No es nuevo, la hinchada normalmente se hace presente en diversas movilizaciones, con mayor o menor éxito de convocatoria pero lo hace. ¿Por qué un grupo de jóvenes, que tiene como fin organizarse para asistir a los estadios, siente la necesidad de reunirse y movilizarse por otras cosas que no tienen que ver con “fútbol”? (esta hoy en día bastante más claro que todo está relacionado inclusive la “pelotita”).
Este 21 de Agosto cientos de miles de chilenos salieron a la calle a movilizarse contra las AFP´s y la hinchada respondió masivamente al llamado popular de tomarse las calles. En todo Chile hinchas salen a protestar, algunos organizados otros solos como personas “individuales”. El fútbol, que es un tema bastante transversal en el país y el deporte más popular, es plataforma hoy en día para empresarios y políticos que ven el fútbol como un negocio y como un espacio para levantar candidaturas en la búsqueda del poder. Mientras los poderosos se adueñaron del fútbol, una de las últimas cosas que no tenían en sus manos, el pueblo fútbolero vio más o menos impávido este cambio de “administración” como muchos quisieron maquillar cuando lo que pasó es que se hicieron de la propiedad de éstos. No estamos hoy para hablar en profundidad sobre las S.A.D. Que por lo demás pertenecen a los mismos grupos económicos que son dueños del país, sino de tratar de entender el porqué una cantidad de hinchas de estos clubes hoy en día no sólo se queda en la trinchera de la galería y sale a la calle.Es en el marco de las protestas más grandes contra la dictadura donde se comienzan a congregar a diversos jóvenes que no contaban con “espacios” de reunión y el fútbol les dio cierto espacio; la dictadura en ese momento no veía al fútbol como un problema y con los clubes intervenidos o en la mira no generaba mayor miedo.
Sabemos que la dictadura obligó a jóvenes a desentenderse de la política y de los aspectos más tradicionales de participación. Los jóvenes hasta antes del 73 sabían que la política era un espacio en disputa y participaban a diferentes niveles de ella. Las juventudes políticas eran potentes y movilizaban a una gran cantidad de personas. La dictadura busca desintegrar ese espacio de encuentro, como casi todos los espacios, y los jóvenes empiezan a funcionar en la lógica de la resistencia a la dictadura por un lado y, por el otro, en función al ingreso de drogas como la pasta base, por ejemplo, que se adueña de los sectores más populares afectando a este sector de la población fuertemente. Para qué hablar que esos jóvenes, una vez ingresados al mundo laboral, tenían alguna posibilidad de organizarse por alguna cosa por lo que la atomización obligada era el pan de cada día. Es en el marco de las protestas más grandes contra la dictadura donde se comienzan a congregar a diversos jóvenes que no contaban con “espacios” de reunión y el fútbol les dio cierto espacio; la dictadura en ese momento no veía al fútbol como un problema y con los clubes intervenidos o en la mira no generaba mayor miedo.
Es a mediado de los ochentas que empiezan a aparecer las barras bravas y que aparecen como espacios juveniles principalmente donde estos se juntan, reúnen y organizan. Mezclando también el sentimiento “anti sistémico” y las drogas van conformándose como lugares en contra del sistema pero que le servían a él también para mantener a los jóvenes fuera de todo. La llegada de la “democracia” tampoco vio con miedo a estos grupos e incluso los fomentó ya que veía en ellos una posibilidad de grupos de fuerza que servirían para sus propios intereses, al estilo Argentino. Pero las barras que tenían mucho de la pasión y del colorido de la república vecina no tenían una génesis igual y por lo tanto también ahí se comienza a incubar un germen de desobediencia, o al menos la idea de ella.
Muchos hablan de los barras como enajenados y enajenadas (a medida que la presencia femenina se fue haciendo más fuerte también) y como totalmente sistémicos, ¿sí y no?, sin duda que las barras sirvieron para darle un espacio poco peligroso a los jóvenes de organizarse sin tocar el sistema como de una u otra forma las juventudes políticas lo hicieron en el pasado reciente, pero la organización también trae consecuencias inesperadas ya que entrega herramientas a quienes en otros lugares nunca podrían tener.
Los años han pasado. Los niños, niñas y jóvenes de los 80 y 90 crecieron, otros jóvenes vinieron a ocupar esos espacios, con nuevas formas de pensar y nuevas conductas, mejores o peores eso está por verse; distintas sin duda como toda la sociedad ha ido cambiando también, pero hoy esos jóvenes salen a la calle y piensan un mundo donde el fútbol es importante pero donde también se hacen parte del llamado popular para reclamar y protestar. La presencia recurrente a la romería al cementerio general cada 11 de Septiembre ya no es la única marcha en donde se está presente, es recurrente que en las marchas estudiantiles, en la legalización de la marihuana y otras más siempre existan hinchas y barras presentes con lienzos y banderas. Esos jóvenes, y algunos que lo fueron y que vienen de la generación anterior, comienzan a sentirse parte de un sistema que nos tiene a todos mal.
El hincha que domingo a domingo se encuentra con la policía y que se le trata como delincuente por vestir una camiseta acumula rabia y esa rabia se manifiesta de muchas formas, como violencia en los mismos recintos o en sus poblaciones, pero también contra un sistema que nos violenta.
¿Son una mayoría? No, aún no, pero eso no lo hace menos valorable; 10, 20, 100 o miles, como pasó este domingo 21 de Agosto en la marcha contra las AFP´s, dicen algo. Esos jóvenes que son los marginados de los marginados, (porque muchos de esos ultra conscientes y revolucionarios nos ven inferiores porque somos unos enfermos que nos gusta la pelotita y que “dividimos” al pueblo, también nos marginan) se hacen presentes y le dicen a la sociedad que también existimos, que opinamos, que no creemos en este sistema o en parte de él al menos, y por eso salimos a la calle, con nuestro folclore y nuestras particularidades; claro que somos más bulliciosos y siempre se nos verá con una cerveza o un “pitito” por ahí, pero no ven que aunque convivimos en la marginalidad, ya que no venimos de la clase en el poder y que somos el “lumpen”, a pesar de todo eso, ahí estamos.
No vamos a decir que somos los llamados a hacer la revolución y hacer los cambios estructurales que necesitamos, no, no somos ni la vanguardia ni nada parecido. Seguramente si el sindicalismo en Chile fuera fuerte muchos optaríamos por militar ahí, ya que la gran mayoría somos trabajadores, ó si los partidos políticos no estuvieran tan desacreditados posiblemente también militaríamos ahí. Es entonces debido a que la gran mayoría de los espacios formales de transformación no están funcionando, que hoy en día existen los “militantes” de la hinchada, que hacen del fútbol una cosmovisión, un lugar donde se aprenden valores, principios y además nos entrega el espacio para hacer todo lo que creemos que es justo. La barra (o hinchada como algo más general) no es tampoco una taza de leche o un espacio de perfección, tenemos mil y un defectos y no somos ciegos, pero a pesar de todo eso hoy nuevamente salimos a la calle y seguramente lo seguiremos haciendo aportando con un granito de arena con los cambios que Chile necesita.
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