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Evaluación docente: sopa con tenedor

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Los profesores son el principal factor explicativo de los resultados que alcanzan los estudiantes. De ellos depende el avance o estancamiento del sistema en su conjunto y no me cabe duda, porque conozco a gran cantidad de docentes, que, en su mayor parte, se esfuerzan por asegurar que niños y niñas aprendan y se desarrollen.

Lo anterior explica la importancia que tienen los resultados del proceso evaluativo docente 2010 que fueron dados a conocer ayer.  Nadie puede, a estas alturas del partido, poner en duda la importancia de llevar a cabo estos procesos de evaluación. Menos aún en el caso de los profesores, que saben mejor que nadie lo importante que es, para cualquier proceso formativo, conocer el nivel de desarrollo y dominio de determinadas habilidades o conocimientos.

El proceso implica autoevaluación, evaluación de pares, del director o jefe de la unidad técnico pedagógica y análisis de un portafolio (este último incluye también una clase grabada). El análisis de estos instrumentos permite ubicar a los profesores evaluados en cuatro categorías: destacado, competente, básico e insatisfactorio.

Los resultados no son muy alentadores. Un 20% de los profesores que habían sido evaluados como destacados o competentes bajó de categoría y un 40% de los que habían sido reconocidos como básicos se mantuvieron en ese segmento.

En resumen, actualmente habría un 36%  de los profesores con resultados básicos o insatisfactorios. Puesto de manera más dramática, 4 de cada 10 profesores no estarían alcanzando el nivel mínimo necesario para abordar exitosamente la tarea educativa.

Finalmente, el subsecretario informa que, de los 11.000 profesores evaluados, 29 deberán abandonar sus funciones, 15 por acumular tres evaluaciones insatisfactorias y 14 por negarse a ser evaluados sin causa justificada.

Es obvio que debe hacerse un proceso de reflexión serio y profundo. Podremos discutir si estos números son buenos o malos y si el instrumento es técnicamente robusto o debe mejorarse. Lo que no podemos hacer, es caer en dos prácticas que se han hecho comunes cuando los indicadores son malos: a) buscar alambicadas explicaciones para demostrar que las cosas no son como nos dicen que son y b) hacer un anuncio de mejora y poner una meta muy exigente a cumplir en algunos años más. Lo primero confunde; lo segundo  evita asumir el costo político de tomar medidas impopulares.

Un sistema de evaluación que pretende orientar el desarrollo y capacitación de los profesores y al mismo tiempo entregar incentivos y castigos está condenado al fracaso. La experiencia muestra que utilizar el mismo instrumento para ambas cosas es la fórmula perfecta para quedar a medio camino en ambos objetivos. No se obtiene buena información para orientar la capacitación y tampoco se premia a los que tienen un mejor desempeño.

En este sentido, es fundamental contar con procedimientos e instrumentos adecuados al objetivo, de lo contrario seguiremos tomando sopa con tenedor.

———–

Foto: Liceo Óscar Castro – Chile Ayuda a Chile / Licencia CC

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Comentarios

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30 de marzo

Creo que 30 años es un tiempo suficiente para darse cuenta que el sistema como esta planteado, no sirve,por lo tanto este debe ser reestructurado, pero desde su raíz y dejar de buscar «chivos expiatorios». Se culpa a los profesores de manera subjetiva e influenciados por la prensa, desconociendo que quienes primero culpan a éstos, son precisamente los que defienden el sistema tal y como esta planteado. Hacer cambios en educación requiere de políticas de largo plazo y no de parches y cambios puntuales cada año haciendo imposible evaluar si estos están cumpliendo o no su objetivo. Además creo que una política educacional debe ser consultada a todos los estamentos sociales ya que a futuro afectara a toda la sociedad en su conjunto.

31 de marzo

Estimado Antonio: Efectivamente el sistema educacional tiene grandes desafíos. Inicialmente se pensó que el problema era únicamente de recursos, sin embargo, aumentado el presupuesto, los problemas persisten.
Como planteas, los cambios que se requieren son de largo plazo e implican asumir costos políticos que ningún gobierno está dipuesto a dar.
Me parecen un gran aporte tus comentarios, Muchas gracias
Ricardo

30 de marzo

«Nadie puede, a estas alturas del partido, poner en duda la importancia de llevar a cabo estos procesos de evaluación.» ¿Cómo es la cosa? o sea ¿porque axiomáticamente se define que los profesores son el factor explicativo más importante de los «resultados» que alcanzan los estudiantes ya se acaba el disenso respecto al uso de la evaluación docente? Digo que es axiomático porque la literatura no tiene un consenso acabado de que los profesores son el factor más importante. Yo lo creo así, pero hay mucha evidencia contra ello (basta ver los mapas SIMCE o las correlaciones entre nivel socioeconómico y resultados académicos para dudar la aseveración con que esta columna comienza).
Los procesos de reflexión son centrales, y en eso concuerdo contigo, pero cuando hablamos de profesión docente éstos procesos no se remiten únicamente a las variables académicas. Allí reside un error fundamental del argumento que sobreestima la capacidad humana de los profesores como causales de las fallas académicas de sus estudiantes. Los profesores dedican mucho de su tiempo a la formación valórica de los estudiantes, y la verdad es que eso es difícil que se vea ilustrado en una evaluación como la que se plantea.
Ojalá que en vez de seguir pensando en cómo evaluar a los docentes escuchemos un poco cómo ellos evalúan sus condiciones de trabajo y el sistema, y buscar acciones allí más que en castigar a personas, los docentes, que en su gran mayoría entregan todas sus capacidades y tiempo para lograr que los niños aprendan a ser buenas personas. Es triste ver cómo este tipo de intrumentos se transforman en un arma que corroe el sentido de la pedagogía y la educación.

31 de marzo

Estimado Iván: tal vez no lo expresé bien. En ningún caso me parece que no debamos seguir discutiendo, al contrario, hace falta mayor conversación, argumentación, formulación de propuestas, etc.
Estoy de acuerdo en el peso que tiene el origen social y capital cultural de las familias, sin embargo, la mayor parte de los estudios disponibles (OCDE, Marzano, Hay Group, etc.) coinciden en que después del origen social, el factor que más explica el aprendizaje es la calidad de los docentes, seguido del liderazgo directivo.
Respecto a la dificultad existente para medir otros aportes de los profesores (formación valórica), estoy de acuerdo en lo difícil que resulta su medición, pero debemos tener cuidado de que no se transforme en una excusa para entregar una formación mediocre.
Creo que un profesor que forma en valores, necesariamente debe alcanzar buenos resultados de aprendizaje. La formación integral implica e incorpora preocupación por los aprendizajes más cognitivos. No están en competencia, se integran.
Saludos y muchas gracias por tus comentarios.
Ricardo

30 de marzo

Estimado Ricardo, se agradece siempre la voluntad de análisis sobre la realidad educativa. Sigo pensando, a pesar de todos los “usos” de la derecha y sus medios y del Mineduc, que la Evaluación Docente (EDD) es un instrumento interesante. Es el único en el mundo que se construyó con el sindicato docente, y que tiene un espíritu formativo. Lamentablemente se ha pasado en estos años por una serie de ataques que la han tergiversado, entre éstos están la asociación con los puntajes SIMCE (que intenta generar una relación causal entre resultados de la evaluación docente y el SIMCE de los alumnos/as), y los intentos por “remunerar” o “incentivar” en base a los puntajes obtenidos. Ningún profesor/a sale de la universidad enseñando, y eso es normal, el oficio o el arte de enseñar tiene una relación estrecha con la práctica docente. En este sentido no se pueden comparar con un mismo instrumento etapas diferente del ejercicio docente, o al menos éste debiese reconocer las diversas etapas del ejercicio docente. Sobre los resultados concretos de la EDD, éstos se han mostrado consistentes desde el año 2003, y el 2,9% de los docentes que obtuvo un mal desempeño este 2011 es el porcentaje por el que hay que preocuparse en tomar acciones más radicales. Sobre el 32,9% que son básicos, son docentes que pueden ejecutar su misión, pero presentan deficiencias, y necesitan el apoyo de otros/as docentes y de oportunidades de desarrollo. Y he aquí un tema del cual no se habla, y es del “atractivo de la profesión docente”. El saber pedagógico no es reconocido ni valorado por las autoridades ni la prensa. Movimientos ciudadanos en pro de la educación, profesionales de otras áreas, y el mismo Mineduc siguen sosteniendo que hacer clases “es fácil” y que por lo tanto “cualquiera lo puede hacer”, y esto me parece un insulto a la inteligencia. Creo que a nuestras profesoras y profesores debemos darles tiempos y espacios para un desarrollo armónico como docentes. Por qué en vez de pensar en castigos, descuentos salariales y expulsiones, no pensamos en bonos para la compra de libros, descuentos en el cine, acceso gratuito a museos… necesitamos enriquecer nuestras escuelas. Y estos tiempos también deben pagarse. Es esto lo que no se entiende en Chile, que para exigir más hay que dar más… y tristemente en nuestro país se espera tener resultados extraordinarios estrujando al máximo el tiempo que los docentes no están teniendo hoy en nuestras escuelas. Sin cambiar esta mentalidad de rentabilidad absurda, no avanzaremos sustantivamente.

31 de marzo

ABSOLUTAMENTE DE ACUERDO CONTIGO JORGE!!!!! Las condiciones laborales y de remuneración de los profesores son de las peores, sin ninguna relación con la tremenda importancia de su labor… «para exigir más hay que dar más». ¿Por qué no partimos por mejorar los sueldos de los docentes y evitar con eso que deban tener jornadas en distintas instituciones para poder hacer el sueldo digno del mes? Mi hermana es profesora de Educación Básica así es que veo el problema de cerca. Es una mujer altamente capacitada, creativa, dedicada y sin embargo, gana menos de la mitad de lo que yo gano por hacer un trabajo administrativo. La veo correr a diario preparando clases, preocupada por enseñar de manera entretenida, preocupada también por la situación personal de sus alumnos y de las carencias que muchos de ellos sufren en sus hogares. Todo ese esfuerzo no se condice con el sueldo indigno que recibe cada mes. Muchos profesores, con tal de «mejorar» su ingreso mensual se multiplican haciendo clases en distintas instituciones, con todo el desgaste físico y emocional que eso significa. ¿Cómo se espera que rindan de manera «destacada»??? ¿Cómo se espera captar a «los mejores» a la labor docente si se trata finalmente de una labor de «misioneros» y «altruistas»? Los que tienen vocación sin duda la piensan dos veces antes de seguir ese camino y verse más encima sometidos a la evaluación de su desempeño mediante un instrumento que no se hace cargo, a mi parecer, de realidad laboral de los docentes.
Los sueldos de profesores y parvularias son un indicador, finalmente, de la mínima valoración que, como sociedad, le damos a nuestros niños. Cualquier recorte presupuestario que tenga relación con dicho grupo pareciera estar bien. ¡Es una vergüenza! La carrera docente es de las más excelentes, más importantes de la sociedad, porque tiene DIRECTA relación con nuestros niños. Al invertir en los profesores, invertimos en nuestros niños.

«La infancia servida abundante y hasta excesivamente por el Estado, debería ser la única forma de lujo -vale decir, de derroche- que una colectividad honesta se diera, para su propia honra y su propio goce. La infancia se merece cualquier privilegio. Yo diría que es la única entidad que puede recibir sin rezongo de los mezquinos eso, tan odioso, pero tan socorrido de esta sociedad nuestra, que se llama el «privilegio», y vivir mientras sea infancia, se entiende, en un estado natural de acaparamiento de las cosas excelentes y puras del mundo, en el disfrute completo de ellas.»

Gabriela Mistral

31 de marzo

Jorge, estoy muy de acuerdo con lo que planteas. Aún así creo que la evaluación docente es usada como arma contra la profesión, a pesar de ser interesante. En eso tu análisis es bien claro y certero. Creo que si los profesores no tuviesen la directiva reaccionaria que tienen en el Colegio de Profesores, podrían dirigirse a organizar sus propias evaluaciones docentes desde su organización gremial y disputar el espacio que ofrece esta evaluación centralizada por el Estado y la academia. Pero eso lo digo pensando en política, no en implementarlo.
A todos esos que, no siendo profesores, arman un discurso de escándalo respecto a esta evaluación, condenando a los profesores públicamente, me encantaría verlos por un año trabajando en las condiciones que muchos profesores trabajan, con sueldo de profesor y todo. Ojalá en un reality donde se exponga lo duro del trabajo docente y los años de experiencia que cuesta llegar a ser un buen profesor. Pero eso les liquidaría el discurso que tan aprendido tienen de denigrar a la única profesión que tiene que hacer todo por la sociedad, pero no puede hacer tanto con lo que la sociedad le entrega.
Saludos.
PS: acá va mi opinión sobre la evaluación docente http://blog.latercera.com/blog/muronacional/entry/evaluaci%C3%B3n_docente_y_el_cambio

31 de marzo

Estimado Jorge: te agradezco los comentarios. Estoy completamente de acuerdo contigo en relación a la importancia que tiene valorizar la profesión docente y generar incentivos (no sólo monetarios) para hacerlo una actividad atractiva. La vocación docente es uno de los recursos más preciados para un país y creo que necesitamos hacer todo lo posible para cuidar y estimular esas vocaciones.
Las ideas que propones son muy estimulantes y creo que van en el sentido correcto.
Tendemos a pensar que necesitamos buenos profesores para ser más productivos como país, olvidando que los profesores son quiene forjan el alma de la nación.

Slds
Ricardo

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