en lugar de compartir.Bueno, me imagino que solo así se puede sostener el modelo neoliberal, donde es lejos más importante ser mejor alumno que ser mejor compañero.
En general hablar de políticas educativas retrotraen a la escuela la conversación, dejando de lado , por ejemplo politicas asociadas a la educación permanente o «long life learning» como dirían los siúticos. Sépanlo, Chile envejece más rápido que varios países en Latinoamérica, por lo tanto las ventanas de oprtunidad para educarse claramente deben abrirse también a todos aquellos que el «sistema educativo» no los alcanzó a salvar.
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