Nada es más sensible que la educación. La calidad de las escuelas de nuestros niños y niñas afecta todos los aspectos de sus vidas, sobretodo, el futuro y la capacidad creativa de cada uno; así como el desarrollo económico de la sociedad. Eso puede hacer, con razón, que la reforma del sistema educativo sea el principal foco y tema permanente de discusión, no sólo de los especialistas en educación, sino también de líderes políticos, empleadores y padres. A menudo, a causa de la magnitud de lo que está en juego en la calidad de la educación impartida en nuestras escuelas, el tema se trata con mucha pasión y los debates son acalorados.
Si solo lo anterior fuese el marco sobre el cual plantearse cuáles son los desafíos de la educación en Chiloé, estos serían inmensos. Por eso, solo me referiré, brevemente a los aspectos más pragmáticos, aquellos que configuran el centro de la gestión educativa y sus desafíos futuros.Es el momento de tomarnos en serio el desarrollo del capital profesional colectivo si queremos un sistema educativo sustentable, que otorgue confianza y a la vez, cumpla con los propósitos que se le encomiendan
Primero
Muchas comunas han mejorado la forma en que se preparan los planes del sector educativo, a través de un proceso inclusivo y técnicamente sólido, lo cual ha conducido a que la calidad de ellos también haya mejorado. Pero estos planes de mayor calidad han enfrentado regularmente desafíos de implementación tan severos como sus predecesores menos sólidos. Esta es una gran preocupación: si un plan no se sigue con su implementación, todo el esfuerzo anterior pierde credibilidad y su impacto en la realidad de los territorios y de las escuelas se vuelve insignificante, insuficiente para viabilizar la implementación de las políticas públicas en educación. El sistema falla. Los nuevos Servicios Locales de Educación debieran superar este desajuste y alinear las declaraciones con los instrumentos, las metas y los recursos, socializarlas adecuadamente, aterrizarlas con sentido en cada oficina administrativa y escuela del territorio.
Segundo
Una herramienta importante, si no la más importante, para una implementación exitosa es una administración educativa eficaz y que funcione bien, desde el nivel central hasta las oficinas regionales, de las comunas y las direcciones de escuela. Para mejorar la implementación, la administración debe volverse más efectiva, y eso exige una mejor comprensión de las limitaciones existentes en su funcionamiento. Lo que sugiero en este plano, es conocer las modalidades de gobernanza territorial y de gobiernos de multinivel. Son muchas las instituciones que trabajan en el territorio educativo y la mayor de las veces no de manera coordinada, lo cual agota, fatiga a la administración local y sobre todo a los directivos de las escuelas.
Tercero
Hoy no existe una visión común entre las administraciones a nivel insular y poco consenso con respecto a la distribución de roles y tareas entre las administraciones educativas ministeriales e insulares. Por ejemplo, en vista de las capacidades limitadas de planificación técnica a nivel insular, los niveles ministeriales tienden a monopolizar las tareas claves, lo que genera cargas de trabajo inmanejables para los funcionarios que allí se desempeñan y una falta de capacidad a nivel insular que, a su vez, genera frustración entre funcionarios de educación en todos los niveles. Esto debiera superarse con un Servicio Local de Educación y construir una visión común no solo en aquellas materias sustanciales de los procesos de gestión educativa, sino que sobre todo, en aquellos aspectos formativos, curriculares y valóricos que el sistema promueva para las futuras generaciones.
Por último
La gobernanza de un sistema educativo es un desafío enorme, no voluntarista, es la actividad regular y disciplinada de la práctica y el aprendizaje dentro del sistema. Por eso, tenemos que evaluar capacidades institucionales, viabilidad de los liderazgos sistémicos y existencia de competencias profesionales antes de confiar cuantiosos recursos cuya finalidad es desarrollar habilidades en otras personas para que tengan mejores aprendizajes e incrementen sus capacidades colectivas de mejora social. Es el momento de tomarnos en serio el desarrollo del capital profesional colectivo si queremos un sistema educativo sustentable, que otorgue confianza y a la vez, cumpla con los propósitos que se le encomiendan.
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