La última novela de Ramón Díaz Eterovic nos trae de regreso al ya viejo, cansado, pero no menos sagaz e inteligente detective Heredia, que debe enfrentarse a dos casos simultáneamente, un asesinato y una desaparición, todo esto en medio del contexto del pleno estallido social que vivimos el año 2019. De hecho, ambos se relacionan de una u otra forma con la revuelta social.
Es interesante la mirada de Heredia, una suerte de lobo estepario, sobre los sucesos que se iniciaron en el mes de octubre del 2019; refleja cierto escepticismo sobre el resultado de los acontecimientos, relata el despliegue de las marchas, el silencio nocturno ante la disminución de la bohemia santiaguina en aquellos días, Heredia es un testigo silente de los agitados días de fines de ese año, y si bien muestra su simpatía por la convocatoria, llegando incluso a participar de las marchas, algo le dice que las cosas no van a terminar bien.Díaz Eterovic, nos presenta en la última entrega de Heredia, al detective idealista a su manera, irrespetuoso con el poder, pero descreído, ni las multitudes enfervorizadas por cambios sociales logran ilusionar al viejo sabueso
La saga de novelas policiales negra que tiene al detective privado Heredia como su protagonista supera la veintena, y son más de treinta años de la misma, en ese lapso de tiempo hemos presenciado la construcción del universo herediano, desde el gato Simenon, fiel compañero de múltiples jornadas (vínculo que implica sabrosos diálogos entre el gato y Heredia, o entre su conciencia y él), Anselmo el viejo jinete que estuvo a cargo del kiosco cercano al departamento de Heredia, Campbell un amigo de la prensa y un comisario que establece nexos con Heredia, mención aparte el hijo que conoce de adulto Heredia, llamado Goran, obviamente no falta las mujeres en este mundo, pero ninguna permanece mucho tiempo al lado del detective, finalmente cabe mencionar al Escriba, un especie de alter ego del narrador, que tiene presencia, pero no injerencia en el devenir de los acontecimientos.
Dentro de los leit motiv de la saga de Heredia se encuentra el ámbito político, espacio en el cual el lector puede presenciar la dictadura, la transición a la democracia, hasta llegar al estallido social, siempre se encuentra como telón de fondo el escenario político, que, a pesar de las transformaciones económicas, los cambios políticos, siempre es visto con cierta reticencia y desconfianza por parte de Heredia.
La resolución de crímenes de diversa índole es el interés de Heredia, recibe todo tipo de peticiones y cuando se embarca en ello realiza profundas y sistemáticas investigaciones, para lo cual no requiere ni super poderes ni menos trajes o apariencias extravagantes, al contrario, Heredia es de los detectives a la antigua, esos que van de frente, solitarios, huraño, pero que aprecian el valor de la justicia, aunque suelen no creer en ella, al menos en abstracto.
Ramón Díaz Eterovic, nos presenta en la última entrega de Heredia, al detective que se guía por su instinto, idealista a su manera, irrespetuoso en cierta forma con el poder, se evidencia el cansancio de una existencia dura, pero lo más llamativo y preocupante es que Heredia es un descreído, ni las multitudes enfervorizadas por cambios sociales y económicos, logran ilusionar al viejo sabueso, él sabe muy bien, que el poder de la elite seguirá presente en nuestra sociedad, saberlo lo reconforta, aunque en el fondo le provoca un mueca de malestar en su rostro.
A esperar que los viejos bares y tugurios del Santiago antiguo no cierren para que Heredia pueda seguir bebiendo su vodka tónica y de este modo nos siga deleitando con su particular forma de resolver los intrigantes casos que llegan hasta su desvencijada oficina- hogar.
Imágenes de la Muerte
Ramón Díaz Eterovic
Ediciones LOM, 2022
Comentarios
13 de febrero
No conocía a Heredia, un personaje piñufla que toma vodka tónica, y cotizará en isapre Colema, probablemente.
Suerte con las ventas.
0