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¡Ya nadie lee!

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Se suele escuchar, con bastante frecuencia -y en ocasiones, desde voces autorizadas- que se lee cada vez menos, que antes se leía más. Ello es, desde un punto de vista puramente cuantitativo, una mentira imperdonable. Se lee. Y se lee más que nunca.

Los números

En 1961 había en Chile 17 editoriales, las cuales llegaban a 20 en 1979; hoy hay 106 editores. En el año 2001 se editaban 6.570.825 ejemplares de libros; en el 2009 la producción alcanzó los 29.651.096. Como si eso fuese poco, hoy los tirajes de diarios y revistas son más altos que nunca. Ello no guarda ninguna relación con el crecimiento poblacional.

Nunca como antes Chile tuvo rangos de escolaridad tan altos. Sólo a partir de 1965 fue obligatorio cursar hasta el octavo año básico; hoy, desde el año 2002, es Ley que todos los niños deban terminar su escolaridad completa, con un 98% de matriculados en el sistema y un índice de deserción del 5%.

Así mismo, mientras que en 1907 la tasa de analfabetismo llegaba al 60%, hoy poco más del 4% está en esa condición. Y no haré aquí referencia al analfabetismo funcional o por desuso, pues esta es una variable que sólo se mide recientemente, pero que de todos modos ha ido mostrando niveles de mejoría de una medición a otra.

En 1976 había en Chile 51 bibliotecas públicas en el país; hoy todas las comunas cuentan con al menos una, superando ya las cuatrocientas. En algunos casos se trata de edificios nuevos, especialmente construidos con ese propósito, como en Coyhaique, Til-Til, Pinto, Marchihue, Pemuco, Alto Bio-Bio, Licantén o Cerrillos, entre tantas otras comunas. Además, está el Bibliometro, con cerca de 20 puntos de préstamo en las estaciones del tren subterráneo de Santiago. Han aparecido decenas de bibliobuses que recorren el país, además de bibliotecas y puntos de préstamo en ferias libres, malls, consultorios, hospitales, cárceles.

El invitado invisible

Es cierto, hay muchas personas que no leen libros, aunque sean ávidas devoradoras de diarios y revistas. Pero hay, probablemente, muchas otras que no leen ningún material impreso. Hoy, para muchos chilenos, la principal práctica lectora es utilizando la computadora, especialmente a través de Internet.

Con más 16 millones de habitantes, Chile contaba al año 2000 con menos de dos millones de usuarios de Internet. Hoy, esa cifra supera los ocho millones. ¿Qué hacen todos esas personas frente a la pantalla? Leen. Consumen lectura en grandes cantidades, desde diferentes fuentes y en distintos idiomas. Y no sólo eso; también escriben.

Sólo un dato. Imagina tú, hace veinte años atrás, ¿cuántas cartas recibías y leías al mes? ¿cuántas respondías? Compáralo con la cantidad de e-mails que recibes y contestas por día. Sólo ese ejercicio basta para darse cuenta que se lee y se escribe más que nunca.

Además de las versiones impresas de los diarios, miles de usuarios acceden diariamente  a ellas a través de la Red. Y no sólo leen, no sólo son consumidores pasivos; también comentan, debaten o interactúan con cada nota que aparece. En una encuesta realizada entre usuarios de Internet, el 99,2% afirma que accede a Internet todos los días o día por medio, el 77% lee blogs y el 69% tiene un perfil en alguna red social.

Esto es una bomba y estalla todos los días. Lo peor que alguien podría hacer, lo más torpe de una política pública o una iniciativa privada en torno al tema de la lectura es negarse a ver como este “nuevo invitado” ha llegado para quedarse.

Calidad

Pareciera, sin embargo, que se lee menos que antes. Un estudio de la francesa Joëlle Bahloul se inclinaba a poner el enfoque en otros aspectos de la lectura. Hay diferentes lectores: alto, medio, bajo y no lector. Es muy probable que grandes lectores hayan dejado de serlo, pero se puede decir con toda seguridad que el número de no lectores se ha reducido significativamente.

Quizás lo que debamos comenzar a medir deba ser diferente. Le lectura no puede ser reducida a un simple ejercicio de números y estadísticas. Cada vez más, la lectura es mediada con variables cualitativas, midiendo ya no la cantidad, que sabemos que es siempre creciente, sino la calidad, la intensidad.

Darse cuenta de esto es de vital importancia antes de abordar planes nacionales o estrategias de lectura; como entender que se debe invertir con el mismo entusiasmo en la infraestructura física y en la virtual. Para ello se hace necesario la instalación de indicadores que no sólo arrojen cifras sino que muestren tendencias, que den cuenta hacia dónde van los intereses lectores de nuestra comunidad.

No sigamos creyendo en falsos profetas: en Chile se lee y más que nunca. Parafraseando al poeta Gonzalo Rojas, lo que ahora cabe es preguntarse ¿qué se lee cuando se lee? ¿cómo se lee? ¿para qué se lee? ¿con quién se lee?

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22 de abril

creo que en general leemos mucho más, el problema es la comprensión de aquella lectura, esa es la gran piedra de tope

24 de abril

Eugenia, por eso termino el artículo preguntándome sobre las formas de la lectura, acerca de sus intensidades y calidades. Y por eso nuestros planes y programas de fomento lector, más que apuntar a leer más, debiesen abocarse a otros vértices de la lectura, sin descuidar nunca el acceso e incrementarlo.

22 de abril

Bueno, la lectura digital existe, Sin embargo, ni siquiera los propios lectores la consideran como tal. Los usuarios de bibliotecas siguen prefiriendo los formatos impresos, Aventurándose al digital en los medios de prensa. Mientra los jóvenes utilizan y leen foros y blogs. Claramente la lectura digital, no solamente es hypertextual, sino que también multisoporte, lo que permite una comunicación, una conversación, etc. Tal vez algo más cercano a la lectura pública y no a la lectura privada. En fin, la reflexión da para rato, pero creo que los datos existentes en Chile, cuanti y cuali aun son insuficientes para comprender la complejidad del asunto.

24 de abril

Pablo, comparto contigo que lo que se entiende por lectura es aún muy básico; si no estoy leyendo una novela, entonces no leo, no importa si es diario, comic, computadora, manual o enciclopedia. Primero es necesario reconocer las múltiples lecturas. Y creo que, como señalas, nuestro nivel de investigación, de reflexión, análisis e interpretación del fenómeno es muy precario.

24 de abril

Estoy más bien retirado, cumplo 80 años en un par de meses, lo que me significa muchas horas frente al computador. ¿Qué hago con el? Gran parte del tiempo lo gasto leyendo. La prensa, libros, muchos libros en castellano, inglés o francés. Y escribiendo correspondencia, comentarios , mails, o anotaciones sobre temas interesantes. Toda la vida fui un lector, y con el computador me acostumbré a leer en la pantalla, y ya no echo de menos el «olor a los libros», ni la característica del papel. Creo que la novela puede estar en crisis, no así la lectura. Si alguién dice «ya nadie lee novelas», habría que sopesarlo. ¿Es cierto esto? Pero se sigue leyendo. Lo que es indudable es que estamos frente a un cambio muy grande, donde se comienza a sepultar el teatro, la música clásica, la opera, tal vez la novela, Pero tenemos cosas nuevas: You Tube entre otras. Seguimos leyendo y viendo las nuevas formas de expresión. Es una época maravillosa, donde las nuevas tecnologías nos traen nuevas artes, que me alegra haber tocado vivir.

24 de abril

Carlos, estoy cien por ciento de acuerdo con las reflexiones que planteas acerca del tema. Tu propia experiencia es una demostración que la lectura existe, cambia, se transforma y sigue existiendo. ¿No te interesaría escribir y contar esa experiencia aquí en ELQUINTOPODER? Sería muy buena para quienes trabajamos en programas de fomento lector. Saludos

24 de abril

Es cierto que es una época maravillosa, pero, no estoy de acuerdo con que desaparecen otras Artes… en Chile, siempre fué honeroso asistir al Teatro o a la Opera; sin embargo, en otros lugares del mundo ,es mucho más asequible.
Tal como decimos que es una maravillosa época, también debemos tener presente a colectivos más pequeños , pero, no menos importantes: los discapacitados visuales, los sordos ciegos, y otras dificultades… son personas a las que les debemos un acceso a la lectura y a la información , y por tanto a la integración . Internet es un medio para ésto!. ¡ todos tenemos derechos !.
Es importante también , que se moderen los precios y los impuestos a la cultura.

25 de abril

Felicitaciones Carlos, me encanto leerlo, y comprobar esa teoría de varios que pensamos que hay solo algo de romanticismo en el creer que hay que leer solo en papel, claro a todos nos gusta tener los libros de nuestros autores favoritos, pero también existe muy buena literatura dando vueltas en la vida virtual. Ademas toca otro punto importante eso que ud. dice «me acostumbré a leer en la pantalla», otro argumento que la gente utiliza para no leer en formato electrónico pero como ud. señala es solo falta de costumbre. Saludos.

25 de abril

La noción de que «en Chile la gente no lee» está, desafortunadamente, bien instalada. Pero, como bien apunta Gonzalo en su columna, eso no es efectivo.
Personalmente, desterré esa noción de un Chile poco lector, al enterarme de cifras de estamentos pertenecientes a la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Dibam, como lo es el programa BiblioMetro. Como botón de muestra, durante el 2006 se realizaron en los puntos habilitados en el tren subterráneo, 186 mil préstamos de libros. Teniendo en cuenta que los puntos de préstamo de BiblioMetro crecerán al doble de los que había en 2006, esa cifra seguramente aumentará, así como ya han de haber aumentado el número de socios de BilblioMetro, que hasta noviembre del 2008 ascendía a 72 mil. Y muchos de estos títulos son novelas, así que esto podría responder a la inquietud que más arriba expresó Carlos Poblete.
Una nueva dimensión exploratoria hay por delante respecto del tema de la lectura, la información a recabar debe explorar otras dimensiones que vayan más allá si se lee o no. Cómo, cuándo, dónde, en qué medio, con qué fin. Esas son algunas de las interrogantes a considerar para dar algo más de profundidad a un tema que aún está por descubrirse, como es el de la lectura en Chile.

25 de abril

Por seguir con los números: hace poco más de cuatro años la Biblioteca de Santiago no existía; el año pasado prestó más de 350 libros. Y Bibliometro prestó una cantidad muy similar. Cabe preguntarse ¿faltan lectores o falta acceso?
Las reflexiones y los análisis de otro tipo, especialmente cualitativos, son los hay que desarrollar ahora.
Gracias por tu comentarios José Ignacio. Espero leer pronto tu columna.

28 de abril

Fe de erratas: el año pasado la Biblioteca de Santiago prestó cerca de 350 mil libros, al igual que Bibliometro.

25 de abril

Gonzalo, reyelendo tu artículo, es bien cierto lo que dices. Creo que esto da para una acción cuyo propósito sea definir un indicador de lectura y que incorpore las preguntas que tu haces, eso hoy es de la mayor relevancia, el otro indicador ya está obsoleto.

25 de abril

Exacto. Más arriba está el comentario de Pablo Andrade, quien está trabajando programa de un organismo iberoamericano y dirigido por Jesús Martín Barbero, en torno al tema de la lectura mirando temas como indicadores, implicancias y dimensiones de la lectura, ya no sólo preocupado de los números.
No hay que descuidar el acceso y siempre debemos acortar la brecha entre los que tienen acceso a los libros e Internet y los que no. Pero nuestras evaluaciones no se deben quedar en un porcentaje de metas cumplidas sino en una comprensión de la comunidad en las cuales trabajamos y sus necesidades.

30 de abril

Efectivamente hoy se lee más. En tanto que construcciones culturales, todo ha cambiado para la lectura y la escritura desde su invención hace 5000 años: los soportes en que se lee o escribe, los textos, los lectores, los propósitos, los lugares , la cantidad que se lee y se escribe. En el S XXI saber leer significa poder leer múltiples tipos de textos, saber encontarlos, seleccionarlos de acuerdo a las propias necesidades, pero sobre todo, saber comprenderlos críticamente, es decir, llegar a su sentido profundo, a las ideas que están tras sus líneas, a comprender su ideología implícita, a evaluar su solidez, a contrastarlos con otras alternativas. Cada lector construye el sentido de lo leído desde su propia historia y sus propias comprensiónes del mundo. Estas constataciones, como las que hace Gonzalo, implican modificar profundamente las formas de enseñar a leer y escribir; hablar de alfabetizar lleva a pensar en una perspectiva que resulta actualmente reduccionista; en el s XXI es necesario que los niños entren a la cultura escrita desde la más temprana edad, tengan contacto con múltiples textos provenientes de distintos ámbitos del conocimiento con sus particularidades conceptuales y formales y puedan interactuar con otros sobre los propias impresiones, emociones y hallazgos. Tomar conciencia de estas nuevas necesidades resulta crucial para la educación en nuestros días, cuando la comunicación actual ocurre principalmente a través del lenguaje escrito y los niños que asisten hoy a la educación inicial requieren dominarlo para ejercer su pequeña ciudadanía.

01 de mayo

Gracias Alejandra por tu comentario. Sería muy buena idea que pudieses plasmar todo eso que dices en otro artículo, de modo de ir poniendo el tema de la lectura en la agenda y la discusión, no te parece. ¿Te animas?

10 de mayo

En Chile todavía tenemos un grave problema, y este radica en el valor comercial que los libros tienen. Comprar un libro nuevo cuesta al rededor de 15.000 a 50.000 pesos, y eso dependiendo de su autor. Sería interesante ver a gente legislando por algún subsidio al libro, cosa que cualquier persona que quisiera adquirir uno, el estado financie parte de este por motivo de educación y/o cultura.

Saludos!

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