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Generaciones post golpe militar: ¿Tienen derecho a la memoria?

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Por el sólo hecho de haber nacido en una comunidad determinada, la persona posee el derecho inalienable de recordar y que se le recuerden aquellos acontecimientos que dieron forma, positiva o negativamente, a lo que él conoce hoy como nación.

Es un hecho que llegado el mes de septiembre, junto con la celebración de las fiestas patrias, otro de los temas que causa más división que unión es lo acontecido el año 73’ en el golpe militar, que derrocó la estabilidad democrática que imperaba en Chile hasta esa mañana del martes 11. En esto, uno de los temas recurrentes es aquel que sostiene, con falta de verdad, que la memoria es sólo propiedad de aquellos y aquellas que vivieron en carne propia lo ocurrido hace 41 años atrás. En otras palabras, las generaciones que van desde la década del 80 hasta nuestros días, no tenemos derecho a pensar en lo positivo o negativo del acontecimiento histórico más relevante en el siglo XX chileno. Lo que pretendemos hacer en esta reflexión es indagar de manera rápida en el concepto de memoria y en el derecho que a ella tenemos las últimas generaciones.

Primer momento: ¿Qué nos dice el imaginario social?

Algunas de las expresiones propias de los conciudadanos que vivieron lo acontecido el 11 de septiembre de 1973 y que privan de la memoria a las nuevas generaciones son:

–  Tú no lo viviste. No tienes derecho a opinar.
–  ¿Qué sabes tú de tener que pasar hambre porque los comunistas tenían escondida la comida?
– ¿Puedes acaso hablar, si a ti no te tomaron preso a un familiar?
– ¿Qué sabes tú si naciste en democracia?

Pueden ser expresiones nacidas del imaginario social. De ello estoy seguro. Sin temor a equivocarme, a más de alguno que me lee le ha tocado escuchar una de estas frases o algo similar a ellas. ¿De verdad no somos sujetos de la memoria? ¿Dónde queda entonces eso de que un pueblo sin memoria no tiene derecho a existir ni a tener futuro? Sin duda, y objetivamente, no vivimos lo acontecido esa mañana de martes de septiembre. Sólo nos ha llegado lo que nuestros padres o mayores nos han contado, siempre con un grado de subjetividad por estar en uno u otro lado. Puede que también lo hayamos aprendido en algún curso en historia. Quizás lo hayamos aprendido gracias a los reportajes o documentales, que llegado el mes de septiembre, abundan en los mass media. Por cualquiera de estas vías, nos ha llegado lo que nuestros padres y abuelos vivieron más de cuatro décadas atrás. Pero a pesar de lo subjetivo de las opiniones ¿podemos gozar del derecho humano de la memoria?

Segundo momento: ¿Qué decimos cuando decimos memoria?

Si vamos a la RAE y buscamos el significado de memoria, la primera definición que aparece es “capacidad de recordar” y como segunda acepción “Imagen o conjunto de imágenes de hechos o situaciones pasados que quedan en la mente”. En ambos casos se habla de acontecimientos de antaño que son transmitidos a través de lo que podríamos llamar la memoria social. Ahora bien, justamente la memoria aparece como un sentido aglutinador socialmente hablando. Así, un pueblo recuerda los acontecimientos importantes del pasado y los celebra anualmente porque representan para ellos hechos fundacionales, por ejemplo la pascua judía, con la liberación de Egipto por Yahvé en su mediador Moisés.

Así, la memoria aparece como un ejercicio hermenéutico, una comprensión de la realidad total en la que los sujetos de desarrollan. Por el sólo hecho de haber nacido en una comunidad determinada, la persona posee el derecho inalienable de recordar y  que se le recuerden aquellos acontecimientos que dieron forma, positiva o negativamente, a lo que él conoce hoy como nación. Si la persona no tiene una memoria social, por pequeña que sea, es allí cuando no podría opinar de lo acontecido, pero desde el instante en que el sujeto aprehende una serie de hechos, puede hablar con propiedad, en el sentido de la pertenencia a un grupo humano.

Tercer momento: Las generaciones jóvenes ¿podemos hablar de lo ocurrido hace 41 años?

Decíamos que la memoria es un derecho humano y social que posee la persona por el sólo hecho de ser tal, entendiendo a la persona como una red de relaciones interminables. Ahora bien, también descubrimos que la memoria posee aspectos positivos y negativos, que lamentablemente en Chile se expresan más en los de carácter negativo. Veamos por qué. Sin duda el “11” es un día que divide, porque algunos consideran que fue bueno lo hecho por los militares frente a la realidad económica que vivía Chile producto de la inflación. Otros, en cambio, consideran que los excesos objetivos de los grupos golpistas atacan a la dignidad de la persona. A mi entender, lo que se debe buscar es el justo medio que propone la ética de Aristóteles. Una memoria social, bien vivida, busca el entendimiento y el recuerdo justamente en la capacidad de leer la historia, no desde la violencia injustificada de las armas o de una guerra civil, sino que desde la hermenéutica que ha de realizar y que apueste por enmendar los daños del pasado, para que el presente proyecte un futuro mejor, más humano y más libre.

Lo que sí debemos criticar es aquella actitud de grupos minoritarios de menores de edad que destrozan luminarias, señaléticas, pequeños kioskos o grandes oficinas, frente a un discurso “anti sistema”. ¿Se construye verdadera memoria social a partir de la marginación del sistema, de la polis, de la participación cívica? Si Chile vivió cerca de 30 años bajo un régimen que impidió las libertades de expresión, tanto personales como sociales, en donde era un delito pensar diferente, ¿es válida la destrucción si por lo que abogamos es justamente lo contrario, el diálogo humanizador?

Nuestro derecho a la memoria hemos de ejercerlo y exigirlo frente a un imaginario que muchas veces nos niega esta facultad propia del animal pensante. Pero, hemos de vivirla y construirla desde aquello que por ejemplo sostiene el Papa Francisco en la Carta Encíclica Lumen Fidei (2013): “la persona vive siempre en relación. Proviene de otros, pertenece a otros, su vida se ensancha en el encuentro con otros (…) el lenguaje mismo, las palabras con que interpretamos nuestra vida, nos llega a través de otros, guardado en la memoria viva de otros. El conocimiento de uno mismo, sólo es posible cuando participamos en una memoria más grande” (LF 38).

Que sea justamente esta cultura del encuentro la que nos permita caminar hacia una patria más grande, más amplia y dialogante, en la que la historia, que hacemos cada día, que nace de la memoria y que llevamos siempre en vasijas de barro siempre quebradizas, sea nuestro proyecto y tarea constante.

TAGS: Golpe de Estado Memoria

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Comentarios

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claudio

09 de septiembre

Estimado.

Es interesante el tema que planteas, pero adolece de cierto manejo teórico en cuanto al concepto de Memoria, además de involucrar y relacionar elementos contradictorios; por lo pronto, llama la atención la analogía que haces entre un relato bíblico (el que puede ser un hecho histórico) y «memoria social», obviando la posibilidad que tiene el primero de formar parte de una tradición inventada (Eric Hobsbawm y Terence Ranger, 2002), sobre todo en su origen y carácter mesiánico (todo lo acaecido en «In illo tempore»), lo cual no entraría dentro de la acepción de Memoria, toda vez que «memoria» responde a una capacidad mental de evocar, registrar y conservar experiencias de un lapso acotado de tiempo, lo cual alimenta su exquisita riqueza subjetiva.
Dicho lo anterior las falencias comienzan ha evidenciarse, y quizás radica en la noción de «memoria social» que planteas. A saber, la memoria no puede propender a la «comprensión de la realidad total» porque se contrapone a su propia esencia subjetiva y selectiva que la define, por lo tanto la lectura que se haga a través de ella siempre será condicionada y condicionante, entonces su fin último no sería «enmendar daños».

Tal vez sería recomendable mantener los argumentos en relación a la pregunta, aquella que motiva tu «entrada», y no mezclar elementos que no se manejan o se confunde desvirtuando la afirmación final («derecho a la memoria hemos de ejercerlo y exigirlo…»), no porque está sea poco pertinente o errada, sino porque esta construida y sustentada en argumentos débiles.

09 de septiembre

Agradezco su comentario y me invita a seguir buscando más material teórico. Vamos recién comenzando así que todos estos aportes ayudan a concretar más espacios de pensamiento. Buscaré los autores planteados.

Atte.

Claudio

09 de septiembre

Juan Pablo.

El tema de la Memoria es de notable alcance, basta con apreciar la discusión que se dio en España por un obra revisionista de la Guerra Civil (Julian Casanova, ha polemizado bastante frente a este tema) y que ha marcado el interés de connotados historiadores ibéricos y extranjeros.
Sin embargo la revisión debiera comenzar por Maurice Halbwachs, y quizás, revisar la corriente historiográfica de la «historia del tiempo presente». Vaya que hay para debatir.

Saludos.

09 de septiembre

Vamos a revisar al autor y seguimos debatiendo. Un abrazo

09 de septiembre

Desde Bartlett se sabe que buena parte de la formación de los recuerdos individuales es reconstrucción donde no hay cabida a la imparcialidad. La teoría de esquemas en psicología es un derivado de este descubrimiento, así como también la postulación de las falsas memorias.
A esta intínseca subjetividad hay que agregar una serie de sesgos cognitivos (como el de confirmación) y heurísticas cognitivas poco eficientes (como la representatividad), además de los problemas propios de logística para recabar información en épocas convulsionadas.
Luego, lo que queda es aceptar que la escritura de la historia debe ser entendida como una lucha entre interpretaciones donde NO siempre se va a llegar a un justo medio, ya que la mayoría de las veces se agrega intencionalidad ideológica política en los relatos oficiales.
La guerra es padre de todas las cosas y no el consenso.

10 de septiembre

Por supuesto que tenemos derecho a la memoria, a reivindicar el proceso de la Unidad Popular- por lejos el gobierno más democrático que ha tenido Chile- como también es válido que critiquemos y luchemos contra la dictadura o que nos indignemos por los dogmas de esta falaz transición. Ocurre que un problema solo queda en el pasado cuando se soluciona y en nuestro país, por propia responsabilidad de la Alianza pero también de la Concertación, no se han resuelto ninguno de los grandes dilemas que nos aquejan como sociedad. En realidad, las consecuencias y dramas políticos, sociales y económicos derivados del neoliberalismo, que es la peor herencia de la tiranía, están plenamente vigentes. Es así porque nuestro régimen no es democrático toda vez que se rige por una Constitución que no solo es ilegal por su espurio origen sino también porque niega y reprime cualquier libre expresión de la voluntad popular que precisamente es la que sostiene cualquier sistema que se precie de democrático.

En resumen, en Chile todavía no se logró zanjar el tema del poder, es decir, si éste queda en manos de una élite y de instituciones totalmente ajenas a la soberanía del pueblo, como de hecho lo es el Tribunal Constitucional, o si definitivamente se reconcilia con la sociedad civil. Entonces, víctimas de la dictadura y de su «democracia» de los consensos son todos esos jóvenes que no pueden estudiar o que reciben títulos universitarios devaluados, quienes no tienen recursos para acceder a una salud de calidad, a jubilaciones dignas o a un salario que remunere de manera justa nuestro trabajo porque estamos sometidos a un sistema político que nos terceriza, que nos flexibiliza y que incluso nos humilla con un código laboral que nos deja a entera merced de la patronal.

solopol

12 de septiembre

Nunca he entendido eso de «politizar». Para mi la palabra es «humanizar». No entiendo por ejemplo que golpeen a alguien en la calle, y un intelectual se quede mirando y diga: «no me politizo». El concepto es «no me humanizo», no soy humano. Somos una sociedad deshumanizada, no despolitizada. Eso es mucho peor. Habitualmente, se entiende el «politizar» como «tener militancia», y por eso a mucha gente no le importa la política. O parece no importarle, porque en realidad sí importa. El problema, es que el enfoque, el cristal usado para ver el pasado y el presente, no es suficientemente amplio. Por ejemplo, me llama siempre la atención que todo el que condene la dictadura es de izquierda, y todo el que la defienda, es de derecha. Y quienes no son de izquierda ni de derecha, ¿donde están? Porq

solopol

12 de septiembre

porque uno sabe (continuacion) que la mayor parte de la gente condena la dictadura. Pero ocurre que eso no necesariamente implica una militancia política. Un compromiso. Entonces creo que algo sucede con los conceptos usados que no ayuda a recordar, ni a procesar nada. Usamos un concepto demasiado intelectual, y dejamos poco hablar a nuestra parte humana. Si dejásemos mas hablar a nuestra parte humana, el problema lo tendríamos claro hace rato. Porque no se entiende como una sociedad «normal» no puede tener claro lo que en cualquier parte se tendría claro hace tiempo.

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