Hace unos años, la realidad en la educación pública en la comuna de Chiguayante era un indicador más de la crisis de un sistema educativo que sumaba falencias, tropiezos y resultados negativos, ante una competencia académica particular y particular subvencionada que ofrecía infraestructura, climas de desarrollo personal e intelectual, muy superiores a una educación pública.
Mientras esto sucedía, la educación en Chiguayante parecía ir en el sentido opuesto a la confianza que depositaban en ella padres y apoderados. Con ese diagnóstico, la situación educacional en una comuna de no más de 90 mil habitantes, considerada por muchos como comuna dormitorio y sin mayores ofertas en lo laboral que el aparato público comunal o el comercio local, la tarea de educar bajo la consigna de gratuidad y calidad asomaba como un desafío imposible.
Reconocido el desafío, el Municipio y la Administración de Educación Municipal, se dieron el trabajo de avanzar en forma simultánea en distintas áreas, infraestructura, climas, participación de la comunidad educativa, desarrollo de potencialidades etc. Lo primero, definir desde la Alta Dirección Pública una nueva forma de administrar la educación. Lo segundo, el acompañamiento permanente por parte del sostenedor, la Municipalidad de Chiguayante; y tercero, equipos de trabajo comprometidos que entendieron la importancia entre la labor que les toca desempeñar y el resultado exitoso de los procesos educativos.Chiguayante muestra en sus indicadores los que se ha hecho bien, pero también, evidencia lo que falta por avanzar.
Este proceso que comenzó el 2013 no estuvo exento de conflictos. Cuando se pretende instalar nuevos paradigmas en materia educativa, es común encontrarse con quienes desde una cultura ya instalada son reticentes a nuevos procesos y afloran frases como “si siempre lo hemos hecho así, porque cambiar ahora” o escuchar el mezquino conformismo en expresiones como “si estos niños, después de cuarto medio, tienen que buscar trabajo no más”. Estos enunciados, que en ocasiones se hacían comunes en la comunidad educativa, condicionaban la calidad del trabajo realizado. Peor aún, condicionaba a nuestros propios niños y niñas limitándolos en su desarrollo personal y cognitivo.
La definición de nuevas prioridades por parte del Municipio y la Administración Educacional, lentamente comenzó a caminar hacia resultados amigables y que reconocen el trabajo realizado. No da lo mismo si al niño o niña lo recibe una sonrisa cada mañana, no da igual la calidad del pupitre donde lo sientas, no es indiferente la infraestructura donde se desarrollan los procesos educativos, no pasan desapercibidos los climas laborales, no es lo mismo hablar de procesos en forma individual a hacerlo en forma colectiva, involucrando en ellos a la comunidad educativa y su entorno.
Los resultados SIMCE 2017, hoy reconocen eso a Chiguayante. Reconocen una mirada y un compromiso distinto donde todos son incumbentes en el éxito o el fracaso educativo. Dichos resultados entusiasman y desafían. Claro ejemplo es la Escuela Bélgica, situada en el centro histórico de la comuna, que atiende a familias de estratos socio económico medio bajo; que logra en los últimos años importantes resultados, instalándose –incluso- por sobre establecimientos particulares subvencionados de la comuna, cuyos estudiantes pertenecen a estratos socio economismo medio y medio alto. Y las congratulaciones aumentan cuando vemos que el establecimiento alcanza comparativamente mejores resultados que sus pares a nivel provincial.
Los resultados de la Escuela Bélgica, no son hecho aislado para la educación municipal en Chiguayante, en los otros establecimientos –también- podemos encontrar resultados que en lo cuantitativo sorprenden, pero en lo cualitativos lo hacen aún más. La Escuela Alemana, por ejemplo, mostró un saltos de 41 puntos en lectura en octavo básico; la Escuela Manquimávida, un alza en cuarto básico de 26 en lectura, la Escuela Jonh F. Kennedy 12 puntos la evaluación de lenguaje en cuarto básico; el Liceo Hipólito Salas lo hace en 13 y 11 puntos en Lectura y Matemática respectivamente en octavo básico; mientras la Escuela Balmaceda el 8vo básico aumenta en 36 puntos su evaluación en matemáticas y 25 puntos en ciencias.
Chiguayante muestra en sus indicadores los que se ha hecho bien, pero también, evidencia lo que falta por avanzar. Esta no es una columna autocomplaciente pues hay resultados que muestran que falta aún más. Es indudable que entre lo que hoy hay y lo que hace unos años la educación municipal en la comuna era capaz de ofrecer, existe una diferencia que deja una sensación positiva. Se asumieron compromisos, se mejoró la infraestructura, se dignificó la labor de quienes trabajan en educación, se dio un nuevo espacio a cada uno de quienes componen la comunidad educativa, se involucró a la familia en los procesos educativos y se entendió y dio vida a un nuevo paradigma porque cuando estamos todos, educar es fácil y efectivo.
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