La relación “cultura y Estado” se teje desde la Ilustración, allá por el siglo XVIII, y tuvo como propósito iluminar al pueblo en la sombra de la ignorancia. No sólo significó democratizar la cultura, sino que también desarrollar identidad, pertenencia y lealtad para defender la nación. Con los años, la cultura se convirtió en agente de reconstrucción de la identidad de los pueblos entre guerras mundiales.
En el siglo recién pasado, Francia e Inglaterra entienden muy bien que el nuevo papel de la cultura era la posición política internacional, muy útil para “hablar y ser escuchado”. El soft power en su mejor expresión.
Actualmente, la cultura ha logrado una combinación exquisita entre desarrollar identidad, construir reputación y generar economía. Como ejemplo Colombia, con su propósito llamado Economía Naranja, reinterpreta con atención el desarrollo creativo en Inglaterra, EEUU y Corea del Sur.No necesitamos un Ministerio que siga siendo el jardinero de la cultura, repitiendo patrones cada estación. Necesitamos uno que trabaje en la renovación de Chile, entendiendo a la cultura como un medio de transformación
En Chile, la cultura tuvo un importante papel en la vuelta a la democracia. El premio fue la constitución de un Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de Chile en 2008 que, una década después, se convierte en Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
Aunque reconozco su evolución interdisciplinaria, el Ministerio se viene reduciendo a “administrador” de creadores a través de subsidios para artistas y gestores culturales, convirtiéndolos en “administrados”, como ya lo expresaba Theodor Adorno en los ‘60. Es como si el Estado fuera el jardinero que riega, planta y poda al jardín de la cultura.
Hoy tenemos una gran oportunidad de repensar el propósito del Ministerio, acorde con las nuevas necesidades país. Por supuesto que se requiere un diagnóstico profundo, pero hay un par de asuntos que están a la vista:
– Trabajar en la cohesión ciudadana. Es posible reducir la polarización de los ciudadanos, que daña la convivencia, que no aporta felicidad y que dificulta acuerdos de desarrollo. Una nueva Constitución requerirá de mucho consenso político ciudadano y la cultura puede otorgar mínimos comunes.
–Amplificar el valor internacional de Chile. Desde lo académico, político, económico y desde la oferta de nuevos talentos jóvenes para un mundo globalizado. Las exportaciones están muy relacionadas a la cultura. Por ejemplo, pensemos cuánto más valor puede tener una fruta o vino en una mesa brasileña sólo por ser de Chile, país de poetas.
Muchos esperamos un Ministerio más involucrado con los demás sectores. Richard Rorty reclamaba a la izquierda cultural de EEUU por el abandono de la economía, en manos de la derecha. Una izquierda cultural que no se involucra con asuntos económicos desconoce el valor generado por los trabajadores de su sector, lo que impide su desarrollo sostenido. Por otro lado, una derecha sin vínculos culturales define su identidad en otro lugar, tomando decisiones sobre la comunidad y el territorio sin sentido de pertenencia profundo.
No necesitamos un Ministerio que siga siendo el jardinero de la cultura, repitiendo patrones cada estación. Necesitamos uno que trabaje en la renovación de Chile, entendiendo a la cultura como un medio de transformación para la educación, economía y relaciones internacionales, de este nuevo país ante el mundo.
Comentarios
17 de enero
Interesante tema; e interesantes posibilidades que se abren ahora con un nuevo gobierno que ojalá pueda hacer más que todos los anteriores. Yo confío en sus intenciones, mas no sé si les van a dejar recursos suficientes para hacer algo. Recuerdo que en algún momento había exposiciones y eventos en Santiago centro y estación Mapocho, y que después todo se fue hacia el «barrio alto». El Goethe y el Chileno Francés, por ejemplo, salieron del centro y se fueron más arriba. A muchos nos gustaría poder participar más, pero como que la única opción es dedicarse a la cultura en privado y a solas en casa.
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17 de enero
Gracias Blasco, si, hay que poner la cultura más al centro. Saludos
17 de enero
Estoy muy de acuerdo con lo que planteas, porque valoras el papel de las artes en la economia, algo que raramente se hace, y que cuando se hace genera escozor. De la cultura se dicen actualmente dos cosas contradictorias: una es que la cultura es muy cara, que los libros, las entradas para el teatro o la música son caros, y que la gente no puede pagarlos: a continuacion se dice que los artistas son pobretones porque las artes no son redituables, que no son utiles economicamente, que no generan plata (ninguna actividad genera plata, generan bienes y servicios), y que deben ser mantenidas porque no son productivas. Evidentemente si los libros y entradas para el teatro fueran carisimos los novelistas y dramaturgos tendrian que ser riquisimos, y como eso no es asi, algo anda mal con esa afirmación. Creo que el arte es sostenible y redituable economicamente pero en un contexto de una economia un poco distinta, se nos ha olvidado que la economia no siempre fue neoliberal. Hace siglos los artistas no eran ricos, pero vivian de lo que hacian (hoy eso es una quimera). Creo tambien que un ministerio que se ocupe de esto debe apuntar tanto al financiamiento estatal como al apoyo a la industria creativa, tal como podria hacerlo con cualquier industria. Porque no hay nada mas falso que el arte sea economicamente improductivo. El arte es sumamente productivo, porque es creativo, un dibujo puede costar millones de pesos. A la sociedad le asusta pensar en el poder economico del arte. Saludos
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17 de enero
Gracias Paolo. Muy de acuerdo con tu comentario. Para mí es cuestión de «bienestar económico» necesitamos herramientas para el desarrollo sostenido a través del talento. Saludos