Hace pocos días se publicaron los resultados del concurso 8% FNDR del Gobierno Regional de Aysén. Miles de millones de pesos distribuidos entre organizaciones y municipios que presentaron una variedad de iniciativas enfocadas en el adulto mayor, salud, cultura, arte, deporte, reciclaje, medio ambiente, etc.
Pero más allá de la diversidad temática, fue la dispersión geográfica la que llamó la atención. La alegría que dirigentes de organizaciones de Tortel, Villa O’Higgins, Puerto Guadal, y de seguro de muchas otras pequeñas localidades, da cuenta de que uno de los objetivos planteados por el Consejo Regional de Aysén, y por la gobernadora Andrea Macías, se ha ido cumpliendo. Que los fondos del Estado a nivel regional lleguen a todos y a todas, de seguir apoyando con equidad territorial.Es la forma en que la sociedad se hace cargo de sus desigualdades y barreras de entrada. Y eso es lo que, afortunadamente, han demostrado los últimos resultados del 8% del FNDR. Es un paso correcto en la senda de la equidad territorial.
Porque fue éste uno de los criterios: dar puntaje extra a las iniciativas que fueran en beneficio de las y los habitantes de las localidades aisladas. En la resolución que aprobó el fondo se menciona que se identificaron 41 en total, sobre la base del ranking de la Política Regional respectiva.
Pero no sólo eso.
También se evaluó positivamente los proyectos de entidades privadas sin fines de lucro en contraste con las de los municipios y otros organismos del Estado, que normalmente cuentan con mayor acceso a financiamiento. Lo mismo con grupos prioritarios (niños, jóvenes, adultos mayores, personas en situación de discapacidad, privadas de libertad, en situación de calle, disidencias sexuales, etc.), equidad de género, fomento del trabajo asociativo a través del vínculo con otras organizaciones y que los asociados de éstas estén informados sobre las iniciativas a postular por las directivas, entre otros principios.
Fueron casi 400 las propuestas que obtendrán financiamiento.
Hace una década, desde el Consejo Regional Aysén del Colegio de Periodistas se propuso incorporar algunos criterios especiales a la calificación de los proyectos postulados al Fondo de Fomento de Medios de Comunicación Social Regionales, Provinciales y Comunales, que administra el Ministerio Secretaría General de Gobierno. Esto, toda vez que por ley la orden profesional integra la comisión de evaluación respectiva.
Ya en esa ocasión se planteaba dar una ponderación especial a las iniciativas de las localidades más aisladas, dando puntajes diferenciados dependiendo si el medio era de una capital comunal, provincial o regional. Mientras menos cerca del centro, mayor la puntuación.
También se propuso un mecanismo para privilegiar los proyectos de medios que menos veces hubieren obtenido recursos del concurso. De esta forma, los fondos públicos se van distribuyendo equitativamente a lo largo de los años.
Tanto en el caso del 8% FNDR como en el de lo propuesto para el Fondo de Medios el sustento es que las políticas públicas deben tener enfoque. Principios que deben permear las decisiones del Estado. Escenario donde el concepto de “calidad” no sólo tiene relación con saber llenar profesionalmente un formulario (algo relevante pero no fundamental), si no se cae en una tecnocracia falsamente neutral.
Algo similar ocurre en los procesos electorales. Donde más allá del mito de un/a ciudadano/a un voto, la exacta matemática electoral poblacional no existe. En el Congreso, por ejemplo, el sufragio de un aysenino vale más que el de un santiaguino.
Con 97.438 posibles votantes en las parlamentarias de 2017, el distrito 27 (que es el que nos corresponde) eligió 3 diputados/as. En la misma situación, con tres escaños, están los distritos 1 de la Región de Arica y Parinacota (con 191.498 electores), 2 de Tarapacá (257.520 electores) y 28 de Magallanes (con 159.618 electores). Si el voto de cada aysenino/a fuera el factor base, resulta que en la Cámara Baja nuestro peso individual relativo es casi el doble que el de alguien de Arica y Parinacota, dos veces y medio que el de alguien de Tarapacá y uno y medio que el de un/a magallánico/a.
El caso más extremo es el de un elector/a del distrito 8, que con poco más de un millón de votantes declarados elige 8 diputado/as. Es decir, el sufragio del elector/a de Aysén pesa cuatro veces el suyo.
Así ocurre, también, con la paridad de entrada y, más aún, de salida, los escaños reservados y una serie de factores que modifican la conformación de instituciones representativas. Es la forma en que la sociedad se hace cargo de sus desigualdades y barreras de entrada. Y eso es lo que, afortunadamente, han demostrado los últimos resultados del 8% del FNDR. Es un paso correcto en la senda de la equidad territorial.
Para él récord: yo también postulé, en el marco de una organización, un proyecto al fondo del Gobierno Regional. Y no obtuvo financiamiento. Honestamente, dicho resultado no creo que se haya debido a animadversión de los evaluadores, algún acto de corrupción o cualquier otro factor distinto de la correcta calificación. Simplemente no fue bien presentada la iniciativa.
Porque si hay algo que no debe ocurrir es que, al analizar la función de lo público, la vivencia personal no nos deje ver el bosque de las positivas decisiones del Estado.
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