Esta semana, y luego de la tormenta de corrupción provocada por los casos Penta, Caval y Soquimich, el Ejecutivo anunció una serie de medidas que apuntarían a instalar un punto de inflexión que provoque la recuperación de la confianza del pueblo en sus instituciones democráticas y en sus representantes en cargos públicos, cuestionados transversalmente por un país harto de arreglines.
Se anunciaron aspectos como la eliminación de los aportes reservados, que elección tras elección financiaron groseramente a sectores de la Concertación y de la derecha. Recordemos que Felipe Kast, diputado que hace semanas presentó un proyecto para devolver la discriminatoria facultad de seleccionar en los colegios, recibió 99% de su financiamiento por esta vía, lo que con una nueva legislación lo dejaría con mínimas posibilidades de ser electo. También se terminaría el aporte de las empresas a los candidatos y la reelección eterna de parlamentarios. Por otro lado, se incorporaría la obligación de educación cívica en todos los niveles enseñanza. Sin duda son aspectos necesarios y de mínima decencia para una democracia moderna, pero claramente no son suficientes ni van a frenar la necesidad de todo un pueblo por verdadera justicia contra los corruptos.De nosotros depende salir a las calles organizados, con propuestas programáticas claras y voluntad participativa para exigir al Ejecutivo que la nueva constitución no se haga entre cuatro paredes, donde aparecen los lobos de la vieja guardia siempre atentos a la jugada.
Pero sin dudas el anuncio que más debe poner en alerta al movimiento social es la que desde el inicio de esta crisis política hemos planteado como necesidad urgente para construir un país más justo y con altos estándares de probidad: la nueva constitución. Se dijo que en «septiembre se iniciará el proceso constituyente», concepto ambiguo que nos deja más con dudas que certezas. Pues bien, de nosotros depende, como movimiento estudiantil, junto a los trabajadores -con quienes el viernes marchamos por una profunda reforma laboral-, los pobladores y todos los gremios del país, que esta constitución se convierta en la primera en la historia de Chile en realizarse por asamblea constituyente, representando lo más fehacientemente los intereses de nuestros ciudadanos, las regiones y los pueblos originarios.
De nosotros depende salir a las calles organizados, con propuestas programáticas claras y voluntad participativa para exigir al Ejecutivo que la nueva constitución no se haga entre cuatro paredes, donde aparecen los lobos de la vieja guardia siempre atentos a la jugada. De nuestra fuerza y capacidad de movilización depende que el Gobierno entienda que no serán los cuestionados de siempre, los que ya están sentados en el Congreso gracias a aportes reservados y platas tránsfugas, los que elaboren una carta magna que dignifique a los estudiantes y trabajadores, devolviendo derechos básicos arrebatados a sangre por la dictadura. La edificación del nuevo Chile, uno con educación gratuita sin letra chica, no debe permitir a los corruptos de siempre, a los que se criaron en política de la mano del negocio. La nueva constitución no la van a escribir los que declaran ante Tribunales; la escribiremos, democráticamente, la gran mayoría de Chile que tenemos las manos limpias y que lo único que hemos hecho ha sido trabajar para que todos podamos convivir en paz.
La escribiremos los ciudadanos junto a las organizaciones que han hecho carne el sentido de la soberanía popular: los movimientos regionales, los de la diversidad sexual, los ecologistas, los defensores de los consumidores, y, por sobre todo, la Patria trabajadora, porque sólo los explotados, ese 80% de chilenos que gana menos de $300 mil, saben lo que significa haberse comido tres décadas de precariedad laboral, de reemplazo en huelga, de la debilidad de los sindicatos a la hora de negociar. Todo esto, sin olvidar que el plan de Pinochet destruyó de tal forma la organización de los asalariados, que hoy sólo el 11% está afiliado a un sindicato, órgano fundamental para el soporte de una democracia y la batalla contra la desigualdad.
Pero, ojo, no debemos perder de vista que la nueva Constitución la vamos a construir de la mano con la disputa de las reformas educacional y laboral en curso. No por el ingreso a la agenda de un nuevo debate nacional, que incluye la arremetida amenazante del empresariado, vamos a permitir que se desvíe la atención de proyectos como el de gratuidad de la educación superior, la desmunicipalización o la carrera docente. Al contrario, debemos cuidar más que nunca los niveles de unidad y propuesta programática que hemos logrado en la calle, para incidir concretamente en proyectos que representen a los cientos de miles que han vuelto a marchar. Sólo de esa forma cerraremos todas las puertas a la cocina de Zaldívar, fantasma constante que aparece cuando se pierde la fuerza y unidad.
Esta semana quedará como una marca ineludible de cara al año de movilizaciones que debemos enfrentar. Con los más de cien mil estudiantes y trabajadores que ayer marchamos por una profunda reforma laboral –una con negociación ramal y huelga efectiva-, nos quedó claro que tenemos la fuerza, claridad y conciencia para hacer de esta crisis de legitimidad del sistema político, una oportunidad para avanzar en asamblea constituyente y reformas profundas sin dobles lecturas.
La pelota está de nuestro lado. Hoy más que nunca mantengamos la fuerza a nuestro favor: soñemos lo imposible, marchemos con alegría y vamos por la AC que estos años en la calle merecen. El mango del sartén de los cambios volvió a ser nuestro, y no estamos dispuestos a soltarlo.
Comentarios
03 de mayo
Hay que cuidarse del arbitraje y el sartén que no lo recalienten por qué están esperando que nos asorochemos al lado del horno…
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03 de mayo
Yo no se pienso que ya la calle, las marchas no cumplen ninguna finalidad mas que servir a los delincuentes encapuchados y a los delincuentes de fuerzas especiales pára provocar desmanes. Y entre estas dos malas fuerzas funcionales al sistema, torcer la voluntad de los cambios que los chilenos necesitamos. Debemos ser mas creativos en nuestra protesta y nuestra propuesta…………estan las redes sociales……………..estamos un sinnumero de ciudadanos dispuestos a dar la pelea, pero no en el terreno que les conviene a los enemigos de los cambios, cual es la calle……………………el pueblo, los ciudadanos tenemos imaginacion y herramientas para torcerle la mano a los criminales de cuello y corbata, y tambien a los de uniforme…………………… no se …pero no nos faltara………..ideas no faltaran…….acciones tampoco…………
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04 de mayo
Señorita, aprobar una asmblea para dar por aprobada una constitución sin leerla es lo antidemocratico. SI tiene una constitución mejor que la actual publiquela para que la aprobemos despues de leer.
-1
08 de mayo
Los 129 arts. que tiene la contitucion (si no me equivoco) deberan ser discutidos por las organizaciones sociales y sus delegados y generar borradores los cuales se deberan votarse en asambleas,eso por dar una idea. Aca ninguna organizacion se puede «arrancar con los tarros’ proponiendo una nueva constitucion,por tanto mala su solicitud
08 de mayo
Hege, si no me equivoco, decia algo así como: «La historia se repite. La primera vez, como tragedia; la segunda, como una farsa», es decir, algo que da más pena que nada.
Lo que propone esta joven, con otros jóvenes y no tan jóvenes (más bien viejos reciclados), es la misma cantinela de algunas décadas atrás: el pueblo es el que debe gobernar, el que debe cambiar todo, el más capaz y limpio (casi impoluto) para para cambiar lo que, según estos mismos proponentes, es espúreo y no democrático.
Por supuesto que este «pueblo» serán los iluminados de siempre, las «vanguardias organizadas», los que más gritan y amenazan y que, si todo lo planeado por ellos resulta, lograrán una «Nueva Constitución» más democrática (tipo cubana, por ejemplo, o venezolana, para no irse al extremo).
Para alguien como yo, que ha vivido lo suficiente como para tener algún grado de escepticismo, puedo decir que nada bueno puede salir de mentes juveniles, afiebradas por el poder de salir a la calle, paralizar el tránsito, romper algunos vidrios y gritar consignas.
Prefiero el tránsito lento y pausado de los cambios que se han hecho, y que han permitido que mi madre ya no viva en piso de tierra o que haga sus necesidades en un baño como la gente, o que tomemos agua potable de la red sin problemas, o que mis hijos tengan una expectativa de vida como la de un europeo, o que en invierno no tengan sabañones en las manos o en los pies porque pueden usar ropa de abrigo, o que no usemos carbón en braseros para cocinar o calentarnos y un largo etc.
Es de esperar que mis compatriotas, que han sufrido lo mismo que yo y que hoy tienen una vida inconmesurablemente mejor, no caigamos en las redes de estos jóvenes que, por lo propio de su edad y entendimiento, creen que el mundo lo inventarion ellos.
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10 de mayo
parece discurso setentero, a la luz de los años pasados podríamos decir sobre este artículo…si queremos que todo siga como esta, necesitamos que todo cambie, (gatopardo)…, no sé porque hay tanta gente con visiones mesiánicas, se ve todos los días , parece que se alimentan sin excepción de las teorías de la conspiración y entonces se les ilumina el seso, … dicen que lo mismo pasa cuando se visita Jerusalem la primera vez, muchos se creen Jesucristo, a ese vamos, vamos todos muchachos..campesinos ( ojo no pueden faltar, aunque el pobre campesino no esté ni ahí..)trabajadores, obreros, estudiantes…vamos todos juntos contra los otros, a un tristemente famoso iluminado llamado pol pot y sus colegas de borrachera se le ocurrió llamarlo khmer rouges…, el resto es historia.
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23 de noviembre
Estoy contigo Javiera Reyes. Lamento que hayas perdido la Presidencia de la Fech, pero esta convocatoria debe seguir siendo nuestra. Te mando un abrazo. Nos veremos en Cenda
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