Ha pasado casi una semana del fin de la Copa América, ganada merecidamente por la Selección Uruguaya. Más de 30 mil chilenos llegaron a Argentina a alentar a la selección y a todos nos parece que se desperdició una oportunidad histórica de alzar el tan esquivo torneo continental. El trago amargo de la derrota ante Venezuela nos aterrizó a una dura realidad: que al momento de tener la responsabilidad frente a las grandes circunstancias, sencillamente arrugamos. Eso ha sido así en los más de 100 años de fútbol nacional, lo que nos hace junto con Ecuador y Venezuela los únicos equipos sudamericanos que jamás han levantado el más antiguo trofeo de Selecciones.
Sin embargo, nuestra selección no fue la que mostró la peor cara de nuestro país. El juego de Chile en general fue bien evaluado por la prensa deportiva. Fuimos quienes atravesamos la cordillera para ir a alentar a la escuadra nacional, la denominada “marea roja”, la que en un importante porcentaje demostró buena parte de nuestros ripios socioculturales que hoy por hoy, no nos hacen el país más querido en Latinoamérica.
Y es que en Sudamérica a partir del fin de la dictadura y la “prosperidad” económica alcanzada en 20 años de Concertación, nos hemos convertido en los jaguares o “new rich” del continente. Esta actitud probablemente deriva de nuestra mentalidad isleña y de ex-país pobre, que sólo era una capitanía general dependiente del virreinato del Perú. “El chileno hoy día es más seguro de si mismo, menos acomplejado, incluso hasta agrandado de repente”, me comentó un remisero (algo así como un chofer de radiotaxi, pero informal). Cada viaje en Taxi o Remis, era una conversación de seguro entretenida. Es que las diferencias culturales con nuestros hermanos argentinos son enormes; hasta el tipo del trabajo más humilde te habla claro, con un léxico infinitamente mayor al nuestro,con seguridad, y con orgullo de su labor: el que prepara sandwich, el mesero, el vendedor de un mesón no se apocan por su “laburo”, en particular los taxistas siempre tiene algo que contarte, de que lo apasiona, de que lo pone mal. Deporte y Politica son los temas preferidos. En general, uno no aprecia esa cultura del dinero por el dinero, esa competitividad absurda en que estamos imbuidos en Chile; el argentino vive más en paz con el consumo.
Esto se explica porque claramente Argentina creció mirando un modelo distinto (el europeo) del que pretendemos imitar nosotros (EEUU). Sin ser economista, me percaté de que para los Argentinos las cosas básicas son baratas, casi de libre acceso podríamos decir, y lo suntuario carísimo. La educación universitaria es un derecho, por ende gratuita y de calidad y las universidades privadas son infinitamente más baratas que las nuestras. El gas y la electricidad son extremadamente baratas, qué decir de la bencina. Sin embargo, los televisores LCD valían el doble o triple de lo que valen acá, para qué decir gadgets de ultima generación. Un Ipad valía exactamente el doble que acá, al igual que los autos: una 4×4 Coreana que aquí ronda los 20 mil dolares, allá bordeaba los 40 mil.
Escuché muchos compatriotas quejarse de la falta de modernidad de Mendoza, de la falta de cajeros automáticos. Algunos se reían despectivamente de lo antiguo del parque automotor argentino; oí incluso algunos chilenos decir estos “tercermundistas” (cómo si Chile limitara con Francia, Alemania e Italia).
Caso aparte fue el trato hacia los hinchas peruanos. En más de una ocasión sentí vergüenza por mis compatriotas que, sin el más mínimo pudor, les cantaban a los del Rímac que “comían palomas” y que en Chile “les dabamos de comer”. Todo esto amparado en que, en disputa que hubiere, los chilenos, excedíamos con creces el número de peruanos, mejicanos o uruguayos. Muchos se sentían invadiendo Mendoza. Eso, sumado a que éramos favoritos para ganar la Copa, generó un agrandamiento total.
La conducta de la “Marea Roja”, amparada en la supremacía numérica, demostró que en “mi Chile querido” somos un pueblo profundamente irrespetuoso con la diversidad, xenófobo, petulante a propósito de nuestro supuesto desarrollo económico, y con un profundo grado de resentimiento hacia quienes alguna vez nos miraron en menos llamándonos “chilenitos”. Al parecer nos está faltando liberar un poco nuestra rabia y sentirnos un poco más orgullosos del barrio en que vivimos: América del Sur.
Comentarios
30 de julio
A juicio personal, creo que no se debe generalizar, no todos los compatriotas que amamos nuestro «Chile querido» tenemos esas conductas equivocadas.
Es el comportamiento o mejor «idiosincrasia» de los chilenos que viven en la zona centro- sur de nuestro país, porque aquí en el norte no somos así; estamos acostumbrados a convivir y a respetar a peruanos y bolivianos, al menos yo no he visto tal comportamiento.
saludos cordiales !
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30 de julio
Así es María Cristina, no pretendo generalizar, pero hay un grupo importante de ciudadanos que manifiestan desprecio por nuestros vecinos y señalan que estamos en un mal barrio, típico de el arribismo que sufre nuestra sociedad, gracias por tu comentario, saludos.
30 de julio
Buena descripción de aquello en que nos hemos convertido Evidentemente hay excepciones, pero lo que el autor describe es la identidad con que somos percibidos en la región; lamentable.
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