Cuando hablamos de los bajos niveles de lectura en Chile, parece que la mayoría estamos de acuerdo en que es un problema que el país debe enfrentar. Es difícil imaginar que alguien argumente a favor de la ignorancia, no quedaría bien, no sería presentable. Las discusiones y conversaciones pueden darse en torno a si la lectura debe ser de libros de papel, libros digitales o cualquier otro soporte, aquí también aparentemente hay una mayoría de líderes de opinión que apoya la lectura, porque es fuente de información y de conocimiento, aunque hay quien manifiesta su amor y preferencia por el libro tradicional y quienes se abren a la convivencia de los diferentes soportes, una vez más quedamos bien.
Luego viene la discusión sobre qué leer y en ese punto hay quienes dictan cátedra sobre la literatura mayor o menor despreciando determinados géneros, mientras que otros rompen una lanza en favor de la narrativa gráfica, la llamada literatura menor e incluso la literatura marginal, que ya constituye un movimiento. A estas alturas, parece que la lectura sí es un tema de interés de muchos, y el aumento de los niveles de lectura de la población, un objetivo democrático, sobre la base de que leer permite al ciudadano participar informadamente y ser a su vez crítico.A estas alturas, parece que la lectura sí es un tema de interés de muchos, y el aumento de los niveles de lectura de la población, un objetivo democrático, sobre la base de que leer permite al ciudadano participar informadamente y ser a su vez crítico.
Ante esta aparente unidad de intereses entre personas con criterio formado, muchos de los cuales crean opinión, resulta indignante la negativa sistemática de los grandes medios de comunicación del país a dar espacio a la información sobre más de 40 programas públicos, que funcionan actualmente en el marco del Plan Nacional de la Lectura y cientos de iniciativas ciudadanas que van en la misma dirección impulsadas por fundaciones, ONGs, municipios o centros culturales de barrio. No es ocultando lo que sucede como podemos avanzar, porque estamos hablando de mejorar los niveles de lectura, de acercar la lectura a los niños, pero también a los adolescentes y adultos mayores, a los que estudian y a los que trabajan, a los que viven en la ciudad o en una isla en Chiloé, a los que les gusta la literatura clásica y a los que aún no saben qué les gusta, a los que leen cómics o a los miles de seguidores de Harry Potter.
Si en lugar de ese cálculo mezquino que hacen los grandes periódicos, basado en la contingencia política, existiera una mirada de interés público en el sentido del bien común, la mención informativa o crítica de qué hacemos o qué nos falta hacer para elevar los niveles de lectura de la población y, por ende, de la educación en Chile, el efecto multiplicador sería extraordinario. Pero entonces surge la pregunta: ¿Queremos realmente que se lea más en Chile?, no quiero imaginar que hay quienes son conscientes de que ciudadanos menos lectores son más fáciles de manipular y menos críticos y participativos y que a los dueños de esos grandes medios esa realidad les acomoda más, ¿o sí ?…
Comentarios
30 de septiembre
No me queda claro, pero entiendo que la articulista ostenta un cargo importante en el aparato público, financiada con nuestros impuestos. Y se asoma acá para quejarse por qué la prensa no la comprende, ni le da publicidad a sus «fantásticas» iniciativas.
Un poco de autocrítica y darse cuenta que usted ha fallado miserablemente, en vez de culpar al empedrado.
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02 de octubre
Aunque «algo» coincido con la ácida crítica de Juan Pedro, no voy a entrar a descalificar un comentario que podría generar algo bueno, ojalá me contestaras este post
La falta de lectura en Chile para mí tiene 2 verdades y una excusa (no quitando otras expoliaciones complementarias)
En primer lugar nadie enseña el valor de la lectura en términos prácticos.
Leer es entretenerse con la Imaginación, despierta la creatividad y enriquece el alma… Patrañas que a los niños solo les saca una risa, de repente decir que leer sirve para que no te pasen gato por liebre en un contrato de adulto, para aprehender y aprender más palabras que luego te servirán en «maniobras de seducción y conquista» es más asertivo. Debemos despertar el interés y no espantarlo, por ahí una verdad
Lo que se lee, recuerdo muy bien cuando discutía con mi Profe de lenguaje y le decía Fuguet y Quiroga son lejos más entretenidos que Vargas Llosa, y gracias a eso…. Nunca más me encajaron textos universales, Ray Loriga, Herman Hesse y Allan Poe reemplazaron a toda esa mugre latera de los warkens al peo (al menos en ese periodo)
Adecuemos los contenidos al perfil de estudiante, para que la brecha generacional deje de ser otra barrera insoslayable
Y la mentira, impuesto al libro… Compramos tanta mierda inútil que esa es la mentira más grande que se dice hoy!
Pa que andar con cosas, dejamos leer porque nos entretiene el cable!
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05 de octubre
Estimada Sra. Regina, yo no le cargaría los dados a los medios, al fin y al cabo un diario, un períodico busca siempre la contingencia, necesita vender para subsistir, pero sería bueno quizás investigar, saber el porqué los libros en Chile son tan caros, no creo que el impuesto lo justifique todo, me parece que hay una modorra, una flojera para buscar , gestionar, acordar, formas y formatos más económicos para hacer libros, pero me parece que es más importante la modorra, la flojera para leer, y en eso el sistema educativo puede intentar hacer algo.
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