Con el coronavirus instalado en el planeta, la lenta reacción de los gobiernos de occidente y la crisis política y cultural que vive nuestro país, podemos pensar en la muerte que, como sabemos es irrepresentable como experiencia y ha generado un terreno muy fértil para la imaginación alegórica. Es la literatura quien mejor ha pensado esto. Uno de los tópicos que une muerte y literatura es el “memento mori”, que significa “recuerda que vas a morir”. Los textos literarios que reflexionan acerca de este tópico giran en torno a la brevedad de la vida y la fatalidad de su cierre, sobre el carácter efímero de la existencia y de las cosas.
Así, nos hallamos en redes con que muchos han girado al texto de uno que pensó mucho la muerte, Albert Camus, quien en su texto “La Peste”, publicado el año 1949, que cuenta la vida de dos médicos que a partir de su encuentro en una ciudad en Argelia, Orán, deciden enfrentarse de manera humanitaria a los azotes que está teniendo una plaga que va a terminar conviertiendo a la sociedad en un lugar de muerte y probredumbre. Camus relata cómo en ese momento de caos y desgracia, uno puede encontrar al ser humano en su mayor dimensión.Pero ¿qué es lo que se juega, entonces, en el caso del coronavirus? Podríamos señalar que el miedo y la angustia a la muerte, la propia y la ajena.
Otro libro donde hallamos este tópico es la novela “Némesis” de Phillipe Roth en que el autor decide hablar de las últimas estancias del ser humano. Está ambientada en New Jersey en el verano de 1944 y cuenta la historia de un joven profesor judío de educación física que decide enfrentar la plaga de poliomelitis que está azotando su comunidad, que no sólo mata a sus alumnos, sino que está dejando con secuelas terribles a esa población. Roth nos sumerge en la vida de ese hombre, que no ha tenido una vida fácil, pero que es un ser humano con mucho honor y dignidad y que se lleva a los chicos para alejarlos de la plaga. Es un texto cargado de ironía y de una profunda reflexión, con un final impresionante.
Por último, hay un libro de divulgación científica, ganador del Premio Pulitzer, escrito por el profesor Jared Diamond, que se llama “Armas, gérmenes y acero” y es un ensayo acerca de enfrentar las teorías que hablan de que las conquistas se llevaron a cabo debido a la superioridad de las civilizaciones europeas, y lo que halla Diamond en su investigación es que las conquistas se realizaron muchas veces gracias a virus, plagas y condiciones genéticas. Señala que el caso de que grandes civilizaciones de América fueran conquistadas no se debió a la superioridad tecnológica y militar de Europa, sino debido a enfermedades y que éste fue el punto en que los conquistadores empiezaron a desarrollarse. Es muy interesante cómo este libro nos habla de que el ser humano siempre utilizó esta especie de guerra de enfermedades para poder conquistar a la humanidad. Las armas biológicas existieron desde el inicio de la conquista.
Pero ¿qué es lo que se juega, entonces, en el caso del coronavirus? Podríamos señalar que el miedo y la angustia a la muerte, la propia y la ajena. La filósofa Danila Suarez Tomé explica que de acuerdo con Martin Heidegger, el ser humano es el único existente que sabe que va a morir y es en ese descubrimiento que el existente humano descubre el verdadero sentido de su existencia como aperturidad. La muerte para Heidegger va a ser la posibilidad más propia del ser humano porque contiene todas las otras posibilidades y porque a diferencia de lo que se vive en el modo de la impropiedad, la muerte es el acontecimiento singularizador del existente humano y la clave para poder comprenderse de un modo auténtico. Ser humano es, en definitiva, ser para la muerte.
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