se hace necesario asimilar el desarrollo como el logro de expandir la multiplicidad de potencialidades de los distintos sujetos sociales y económicos que conforman la sociedad, ampliando constantemente su campo de acción a diversos terrenos, ya sea científicos, productivos, comerciales, tecnológicos, sociales, etcétera. De esta manera, se supera la visión de “desarrollo” impuesta en la actualidad, la que se funda precariamente en la disposición de abundantes capitales o la acumulación de los mismos.
Una de las más recurrentes formas de articulación popular en nuestro país son los llamados “Comités de Vivienda”. Estos, fuera de su denominación legal, son instituciones que pueden ser calificadas como organizaciones económicas populares, constituyéndose como francas expresiones de la llamada economía popular de la solidaridad, que ha sido entendida por autores como Razeto Migliario como “la introducción de niveles crecientes y cualitativamente superiores de solidaridad en las actividades, organizaciones e instituciones económicas”, tanto a nivel de mercados como de políticas públicas, entregándole a comunidades organizadas la posibilidad de ser protagonistas de su propio proyecto. Así, por una parte, se supera el asistencialismo y, por otra, se promociona una gestión cooperadora entre diversos actores sociales.
Ello obedece a una visión alternativa de desarrollo, que comulga con un modelo distinto al que hoy en día se implementa, privilegiando indicadores cualitativos del bienestar humano, por sobre aquellos cuantitativos (claro ejemplo de indicador cuantitativo es el PIB per capita). Así, se hace necesario asimilar el desarrollo como el logro de expandir la multiplicidad de potencialidades de los distintos sujetos sociales y económicos que conforman la sociedad, ampliando constantemente su campo de acción a diversos terrenos, ya sea científicos, productivos, comerciales, tecnológicos, sociales, etcétera. De esta manera, se supera la visión de “desarrollo” impuesta en la actualidad, la que se funda precariamente en la disposición de abundantes capitales o la acumulación de los mismos.
Los conceptos expuestos no son una novedad, ni tampoco un invento. Son prácticas sociales que han sido ejercidas bajo diferentes contextos de nuestra historia, en que se ha puesto como sujeto principal de desarrollo a los sectores populares. La práctica y comprensión de estas conductas pasa por “ver, juzgar y actuar”, dirigiéndonos hacia un horizonte distinto al trazado por intereses puramente individuales. Inclinándonos hacia la construcción de una “vida humana, más humana”, instalando una construcción social colectiva y comunitaria.
Difícil será, en este mundo individualista, lograr niveles de equidad a través de instrumentos individuales. Las necesidades son colectivas, por ende, es y será solidaria la manera como debemos superarlas. Así es como atendemos al llamado que nos hace el Documento de Aparecida, cual propone “apoyar la participación de la sociedad civil para la reorientación y consiguiente rehabilitación ética de la política”, a través de “una verdadera economía solidaria y un desarrollo integral, solidario y sustentable”.
El desafío actual es hacer eco de ese llamado, considerando “injusto y al mismo tiempo de grave perjuicio y perturbación del recto orden social, confiar a una sola sociedad mayor y más elevada lo que pueden hacer y procurar comunidades menores e inferiores” (Quadragesimo Anno).
En definitiva, son infinitas las expresiones que tiene la economía popular solidaria: comités de vivienda, emprendimientos personales, autoempleo, bancos comunales, cajas solidarias, asociaciones comunitarias de producción, entre otras. Sin embargo, la proliferación de las mismas no pasa por dictar una u otra Ley, sino más bien por la asimilación real y colectiva de la solidaridad como motor de cambio social, constituyéndose como requisito fundamental para el logro de una justa economía.
Comentarios
11 de abril
Me recuerda las antiguas cooperativas, el cooperativismo de los tiempos de la DC en el poder. El problema es que la corrupción, el robo y sobre todo el incumplimiento de los socios con sus responsabilidades envió todo al olvido.
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