Nuevos fenómenos de la política chilena
En la última década hemos sido testigos de múltiples transformaciones en el sistema político chileno, estos cambios responden a fenómenos propios de la globalización, como pueden ser la internacionalización de la economía o las crisis humanitarias que ponen en duda los valores democráticos de modos que eran relativamente desconocidos en nuestro país hasta ahora. De allí surge la pregunta ¿Qué nos deparan estos “tiempos mejores”?
Alianzas improbables y debilitamiento de partidos políticos
Sin ir en detalle, creo que podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que muchos de los viejos estandartes de la política nacional, esos que parecían estar atornillados al puesto, finalmente empiezan a caer bajo su propio peso.
Desde la vuelta a la democracia que el país ha puesto en marcha un plan de reformas para fortalecer las instituciones gubernamentales y promover los ideales republicanos dentro del territorio nacional, dentro del ultimo pack de reformas, me atrevería a decir que una de las más importantes fue la ley que puso fin al “sistema binominal” que estaba impuesto en Chile desde la dictadura y que, gracias a un sistema de representatividad porcentual, permitió la inédita renovación del Congreso durante las últimas elecciones (aún queda probar los resultados)se desprende que el énfasis de los «Tiempos Mejores» no estará puesto en las reformas sociales que inició el gobierno de Bachelet, sino que en el plano económico local e internacional.
De modo que estamos viendo las primeras generaciones de chilenos que se desarrollan sin el velo de la dictadura; jóvenes idealistas y soñadores que tímidamente empiezan a tomar puestos de relevancia en instituciones públicas, renovando así al mundo político y poniendo en discusión temas controversiales que no se tocaban de manera pública en nuestro país desde hace años.
Una izquierda moderada y una derecha negociante
Muchos ven la derrota electoral de Alejandro Guillier frente a Sebastián Piñera como un golpe devastador a la izquierda del país y, si bien es evidente que el resultado no les beneficia, podemos decir que los sectores de la Nueva Mayoría tomaron las medidas necesarias para mantenerse relevantes en el juego político, constituyéndose como la principal cara de la oposición que veremos durante el presente mandato presidencial.
Desde el punto de vista netamente político, una victoria de Guillier en segunda vuelta era poco probable y de hecho, según algunos analistas, podría haber sido un tanto perjudicial para la izquierda que hubiese tendido a fraccionarse por la tensión interna y la evidente dilución de principios que representaba el candidato con respecto a su rival ideológicamente más cercana, Beatriz Sánchez, cuyo sector de izquierda más agresiva hubiese querido impulsar cambios insostenibles desde el paradigma de moderación que se planteaba para el periodo en caso de victoria.
De este modo la derecha consigue su victoria, pero pronto tendrán que darse cuenta de que el país no es el mismo de hace unos años atrás, la sociedad ha cambiado y si quiere tener una gobernanza tranquila, tendrá necesariamente que negociar con la oposición para mantener el orden social que necesita si quiere atraer la inversión extranjera.
Cambio de foco
De esto se desprende que el énfasis de los «Tiempos Mejores» no estará puesto en las reformas sociales que inició el gobierno de Bachelet, sino que en el plano económico local e internacional.
El lema del gobierno sería algo como: “Chile primero, pero nunca solo”. Con esto quiero referir al fenómeno que se está popularizando entre las sociedades democráticas occidentales para integrarse a los mercados globales como auténticos bloques organizados, donde la cooperación es clave para prosperar en un mundo cada vez mas competitivo e industrializado. De allí la importancia que tendrá para Chile el mantener una buena relación con sus aliados comerciales y militares en el extranjero.
Este cambio en las prioridades ha sido evidente desde los primeros días de gobierno, donde ya hemos visto medidas concretas en asuntos tan diversos como el conflicto mapuche, las demandas estudiantiles, estancamiento de reformas sociales y las modificaciones tributarias que buscan atraer el capital extranjero. Si esta aplanadora continua sin un manejo adecuado podría tener consecuencias severas para la sociedad chilena pues tendríamos un estado de tensión constante que dificulta el desarrollo y corrompe todo el proceso porque tarde o temprano el descontento social puede estallar de manera violenta, como ya lo ha hecho tantas veces.
En resumen
- Por el lado positivo: gracias a las nuevas tecnologías nuestros ciudadanos están cada vez mejor informado producto del amplio acceso a la información. También podemos decir que nuestra juventud es probablemente la generación mejor educada en la historia del país y que además nuestras instituciones funcionan según estándares internacionales. Si los ciclos de la economía internacional no nos perjudican, podríamos esperar un auge de desarrollo económico y social durante este gobierno
- Por el lado negativo: muchos de los conflictos históricos y candados constitucionales heredados de la dictadura siguen presentes, siendo la misma Constitución un amargo recordatorio del régimen militar. Esto virtualmente le pone una camisa de fuerza al progreso, imposibilitando cambios estructurales; además según los criterios de los países de la OCDE (con los que tanto nos gusta compararnos) tenemos una de las tasas más bajas en cuanto a rendimiento escolar y una de las tasas más altas en cuanto a desigualdad social, lo cual nos deja claro que aún queda un largo camino por recorrer en cuanto a mejoras en el ámbito social.
Finalmente mencionar que nadie sabe a ciencia cierta lo que nos depara el futuro, el presente análisis es puramente especulativo y no tiene otro objetivo que invitar a la reflexión, porque Chile lo hacemos todos.
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