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Música chilena en las radios: la ley de los que sobran

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El factor que define el contenido es la lógica de mercado de la mano de una serie de prácticas con resultados excluyentes: la publicidad y lobby de las compañías y producciones transnacionales que llegan a las radios terminan por desplazar las producciones locales, que no tienen los recursos para defenderse en tal desigual competencia.

A varios les ha llamado la atención la campaña de la ARCHI contra la ley del 20% de música chilena en las radios, sin embargo, las dimensiones de esta discusión no han sido aterrizadas en la opinión pública, no siendo más que un debate ajeno entre los intereses de los artistas y de los radioemisores. Existen importantes consecuencias de dicho proyecto como también razones de por qué es una situación que amerita nuestra atención y opinión, hasta el punto de encontrar preocupante ver como el pasado enero senadores autoproclamados “progresistas”, como el presidente del PPD Jaime Quintana, votaron en contra de esta ley (3 en contra y 2 a favor).

El año 2010 se tramitó, con posterior aprobación en la Cámara de Diputados, un proyecto de ley que no pasó desapercibido a ojos de músicos, compositores e intérpretes, como también de medios de radiodifusión. Se trata del proyecto de ley que exige como requisito a las radios de nuestro país emitir al menos un 20% de música o interpretación nacional en la programación. La polémica se desató por lo dura que sería una “imposición” de ese tipo, principalmente en cuanto a las libertades que se ven comprometidas en relación a las líneas editoriales de las radios, como planteó el ex-ministro Luciano Cruz-Coke. ¿Será esta una medida justificable para salvar el débil mercado de música local? La práctica comparada nos dice que sí, y nos da una buena perspectiva del error que significa dejar en manos de la voluntad del mercado el destino de la producción y difusión de música local, en términos de hacer efectivo el incremento del patrimonio cultural de la Nación y el acceso a este.

Hoy es claro, nos enfrentamos a una gran dificultad y la disposición del mercado ha significado una mínima difusión de la música nacional a través de radioemisoras a lo largo del país (proporción de 8,5% contra un 91,5% en relación con la música extranjera que se transmite), y se trata precisamente de que el espectro radioeléctrico (las ondas electromagnéticas que nos permiten escuchar radio), de propiedad estatal y sujeto a concesiones, es de carácter limitado, o sea, podemos tener solo un número determinado de radios emitiendo programación (un poco más de 1200 radios que forman parte del dial en el país). Tal dificultad se convierte en problema si sumamos que el factor que define el contenido es la lógica de mercado de la mano de una serie de prácticas con resultados excluyentes: la publicidad y lobby de las compañías y producciones transnacionales que llegan a las radios terminan por desplazar las producciones locales, que no tienen los recursos para defenderse en tal desigual competencia. Ya hubo duras consecuencias en el ámbito de la producción musical durante la última década con el abandono de los sellos discográficos más importantes a nivel internacional (Sony Music, Universal, EMI y Warner) que no encontraron rentabilidad en la distribución y producción de música chilena. Los síntomas son claros, y en la medida en que dejamos que sólo sea la música rentable (extranjera) la que acapare todo el espacio de programación, estamos dejando morir a una minoría (música nacional) que de cierta forma representa nuestra identidad y todo aquello que a nosotros nos acontece como país, en la medida en que a través de los distintos géneros musicales que se generan desde lo local logramos expresar tanto sentimientos como  puntos comunes que nos ayudan a mirarnos a nosotros mismos.

Frente a esto los más escépticos dirán -y no me cabe duda de que es argumento de radiodifusores- que dicha minoría no tiene espacio porque simplemente la música nacional es mala y por ende no se escucha. Pero, ¿será que no se entrega espacio porque la oferta es poca y mala? ¿O será que la oferta es poca y mala porque no se entrega suficiente espacio? La experiencia de países con un actual porcentaje de consumo musical local altísimo demuestra que el problema parte por un tema de difusión, y para efectos de la columna nos centraremos en Brasil, cuya realidad es perfectamente comparable a la nuestra en periodos distintos de tiempo.

Durante la época de los 50 la situación de Brasil no era muy distinta a nuestra actual contingencia en términos de consumo de música local. Para ese entonces, en Brasil se transmitía en su gran mayoría música importada, especialmente boleros. Enfrentándose a esa realidad, el gobierno tramitó un proyecto de ley que obligaba a las radios a mostrar al menos un 50% de música brasileña (altísimo si miramos el 20% que se quiere instalar aquí). Esta nueva condición obligó a las radios a subir la demanda de música local (había que llenar estos espacios con una cantidad de canciones que no existían en el mercado), lo que condicionó a aumentar el nivel producción (y la cantidad de productores por estímulos tributarios para que los sellos transnacionales invirtieran en producción brasileña) abriendo espacio para un gran número de intérpretes y compositores que encontraron un campo laboral fértil donde mostrar y producir sus creaciones. En esa misma época jóvenes de los barrios cariocas de Copacabana e Ipanema, entre los que están Antonio Carlos Jobim, Vinicius de Moraes y Joao Gilberto, comenzaban a impartir un estilo que se conocería como “el ritmo nuevo” o bossa nova. El enorme espacio de difusión que coincidió con el inicio de este hito musical ayudó a popularizar la música de raíz brasileña a tal punto que la valorización por lo propio desencadenó una apertura a muchos otros estilos musicales e intérpretes que hoy no son sólo estandartes de la cultura de Brasil, si no que son artistas respetados y escuchados en todo el globo (cantantes como Frank Sinatra vendían discos enteros de música brasileña). Está demás decir que eso no sólo marcó una valorización en el ámbito musical, ya que Brasil vive del consumo de su propia cultura y eso está a ojos de cualquiera: supieron explotar y valorar un sentido propio de identidad a tal punto que hoy dicha ley esta derogada ya que el porcentaje de música brasileña que se emite en la radios supera la cuota establecida gracias a la demanda de su propia música.

El fenómeno cultural que causó el aumento de difusión no solo es defendible con el caso brasileño (se podría argumentar, claro está, que el nivel demográfico de ese enorme país tiene una ventaja comparativa en relación a Chile para abrir mercados rentables). Las políticas públicas que buscan equilibrar la desigual difusión y proteger los bienes culturales han sido aplicadas con éxito por países como Uruguay, Argentina, Sudáfrica, Australia, Nigeria, Filipinas (no se exige un porcentaje si no que está la obligación de mostrar cuatro obras de artistas filipinos cada hora), Francia, Canadá, Israel, Jamaica y México (todos exigiendo más que sólo el 20%). En fin, la misma experiencia chilena también nos sirve de ejemplo. ¿Alguien pensaría que de no ser por el mismo tipo de regulación (la ley 19.131 le exigió a los canales un 40% de producción nacional) no tendríamos teleseries y novelas nocturnas en casi todos los canales nacionales? Efectivamente, de no ser por dicha iniciativa sólo escucharíamos acentos venezolanos y mexicanos viniendo de nuestra televisión a la hora de comida. Hoy ya ni siquiera se hace por respetar la medida, si no que se volvió un negocio rentable y pedido por la audiencia.

Así, además de la efectividad comparada de la ley, el porcentaje se justifica tanto por lograr suplir las barreras de mercado que implica la posición dominante de la disqueras internacionales (desde un punto de vista de regulación mercantil), como también por disminuir el perjuicio que radica en la nocividad que tiene la poca difusión de música chilena para efectos del incremento de patrimonio cultural que el Estado debiera proteger. Se debe ponderar tanto los intereses de quienes tienen la concesión radial como también los intereses de una industria que hoy no da respaldo a los artistas. ¿Se justifica protegerlo? Pues claro, no estamos hablando de cualquier tipo de proteccionismo, potenciar la industria musical chilena tiene consecuencias positivas tanto para los músicos/intérpretes/autores en términos de sostener un medio en el que puedan vivir de su vocación artística, como también para nuestra identidad nacional y cultural, la que por supuesto encuentra un foco importantísimo en la música. ¿Prefieren dejar nuestras creaciones como parte del pintoresco folklore en un museo? ¿O prefieren acaso vivir de nuestra propia cultura? Me atrevo a pensar que nadie quiere que las radiodifusores y las transnacionales decidan por nosotros.

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13 de marzo

Comparto plenamente su opinión. En la campaña de la Archi hablan que la música chilena «no debe imponerse», como si ellos no sucumbieran ante las presiones de los sellos internacionales que quieren promocionar a «X» cantante o grupo.

En cuanto a variedad, hay para todo. No creo que alguna radio pueda decir que no existen creadores chilenos para determinado estilo. Pienso que esta ley no coarta las libertades de las radioemisoras porque en líneas generales, ni han tenido ni ejercido su tremendo potencial de difusión nunca. Ya sea por razones económicas o políticas, siempre están al servicio de algo o alguien que no necesariamente es el público.

Si en determinadas temporadas han sido capaces de programar a un «artista» repetidamente so pretexto de que «está de moda», sabiendo que el producto es en realidad un engendro de laboratorio que a fuerza de repetición y enganches extra-artísticos llega a ser «popular» (que no al revés) además del aparataje publicitario económico, ¿por qué no pueden programar apenas un 20% de espacio para chilenos con propuestas serias, diversas y de calidad?

Saludos.

13 de marzo

Entiendo tu punto pero no comparto. Te comento desde la vereda de radiodifusor independiente (no me afecta la ley porque habla de radios de aire, no digitales).
En esencia la idea es buena, pero absolutamente tardía en relación a la realidad chilena del 2014. El poder de los sellos se ha ido reduciendo año a año, porque sus ventas han caído y los canales de venta físicos se han reducido al mínimo, por ende, la payola se ha reducido. Ya todos sabemos hacia dónde va el mercado de la música (en poder del artista, y sus mayores ingresos vienen del espectáculo).
No soy de los que piensa que la música chilena es mala. No obstante, me parece un despropósito meterla como obligación para despertar el interés de nuestros compatriotas. Lo que debiera existir son subsidios e incentivos para su difusión, más que meterla por obligación. ¿O no era tan suficientemente buena como para que entrara por mérito propio a las radios? Es una completa contradicción a eso, porque yo sí creo que, como todo en la vida, hay exponentes buenos y malos.
Atenta contra la libertad de elección de la audiencia, pues se le impone cierto tipo de contenido. Hay 35 radios FM en Santiago, otro tanto en AM. Hay una radio de música chilena. Ha sido un buen proyecto y ha sorprendido, pues se pensó en algún minuto que sería la menos escuchada de su consorcio, y ha trepado hasta estar al menos entre el lugar 15º a 20º de la encuesta Ipsos en la Región Metropolitana. Ahí ves, hubo una oportunidad de negocio, pero el mercado no da para tanto. Y tienes una radio con un 100% de su programación musical hecha en Chile.
El proyecto de ley llega tarde, cuando ya hay toda una generación que escucha muy poca radio de aire y se ha enfocado en las plataformas digitales: descargan música ilegalmente, están pegados en sus iPods, ocupan el streaming de YouTube, se suscribieron a Spotify o bajaron iTube para su smartphone. La tendencia sigue creciendo. No matemos las radios antes de tiempo con un proyecto de ley que les afectará la libertad de programación.

A. Delgado

14 de marzo

Acá no hay libertad de elección para la audiencia, sólo tienes lo que ellos imponen, los sellos al no vender millones de discos se llevan los derechos de autor, porque los artistas tampoco son dueños de las canciones que interpretan. No creo que sea tarde, me he encargado con cercanos de fomentar el producto nacional, las nuevas generaciones no conocen a los nuevos artistas, personalmente soy músico e ing. de grabación, todos se esfuerzan al 200% al tratar de sacar un buen producto pero aún estamos lejos de llegar a la posición que debieramos tener a nvel mundial, y no temo en decir que en Chile he visto músicos tanto o mejores y más virtuosos en algunos casos que no necesitaríamos todas las megaproducciones que nos venden a 500 lucas la entrada… y por último mi rubro es el metal, no creo que jamás lleguemos a las raidios de difusión pública, pero creo que es un buen comienzo para la música chilena en general

17 de marzo

la música chilena es lo suficientemente buena como para sonar en las radios, pero no suena!
eso es lo que quiere corregir este proyecto de ley.
por qué no suena? por que el mercado está cautivo. fuera de la radio uno, la cartelera musical la dominan los poderes fácticos de la industria.
eso es lo que quiere corregir este proyecto de ley.

nelson padilla axt

13 de marzo

Libertad de programación? disculpénme, no escucho radio de manera normal, sólo escucho noticias de madrugada y tarde en la noche, pero si comparan los contenidos musicales de las tres que más escucho, y se las nombro, Cooperativa, ADN y BioBío, en las primera de ellas es insufrible la cantidad de «música romántica» que me imagino que alguien programa, en la segunda es relativamente neutro, en el sentido de que hay de todo, pero más cargado que nada al mal llamado»pop» que en parte es lo mismo, más de lo mismo tocado en otro «tiempo». La única radio, que tiene un programa dedicado a música chilena es Coop. y da gusto escucharlo, eso sí como a las dos de la mañana. Durante un tiempo trabajé en una radio y con el locutor creábamos Hits de lo que nos interesaba, hacíamos «rankings» según las solicitudes del público hasta que éste realmente comenzaba a pedir los temas, así que todo es manejable, así se crean los famosos, no es espontáneo ni a solicitud de la gente, los sellos los hacen famosos por saturación y el bajo nivel musical de los radioescuchas, que es lo mismo que decir bajo nivel cultural, creo que es de mejor calidad poética y musical escuchar a Manuel García que a Arjona, por poner un caso, y eso sólo quiere decir que yo escucharía más radio si por lo menos una de cada cuatro canciones valiera la pena de escuchar, desde el punto de vista sólo musical, vean Uds mismos, no debería ser obligación, hay suficiente música chilena, de todos los tipos para cumplir lo que se indica, menos reaggeton y más congreso, es mucho pedir? y no me vengan con «elitista» y chamizas.

13 de marzo

La verdad es que es dificil este tema.

Por un lado no tengo problemas conque se difunda la musica chilena, porque creo que hay muy buenos musicos y muy buenos grupos en Chile. Pero es que no puedo evitar pensar que esto no soluciona nada y solo es una medida para mantener un modelo caduco.

Me explico: ¿es que Lady Gaga o Pharrell son los que le dicen a radio Carolina o Radio Cooperativa que emitan sus canciones? No, son las discograficas, los sellos, Warner, Sony, etc. Esos sellos pagan para que las canciones de los discos de sus artistas (de algunos, no de todos) sean promocionados. ¿Que haria esta ley? Pues que pasemos de lo que Warner quiere que escuchemos a lo que Alerce o Azul quieren que escuchemos, solo que Alerce no tendra que hacer casi nada, porque tendra una ley que lo favorece. O sea, las radios sí o sí tendrian que aceptar programar a musicos que ese sello quiera que se escuchen.

Voy a ponerlo superburdo: ¿y si esos sellos chilenos solo quieren que escuchemos reggeton? Chileno, si, pero reggeton. Porque hay que ver como funciona la ley 19.131: exige a los canales un 40% de producción nacional, ¿y que hacen los canales? irse por el lado comodo: telenovelas. Mas baratas de una tv movie, mas baratas que una serie, y cumplen con la ley. ¿Cuanto tuvimos que esperar para ver la segunda temporada de los Archivos del Cardenal? Y hay que ver el trato que le han dado en TVN, pero a las telenovelas hasta alfombra roja le ponen.

Un artista tiene más posibilidades de alcanzar el público masivo si lo respalda un sello grande. Asi que sí, se escuchara lo que ha grabado un musico con Azul, ¿y luego que? ¿Quien se llevara los beneficios de eso? ¿El musico? Si un musico cree de verdad que puede vivir de eso en CHile, es que nacio en Mexico, porque en Chile no se puede vivir de ser musico, porque no somos muy adictos a comprar discos desde que aparecio el cassette y si pretenden cobrar las entradas que cobran los extranjeros van listos, porque la gente que paga 500.000 por Paul McCartney no va a pagarlos por los Bunkers. Asi que ¿quien realmente se llevaria los beneficios?

No se, creo que esta medida no es para proteger un bien cultural como es la musica hecha por chilenos, sino para mantener una forma de difusion de esa musica que esta oliendo a cadaver y que en vez de promocionar musica de chilenos que nos gustaria realmente escuchar, vamos a oir musica que la disquera de turno quiere que escuchemos. Por eso llevamos 50 años oyendo a la Viejisima Ola.

13 de marzo

Estimado, este tweet que vi el otro día bien corto resume mi pensamiento sobre el tema…
«A los artistas que exigen 20% de música chilena los podrían obligar, x ejem, a q el 20% de su dieta fuera cochayuyo para ayudar a pescadores»

Lo planteado no es una política pública de fomento a la cultura y música chilena, es una imposición fácilmente «bypasseable» colocando música a las 3-4 de la mañana…tal vez podríamos plantear algo más interesante como disminuir o eliminar el IVA para promover la adquisición de música, o los libros de paso.

13 de marzo

Comparto tu opinión, los países pueden -y deben- organizarse para aumentar el ingreso de sus ciudadanos.

Prefiero que le paguen a un Chileno por interpretar cumbias que a un Venezolano.

Yuri Godoy Marín

13 de marzo

Mas música chilena y punto, ya basta de radios que promueven la extranjerización de nuestra cultura y son verdaderas agencias comerciales de música extranjera. Viva Chile y su música

Pablo Menta

13 de marzo

Permítanme darle otra perspectiva al debate:

Si nos vamos hacia atrás en la Historia de Chile y nos situamos en la realidad socio-cultural por ejemplo a fines del siglo XIX, nos vamos a encontrar con una notoria falta de identidad: Santiago era “Francés” y Valparaíso era “Inglés”, nunca en este país ha existido un verdadero arraigo cultural, lo “bueno y correcto” siempre ha sido lo que viene de afuera y si han aparecido “locales” de calidad, no han sido más que una anécdota: ¿cuántos notables hombres de cultura habrán sido pisoteados y olvidados por que el brillo se lo llevaba el foráneo muchas veces mediocre?

Esto fue así y seguirá siendo así, porque es parte de nuestra forma de ser como sociedad, siempre estaremos en una constante búsqueda por sentirnos identificados por algo, mirando donde el vecino para ver si algo podemos tomar prestado o dispuestos a que nos impongan costumbres que ni siquiera nos resultan familiares.

Extrapolando al tema que nos convoca, me pregunto ¿por qué pretender cambiar mediante la fuerza de un decreto de ley comportamientos socio-culturales heredados generaciones tras generaciones?, ¿no resulta algo impositivo, violento y abrupto? Me lo cuestiono algo preocupado, pues me siento que vivo en un país que ostenta ser grande pero no es más que un pequeño balbuceando sus primeras palabras.

Hay un problema grave de fondo: la falta de arraigo cultural. Debemos definitivamente entender que los artistas creadores son fundamentales en la construcción de la identidad de un país. Es algo que deberíamos saber por definición, saberlo desde el vientre, desde nuestras primeras letras, desde nuestros primeros razonamientos, saber que Violeta no es solo una cantante que cantaba una canción llamada “Gracias a la vida”, si no que ella es intrínsecamente nuestro país.

Esta ley me parece prudente, pero no suficiente, me suena a un parche que oculta lo grave de fondo y que probablemente favorezca a las élites de siempre: a los amigos de los amigos de otros amigos “importantes” y a los siniestros personajes que antes estaban en la vereda de las transnacionales imponiendo a las radioemisoras asegurar rotación a sus «productos» y que ahora dicen estar del lado de todos los creadores tal vez porque se les acabó el lucrativo negocio.

Si nos ponemos medianamente serios y pretendemos ser un país grande, pues debemos empezar a pensar como grandes, debemos reeducarnos, debemos educar a los que vienen, debemos sentirnos espontáneamente enraizados, debemos vibrar naturalmente con las frecuencias que entran por nuestros oídos y se transforman en emociones en nuestro pecho.

Para que esto ocurra falta mucho, será un trabajo largo y arduo de nuevas generaciones que vendrán, si, por algo habrá que empezar, pero lo importante es que siempre sea a voluntad.

14 de marzo

Me parece anticuada esta ley, hoy debemos mirarlo desde el empoderamiento del consumidor y no desde el empoderamiento de los medios. Las radios hoy no sacan nuevos exitos o artistas, lo hace YouTube, lo hace facebook.

Como decía otro comentarista atrás, los sellos ya no tienen el poder de antes y cada dia lo pierden más y por este mismo empoderamiento.

Esta ley tiene sentido en los 90, quizás, pero hoy la solución (para aportar un grano de arena) podría ir por difundir la gran cantidad de presentaciones y tocatas que semana a semana se realizan en las ciudades de todo Chile y que dependen del esfuerzo (y plata) de los propios artistas junto a sus familiares y amigos, presentándose gratis en cuanto lugar puedan encontrar.

Aurora Radich

14 de marzo

Casi todos los comentarios hasta aquí expuestos, me parecen muy buenos y muy razonables. También considero que esta, es una medida atrasadísima y que justificarla desde la efectividad que tuvo en Brasil (!!) es estar cometiendo el mismo error de siempre de buscar fórmulas afuera, y además es lo mismo de aquello de importar costumbres por esta cosa incómoda que tenemos de «ser chilenos». Me parece, que esto es un tema de identidad y capital cultural (Bordieu) que los brasileños sí tienen resuelto hace rato y los chilenos, no. Con todo respeto, creo que el no sea capaz de ver ese detalle, es que no está entendiendo mucho. El tema de imponer un porcentaje de transmisión de música nacional, incluso es irrelevante cuando no hemos respondido la pregunta de ¿por qué un chileno debe escuchar música chilena?, o ver cine chileno, leer literatura chilena, y así. Generalmente, lo que se dice en la academia al respecto, es que las formas de expresión artístico-culturales de un país, deben tener la capacidad de reflejarlo y ser una instancia también reflexiva y autoreflexiva de lo que «somos», y un archivo también (otro problema que tenemos en este país, no hay cultura de archivo, sí de «memorial»). No creo que la música chilena sea mala, para nada. Hace dos años atrás, colaboré en el concurso Peugeot Music que la marca hizo para promocionarse entre un público más joven y al que convocó al sello Azul. El grupo que ganaba, tendría disco, promoción, en fin, pasaba a ser parte de la disquera. En un mes, alcancé a fichar más de 700 proyectos nuevos de todo el país, solistas y grupos. Obviamente no todo era bueno, pero me sorprendió que sí hubiese tantos artistas de notable calidad. Eso también es indicativo de que sí hay una demanda por lo que se hace aquí, pero además una alimentación importante de lo que está pasando afuera, esto muy a grandes rasgos. También he trabajado con bandas de distintos estilos, y sé que cuesta meterlas en las radios nacionales, muchas veces, debido al espacio que estas no tienen por sus líneas editoriales. En esto sí es un factor a considerar que haya disqueras grandes -de afuera- que paguen por la promoción de sus artistas, pero también me pregunto qué tan efectivo es eso cuando hay un público que como bien mencionaron, está pegado a las redes sociales y a las plataformas de difusión musical on line. Y hay montones, de gran calidad y mejorando cada vez, cosa que me cuesta decir de las radios nacionales. De un tiempo a esta parte, en mi opinión, se han vuelto cada vez más repetitivas y nada innovadoras en lo que a programación musical se trata. De ser una gran fan de la radio, y después de haber sido parte de proyectos de radio on line en la universidad, ahora tengo mis programas favoritos, los escucho cuando toca, y el resto del tiempo soundcloud, spotify, musicme son algo de lo que me llevo, y en esto sé que soy parte de un gran grupo de personas, ni siquiera es novedad. Tampoco es sólo un tema de difusión. Radio Uno (que es única en su estilo), siempre estuvo muy abierta a programar a las bandas que les llevábamos periodistas, músicos, productores, etc. y a más de alguna, la pasaron en muy buen horario, pero el tema no se queda ahí. Muchas bandas todavía están esperando darle el palo al gato y meter un tema a una serie de televisión, por ejemplo… Sip, todavía, porque en un sistema precario, parece que no hemos tenido una mejor estrategia para avanzar que decir que «todo sirve». Mientras tanto, siguen sin haber muchos espacios de difusión abiertos, más masivos, salvo los habitualísimos. Siendo periodista que colaboro en temas de difusión cultural -y si hay alguno por ahí leyendo, estoy segura de que podrá compartir esto-, cada día nos peleamos más las mismas vitrinas para hacer visibles: obras de teatro, danza, tocatas, instalaciones, etc, etc, quizás los únicos que se salvan un poco más son los de la industria editorial. Así, hay mucha cosa buena que se queda afuera, y sí se han creado otros espacios de difusión, pero aún están en situación precaria, o sea, les faltan recursos. Y en on line, bueno, eso muchas veces va a los llamados «nichos». Y en los más populares al menos, no puede publicar cualquiera, algunos tienen una línea muy definida que casi no tranzan, y si hablan de indie por ejemplo, y tu banda es de rock, no va a entrar, o hay que ofrecer algún extra, un canje interesante, algo de márketing, branding… aunque sí pueden llegar a twittear por tu banda. Otro tema, es el del público nacional, que al parecer, según he escuchado a varios músicos, no es un público educado, que en capital cultural musical es ignorante y tampoco tiene la costumbre de asistir por gusto y por necesidad de alimentación cultural, por ejemplo, a festivales de música emergente, y menos de música de vanguardia. Al respecto creo que a los que dirigen el Festival de música Al Márgen y el Festival de música vanguardia del Teatro de San Joaquín, sería interesante hacerles varias preguntas al respecto. Me parece que sí, es necesario crear subsidios, pero subsidios decentes y bien planificados, no como los bonos a los que estamos acostumbrados. Y eso, creo, desde mi más humilde opinión, significa apoyo a una red, que incluya a: lugares en que se pueden presentar los proyectos como teatros, centros culturales, incluso pubs de música en vivo (sólo en Santiago hay muy pocos lugares que cumplen con condiciones decentes en términos de capacidad de público, ficha técnica, seguridad, etc, etc, imagínense en regiones); medios que puedan no solo dar la noticia, también programar aquella música y abrir espacios para hablar de ella; subsidios también a las disqueras independientes, y en Chile hay varias que tienen proyectos importantes, la Makinita, Quemasucabeza, Infanta terrible, etc, etc, y por supuesto a las bandas y a los solistas, y no ya solo a través de un fondo de la música. Si como lo que dice el CNCA, la idea es crear «industria cultural», hay que fomentar el ciclo completo de oferta y demanda. No sirve que se financie la producción de un disco si todo queda hasta ahí no más; lo mismo que pasa si se financia la edición de un libro, el montaje de una obra de danza o de teatro, y no sirve que pase un año para postular a un fondo de difusión, y no siempre sirve que los mismos realizadores además se hagan cargo de la difusión, eso es todo un mundo, toda una pega, para la cual no siempre están capacitados. Un chileno escribió este libro, «Siempre mañana y nunca mañanamos. El círculo vicioso de la cultura oral». Es de Oscar Luis Molina, un editor de libros que fue por muchos años director de la editorial de la Universidad de Valparaíso y que luego desarrolló buena parte de su carrera entre España y Argentina después del exilio. Si me permiten hacerles la recomendación, me parece que es muy esclarecedor a cerca de por qué estamos como estamos y cuáles podrían ser posibles soluciones. No soy una experta en el tema, sólo me ha tocado trabajar en muchas cosas, como varios que estamos metidos en este ámbito, pero creo que puedo animarme a decir, que el arte y la cultura en total, aquí necesitan un apoyo que hasta ahora, no logra encontrar el método adecuado. Y no puede ser sólo el Estado el que vaya detrás de todo, aunque sin duda es un importante motor en esto, dado que se trata de nuestro patrimonio cultural nacional. Me encantaría que hubiese análisis político -no sólo de gestión práctica- respecto de todas las políticas públicas culturales, y que Cultura y Educación, desde lo que compete al Estado, fueran ámbitos realmente conectados. Creo que eso por ejemplo, evitaría en un futuro que sigamos buscando afuera fórmulas que no nos van a quedar bien, porque no consideramos ni territorio, ni cultura, ni contexto que las genera (esa política funcionó en Brasil y en los 50). Mientras no sepamos cómo medirnos a nosotros mismos y fabricarnos un traje «al justo», vamos seguir arreglando todo con alfileres de gancho y masking tape.

14 de marzo

Hace tiempo que no leía un comentario tan pulcro, debo decir que estoy sorprendido. El «tema cultural» no es nuevo, pero en las últimas dos décadas se ha intentado problematizar desde la perspectiva de la preservación y regeneración de productos culturales, entendido en el sentido antropmórfico, lo cual siempre tendrá un sentido positivo. Debemos estar de acuerdo en que el chileno promedio no tiene idea de lo que es cultura y por lo mismo no le toma el peso a su producción cultural. Dejando de lado todos los aspectos técnicos del «problema cultural», siempre va a ser mejor una medida que favorezca el producto nacional. Las voces que hablan de «imposición» y ven lo negativo de ésto, lo hacen desde un tipo lógico muy distinto, ya que más que nada les molesta el término «obligación», les provoca indignación el hecho de que el Estado decida sus gustos musicales, pero nada más lejano de la realidad… a esas personas yo pregunto ¿Y cuántas horas al día Ud. escucha el radio? ¿Cuáles son sus estaciones favoritas? ¿Qué hace Ud. cuando en su radio suena una melodía que no le agrada?
Siempre será mejor hacer algo antes que hacer nada… y si esta medida no resuelve nada, pues eso está por verse, ya que la reacción de los radioescuchas será otro producto cultural y por allí podríamos empezar a encontrar otra respuesta.

Aurora Radich

14 de marzo

Fe de erratas: dice «tranzan», debe decir «transan»

Luis Rey

14 de marzo

«Los que hablan de libertad y tienen las manos llenas», ARCHI un grupo de poder, lo importante no es la música chilena, es analizar el poder de convencimiento e intromisión que tienen las transnacionales en la cultura, en este casos se trata de la música, algo tendrá ella que se la disputan tanto. Mas música y arte nacional en todos los medios ahora¡¡¡¡¡¡¡¡

MalodelAlma

17 de marzo

Es la oferta el que fija la programación de las radios. No lo es el la demanda (rating).
La oferta paga para que «suene eso». El «escuchador» solo es un sujeto pasivo. Escucha lo que le ponen del estilo que gusta. Incluso, canciones malas, que en primer punto no gustan, pasan a ser oreja y el «escuchador» incluso las canta. Por ejemplo «quiero sonar en la radio para ganar mi primer millón»

Luego de eso, todo tu argumento se cae a pedazos.

Luis Patricio Rebolledo Gonzalez

16 de marzo

Aún no leo una respuesta coherente de parte de los que no están a favor del 20 %

17 de marzo

Tampoco vemos una razon coherente de los que sí quieren el 20%.

¿Que quieren ellos? ¿Mas musica chilena? Ok, ¿que entienden ellos con musica chilena? ¿Es musica chilena cualquier cosa que sea cantada o musicalizada por chilenos? ¿Es musica chilena un chileno cantando flamenco? ¿Solo es musica chilena los Huasos Quincheros?

¿Va realmente a servir a los musicos una medida como esta? ¿Cuanto es lo que realmente ganarian los musicos chilenos? ¿O solo es una simple cuestion de «valorizacion» y nada mas?

Una medida como esta ¿favorece a los musicos de los teatros como el Municipal de Santiago o solo a gente como DJ Mendez?

¿realmente habria recaudaciones mejores por pago de derechos de autor? ¿Y quienes realmente se van a beneficiar de eso?

¿Se considera a la tv como un mejor vehiculo de difusion? Hay telenovelas en el aire ¿acaso no ponen canciones de cantantes extranjeros en sus bandas sonoras? ¿No seria mucho mejor una medida que obligara a los canales a que cualquier telenovela chilena tenga una banda sonora de musicos chilenos, como pasa en Brasil? Las telenovelas chilenas son vistas en muchas partes del mundo ahora, gracias a internet ¿no seria una mejor forma de difundir a los musicos chilenos?

¿Por que en vez de esta medida no se cambia el modelo? Las radios generalmente cobran por pasar música del artista, sin importar su calidad como artista, su estilo o su repertorio (mas ahora desde que casi todas han pasado a manos de consorcios extranjeros gracias a los congresistas). Por mas que se obligue a un 20% de musica chilena, las radios no van a dejar de cobrar, asi que habra muchos musicos que no van a ser escuchados.

A mi esto del 20% me suena a una medida del tipo que haria la Sociedad General de Autores y Editores de España (SGAE) no pensando en los musicos, sino pensando en cuanto recaudaran los sellos y las sociedades de autores, y si vamos a sufrir los oyentes chilenos la misma tirania de la SGAE española, conmigo no cuenten. Ya no se puede silbar tranquilo en España sin que aparezca algun inspector de la SGAE a cobrarte.

Mike de la Cruz

16 de marzo

Hay algún compositor, autor o músico en esta discusión?

20% de música chilena 20% de música chilena 20% de música chilena 20% de música chilena 20% de música chilena 20% de música chilena 20% de música chilena 20% de música chilena 20% de música chilena 20% de música chilena 20% de música chilena

requerido

16 de marzo

las radios pueden irse a la mierda

17 de marzo

Estimados:

Creo que este tema no se trata en definitiva de la calidad de la música chilena, ni tampoco de favorecer a unos artistas sobre otros por una condición externa a la obra. Se trata en definitiva del acceso a la música y una debacle de la industria actual.

Seamos sinceros: Quien le pida (o quiera obligar) a la Archi a poner bandas chilenas participa de la misma debacle profunda que es que las bandas han ido emigrando de las radios a Internet y a los sellos independientes cuyo espacio de difusión es no-tradicional. En el juego del 20% funciona una lógica media anticuada y en crisis como lo es que el gran triunfo de un músico es sonar en una radio y que la gente lo escuche ahí. Es un profundo error pedirle regalías a un sistema en crisis, pedir espacio a radios que se sustentan en lo que los sellos pagan para poner a sus artistas.

Que duda cabe que el público de las bandas actuales hace rato ya se alejó de las radios (he ahí la debacle de la Rock and Pop o el cierre de la Horizonte en señal abierta) y las disquerías (Feria del Disco). Los músicos actuales más influyentes también lo hicieron. Hoy la industria más visible y sin competencias o trampas para el músico y su seguidor está en las redes que músico-público han ido armando, en una lógico casi de comunidad. La ley del 20% además de anticuada no abarca el fenómeno en su totalidad, solo asegurarse ciertos créditos (quizás los últimos que le quedan) más apegados a lo tradicional, al juego que siempre le interesó jugar que es asegurarse el dinero de los sellos. Lo que pase fuera de la influencia de los grandes conglomerados es prácticamente inentendible para el lobby de la SCD (para que decir de Malebrán, la gran ideóloga de esta catástrofe).

Instalarse con los poderosos es la ley; los que van por fuera no cuentan. Ahora bien, los que van por fuera tampoco les interesa demasiado este debate. Viven bien y con buena vitrina en esta comunidad que a ratos tiene alcances internacionales importantes.

La ley del 20% en definitiva es un paso atrás para el que la quiera tomar. Es aceptar el juego del monopolio, del periodista de música que se ama o te odia dependiendo de cuanto pague el sello. Esencialmente hoy el acceso a la música chilena está tan democratizado que está fuera de la dictadura de las radios y sus arreglos afines con la industria. Esto no es un tema de calidad musical; parece también un espacio donde se quiere congelar y unidireccionar a los pocos que usan la radio para escuchar canciones. Ahí hay un problema profundo, que es marginalizar a los que de una manera u otra no tienen más acceso que la radio a la música (ya sea por edad, sexo o condición económica). Es tener un público cautivo a la mala.

La Ley del 20% es, finalmente, solo otra forma de hegemonía de un modelo disfrazada con una linda banderita que nos saca emociones de vez en cuando.

17 de marzo

La gente no se alejo de la radio, lo que no hace es escuchar musica en la radio.

En la radio la mayor parte de los oyentes busca lo que no tiene en la tv: informacion, debate, datos interesantes, escuchar los partidos de futbol con comentarios mas decentes que los que hacen en tv, etc. Lo que no hace es escuchar musica.

«La Ley del 20% es, finalmente, solo otra forma de hegemonía de un modelo disfrazada con una linda banderita que nos saca emociones de vez en cuando.» Concuerdo totalmente.

Esto se parece a lo que ocurrio con MTV. En los 80’s tenia sentido MTV, porque ¿como podias ver a los artistas si no era a traves de sus videos? Ahora, con Youtube, Dailymotion, y un etc de canales de videos en internet que te permiten verlo una y otra vez, las veces que quieras, a la hora que quieras, ¿quien quiere verlos por MTV? MTV se tuvo que renovar. Renovar o morir.

Pues con la musica es lo mismo: ya cada vez son menos personas las que escuchan musica en la radio. Para una creciente mayoria no tiene sentido salvo en momentos puntuales, porque ¿para que prender la radio para escuchar musica, si uno tiene su propio reproductor mp3 con las canciones que uno quiere oir?

En mi caso: ¿para que molestarme en escuchar musica en la radio, si en ninguna van a poner algo de Beatallica? ¿O de Lordi? ¿Que tal poner a grupos de rock franceses o rusos? Una muestra de rock ruso: http://www.youtube.com/watch?v=VV_FXJzxPBQ ¿Por que no sabemos ni siquiera que existe?

Pentagram Chile es una banda de rock metal chileno. Una muy buena banda que ademas hace unos meses que tiene disco, su primer disco como corresponde, tras 25 años de carrera. http://www.youtube.com/watch?v=SGPPM2mUs5k ¿Van a tocarlo en todas las radios que no sean la radio Futuro? A ellos les gustaria y se lo merecerian, pero no va a pasar ni aunque se aprobase esta ley. Eso lo saben hasta ellos. Y no porque no tengan seguidores, que los tienen, en muchas partes, incluso del continente, es que la radio en Chile no tiene espacios para grupos como Pentagram Chile. Para Americo si, para Francisca Valenzuela si, para el 18 se le da el espacio a lo mas tradicional del folclor chileno (las canciones menos polemicas de Victor Jara por ejemplo). ¿Y los musicos que no caen en esos rangos? Seguiran fuera de la radio, porque asi es como funciona esta cuestion.

La idea de medidas como esta es que la gente compre los discos de los cantantes que suenan en las radios. Asi que obviamente el cupo de 20% se centrara en los estilos que vendan discos de forma que sea rentable. Al resto que los parta un rayo.

La radio informa, la radio entretiene con conversaciones interesantes. Pero no es para escuchar musica, ni menos sirve para conocer a musicos ni grupos ni estilos musicales. Ni chilenos ni de ningun lado. Para eso esta internet, gracias a dios 🙂

Carlos Cortés

17 de marzo

Chumbale!!!… ademas de encontrate toda la razon, siento que esta falta de amor por lo propio no solo se refleja en las artes musicales… nosotros acabamos de estrenar una serie de TV de «Naturaleza Chilena», donde le mostramos al publico que es lo que tenemos… y sentimos un miedo terrible, por que el programa pueda perderse despues de la primera emision «Comprometida»… por que despues de eso viene el reality, la teleserie, o derechamente el caguin mañanero… no tendremos ecos ni difusion posterior…. la musica es identidad, respuesta y la mas clara fotografia o radiografia de nuestra sociedad.. creo que el 20%, asi como el 0,03% del royalti minero… y un sin fin de pequeñeses que solicitamos, son parte de nuestros derechos culturales… el que no se quieran aprobar o incluir dentro de las politicas publicas, es solo otro de los «DELITOS PREMEDITADOS» de nuestra sobornadas autoridades, que sin criterios, argumentos y conocimientos… hacen lo que el patron les manda… «Fuerza para la musica y las artes en general de los pueblos!!!…

mauricio soler

19 de marzo

Comparto la opinión. Muy buena columna.
Saludos,

Jorge Enrique Alvarez Villarroel

20 de marzo

excelente articulo!! gracias Benjamín

adolfo

24 de marzo

No me parece apropiado hablar de «imposición», es más que nada recuperar nuestro espacio en nuestra cultura local. No puede ser que nuestro mercado sea solo objetivo para música extranjera y no chilena, siendo que estamos en este país. Además si hablamos de imposición, estamos siendo víctimas de ello, pues atraves de la economía de libre mercado,cultura de masas y globalizacion, se nos ha impuesto la música que no es chilena por los medios de comunicación y la publicidad.

rodrigo aros

26 de marzo

mi proyecto de ley:

50 porciento de musica BUENA extranjera
30 porciento de musica chilena BUENA
20 porciento de «libertad»

luis (luigui) lopez

24 de julio

QUIEN PROTEJE LOS DERECHOS DE LOS NIÑOS…

Por cuestión de acto humanitario hemos tolerado y aceptado la homosexualidad en muchas sociedades alrededor del mundo con un debido reconocimiento social, civil, jurídico y políticamente más esto no basta para que tales parejas homosexuales esté complacidas y por lo tanto recuren a la adopción de niños quizás por la necesidad de comparación a familias heterosexuales o por otras por razones. Sin embargo esto presenta un enorme peligro para los menores pues estos están en todo su derecho de ser adoptados por padres heterosexuales como la ley de la naturaleza lo establece. Mas quien les está protegiendo? por lo visto nadie. Ya que este negocio de adopciones se ve muy lucrativo y así se manifiesta, al presente les otorga excelentes oportunidades a parejas homosexuales en la adopción de niños. Como es posible que se les haga tan fácil a los homosexuales adoptar niños con lo difícil que se les hace a las parejas heterosexuales en obtener un derecho de adopción. Nadie cuenta con el efecto que causara en la sociedad, los cambios dramáticos que vienen serán catastróficos. se creara una honda de odio y desprecio mucho más enorme hacia los homosexuales como nunca se ha visto debido a el maltrato que podrán recibir los niños de parejas homosexuales en la sociedad, las escuelas, sus vecinos. Serán marcados, humillados y desafortunadamente podría desarrollarse una serie de crímenes hacia la comunidad homosexual. cual padre o madre aceptara que en el día de los padres y de las madres un homosexual se compare y reciba el mismo trato(ejemplo) que pareja hetero se dejara fotografiar con pareja homosexual en una actividad escolar, (ejemplo). Así podemos seguir sumando ejemplos del cual alcanzaran los límites de la tolerancia. LA GUERRA SOCIAL CONTRA LOS HOMOSEXUALES TOMARA COMIENZO Y SERA FRIA, CRUEL. Todo por no haber protegido a los niños, por no tener el coraje de parar los caprichos de una comunidad homosexual que actúa más allá de los límites, por la sencilla razón de comparación a la comunidad heterosexual. Nosotros los heretosexuales batallamos para mantener una vida como seres humanos, la capacidad psicológica que armoniza en la química con la naturaleza. Creen que los homosexuales con sus complejos de inferioridad, sus debilidades y sus complicaciones para aceptarse ellos mismos quienes son y como son podrán batallar y mantener una vida como seres humanos normales, en balance con la naturaleza, si ya violan la naturaleza para empezar. Se habla que vendrán muchos anti-cristos, yo opino que vendrán muchos anti sociales con cambios drásticos y dramáticos. UN VIRUS SOCIAL.
EL PRECIO será astronómicamente alto. Se dañaran eslabones en la cadena de la evolución humana si no prevenimos ahora y protegemos los derechos de los menores. Estos que arrastran nuestras mentalidades, culturas, tradiciones sociales y morales.
Pare a pensar como seria la vida de un niño que ve a sus padres homosexuales día a día en sus
funciones cotidianas, de seguro que influenciara mucho el comportamiento del niño, ya que se asume que las acciones se reflejan automáticamente. Que no deseara el niño jugar con dos muñecos KENT varones (si los padres son dos hombres) en vez de una BARBIE Y UN KENT. Que
papel asumirá el niño. Padre machista? Dominante? Padre afeminado? Cierto se creara un estado de confusión y desequilibrio mental para esa criatura.
Cuál será el próximo capricho social, La aceptación de matrimonios entre hermanos, hermanas, familiares. Adiós al incesto y bienvenidos los extravagantes tabús.
Sin embargo se puede poner más interesante aun. Qué tal si los matrimonios entre parejas se convierte en piezas de museo. Extinguidos como los Dinosaurios. Ya que comienza la era de los tri-juntos, hombre mujer y homo en matrimonio. No digan que es exageración, ya se violó el derecho de las futuras generaciones y estos ya van descontrolados. Además sabemos que cada día se divorcian más personas de los que contraen matrimonio. Cualquier cosa es posible.
Lo que comenzó como una gripe social se convirtió en virus y con ello una sociedad, una humanidad enferma y recayente. Yo estoy contento de haber tenido padres adoptivos, padre y madre biológicos genuinos. Nadie desea estar en los zapatos de estas criaturas, de eso estoy seguro. Ni el Diablo desea participar en este horrendo desastre que está por venir, ya que el hombre es tan bruto y malicioso que no necesita figura diabólica que culpar si no el así mismo en su capacidad de destrucción propia. Todo lo mencionado aquí es libre de expresión y pensamientos religiosos, sin intensión de discriminación al homosexual. Se trata de hechos verídicos que toman forma en el presente y afectan el futuro, los derechos de cada niño…TENER PADRES AUTENTICOS es un deber que todo gobierno y poder político debe mantener al alcance de los menores. Por la salud y bienestar de las futuras generaciones NO SE ACEPTAN COPIAS.

luis (luigui) lopez

24 de julio

OOPS, SORRY, MI ESPAÑOL NO ES A VECES EL MEJOR,
SE ESCRIBE PROTEGE…

Joaquín Barañao

02 de septiembre

Benjamín

No sé por qué escribes «imposición» entre comillas. Es una imposición hecha y derecha

1. Me parece osado afirmar que esa revitalización brasileña se explica por la ley. Como suele ocurrir en estos casos, no contamos con contrafactual para comparar con «la situación sin proyecto». Es altamente probable que la bossa nova, por ejemplo, hubiese surgido con o sin esa ley.

2. Incluso aunque así hubiera sido, opino que, habiendo bienes en conflicto, el bien mayor es la libertad de los individuos de escuchar lo que se les antoje cuando se les antoje, sea o no de su país. ¿Por qué la música? ¿por qué no imponer un 20% de harina chilena en los supermercados, o un 20% de zapatos chilenos en las zapaterías? Seguro que ambas cosas favorecerían a los molinos y a los fabricantes locales de zapatos, pero eso no significa que el balance global de la sociedad sea positivo.

Siendo consistente, comarto contigo que me encuentro ahora en la cuasi-imposible misión de vivir de escribir libros, pero me opondría tajantemente a una ley que exigiera un 20% de libros de autores chilenos en las librerías, si bien a mi me convendría enormemente

Saludos

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