Lo que se ha venido en llamar Pandemia Social producto del coronavirus es en realidad la expresión agudizada de la desigualdad del ingreso enquistada en Chile, que está generando que los trabajadores paguen el costo de la crisis, con un desempleo de 15,6% en Santiago (469 mil personas) en marzo según una encuesta del Centro de Microdatos de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile -la peor cifra en 35 años- y un 9% a nivel nacional en el último trimestre, de acuerdo al INE.
Chile aún cuenta con un margen de maniobra para endeudarse y es urgente que lo haga para proteger a las familias frente al galopante aumento del desempleo y la constatación de que la informalidad probablemente es mayor a la habitualmente estimada, alcanzando a dos millones y medio de personas.
Dada la estrepitosa caída de la actividad económica de 14% en abril (una magnitud de la cual no se tenía registro desde la creación del Imacec) y de la proyección del Fondo Monetario Internacional (FMI) de una contracción de la economía chilena de 4,5% este año, es esperable que el desempleo aumente, por lo que urgen medidas de shock para ir en ayuda de los estratos más vulnerables que se quedarán sin empleo.
A inicios de la pandemia, la Cepal ya nos alertaba en su Panorama Social de América Latina que la mitad de los hogares de menores ingresos en Chile accedía sólo al 2,1% de la riqueza, mientras el 1% más rico concentraba el 26,5% de ella. Cifras que empeorarán con la recesión producto de la paralización de la economía, con una proyección de aumento de la pobreza de 9,8% en 2019 a un rango entre 11,9% y 13,7% en 2020, según el organismo internacional. En definitiva y tal como en crisis económicas anteriores, los pobres se vuelven más pobres y los estratos medios se empobrecen, mientras el ingreso de las 10 familias más ricas a nivel regional está subiendo durante la pandemia.
Renta Básica de Emergencia
Frente a la profundidad de la crisis, lo que se requiere es discutir mecanismos de redistribución del ingreso que tengan efectos permanentes y que constituyan un Nuevo Pacto Social por la Equidad y la Igualdad. La Renta Básica Universal (RBU) es una propuesta de economía política que desde hace un tiempo se discute en sectores progresistas a nivel mundial, como una garantía de ingresos que pagaría el Estado a todos los ciudadanos sólo por el hecho de serlo, que se constituye en una herramienta redistributiva de la riqueza a través de transferencias monetarias directas.
Frente a la recesión global que se aproxima, la RBU comienza a aparecer como una alternativa para enfrentar el aumento del desempleo y la pobreza en algunos países como España, por ejemplo, pero acotada en el tiempo mientras dure la pandemia y dirigida al segmento más vulnerable (en vez de la idea inicial de alcance universal).
La propia Cepal ha propuesto para la región latinoamericana que los Estados impulsen un Ingreso Básico de Emergencia para que los ciudadanos y ciudadanas tengan un ingreso de supervivencia para enfrentar la crisis económica, que considera podría ser el primer paso hacia un Ingreso Básico Universal. Cepal calcula que dicha medida de emergencia tendría un costo de 2% del PIB si se aplica por seis meses, cifra que no considera muy alta si se contrasta con el 6,8% del PIB que alcanza la evasión de impuestos en promedio en la región.
Dado que se trata de una transferencia directa de recursos, una Renta/Ingreso Básica de Emergencia permitiría a las familias adquirir alimentos y víveres para subsistir durante la cuarentena, dada su imposibilidad de salir a trabajar. A la vez, actuaría como estabilizador económico automático, incrementando la demanda de bienes y servicios, y dinamizando las economías locales al comprar los productos en los almacenes de barrio. En definitiva, la Renta Básica de Emergencia genera -a la vez- un círculo virtuoso de protección para las familias y un estímulo económico al mercado, acelerando la recuperación post pandemia.
Chile aún cuenta con un margen de maniobra para endeudarse y es urgente que lo haga para proteger a las familias frente al galopante aumento del desempleo y la constatación de que la informalidad probablemente es mayor a la habitualmente estimada, alcanzando a dos millones y medio de personas.
Fondo de Estabilización Económica y Social
Ante situaciones excepcionales, las respuestas estatales también deben serlo, dada la gravedad de la coyuntura que enfrentamos. Éste es el momento de echar mano a recursos que se han acumulado en ciclos económicos alzistas y a la disciplina fiscal ejercida durante años por Hacienda. Es tiempo de superar dogmatismos neoliberales y de usar mecanismos como el Fondo de Estabilización Económica y Social (FEES) para incrementar el Gasto Público -como sugiere la Propuesta Económica del Colegio Médico-, que acumula US$12.000 millones y que fue creado, justamente, para enfrentar ciclos económicos adversos como el actual. Si no es ahora, cuándo.
Dado que la crisis sanitaria tiene un carácter que se podría considerar estacional (incluso con un comportamiento de la curva relativamente estimable de acuerdo a la experiencia asiática y europea) que generará costos transitorios y que Cepal proyecta una rápida recuperación económica en 2021, Chile debe movilizar recursos fiscales, incrementar el Gasto Público y aplicar medidas contracíclicas que estimulen la economía a nivel local ahora, para que el crecimiento negativo se extienda lo menos posible en el tiempo.
Así como a nivel sanitario la estrategia de asumir inicialmente los costos de paralizar la economía a través de cuarentenas obligatorias aplicadas tempranamente (a la inversa de la apuesta dinámica), tiene más probabilidades de contener los contagios cuando hay pocos casos de coronavirus y es posible trazarlos (como lo hizo exitosamente Nueva Zelanda); a nivel económico, pareciera más eficaz incrementar el gasto fiscal en esta etapa para disminuir el riesgo de caída en la pobreza de amplios sectores de la población, que luego tener que gastar mucho más para contrarrestar sus efectos sociales cuando ya se haya incrementado.-
Columna completa publicada originalmente en El Mostrador.
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