Con esta pregunta respondió el alcalde de Independencia, Antonio Garrido, a la periodista de Informe Especial; donde se le ve, con imágenes y audios, facilitando licencias de conducir por votos. Insólito pero además grave.
Una autoridad por definición es un autor. De prestigio. Que tiene el derecho, facultad moral o legitimidad de regir una comunidad. De cuidar su existencia y sobrevivencia, así como el progreso de sus ciudadanos.
¿Aquel que entrega licencias de conducir con “flexibilidad” y a cambio de votos en un país donde los accidentes de tránsito, con su efecto de muertes y daños, constituyen una calamidad nacional, cumple con algún requisito mínimo?
Espeluznantemente, no.
En este caso, con el agravante de una autoridad comunal que alude, mañosamente, a un lenguaje religioso, que justifica la discriminación oprobiosa y atentatoria de la dignidad humana.
¿Tiene la sociedad, por medio de sus autoridades políticas y fiscalizadoras, y también de sus autoridades morales, el deber de reaccionar?
Sí. No permitiendo ser inhibida por complicidades políticas, donde la vida misma de conductores y peatones, se convierta en cálculos políticos.
Sin embargo, ni las autoridades políticas, ni las de fiscalización, o judiciales, o las comunidades religiosas distorsionadamente aludidas, han reaccionado como corresponden.
Es razonable esperar que conductas que amenazan la supervivencia de todos, como lo es la entrega de licencias de conducir a destajo, no sean convertidas en una cartera de mercancías políticas.
De lo contrario, puede convertirse en una tragedia griega moderna. Todos saben que existen, y todos saben adónde trágica y literalmente conducen.
Esta denuncia fue hecha, en mi calidad, en ese entonces, de concejala, el año 2008; y los antecedentes presentados para su investigación a la Fiscalía Centro Norte. Nadie puede esgrimir como argumento que no sabía. Ni autoridades ni fiscalizadores.
Convertir algo así en cálculos políticos, sería la peor de las señales. Sería un asistencialismo 2.0. Ya no serían cajas de mercaderías, lentes, camisetas u otras mercancías. Equivale a otorgar licencias, basadas en la fe pública: de conducir, de manejo de armas, médicas, títulos, etcétera.
El caso de las licencias de conducir en la comuna de Independencia, no constituye solo un problema local. Afectan la existencia y convivencia de toda una comunidad. En este caso, estaría amenazada la propia existencia y la de nuestras democracias locales.
Hemos solicitado que las instituciones funcionen. Ni más ni menos. Que la Fiscalía reabra la investigación presentada el 2008, porque un programa de televisión, en un tiempo breve, fue capaz de constatar hechos y diligencias solicitadas.
Que el Servicio Electoral no esgrima que hace fe pública de la información entregada por los solicitantes. Ha quedado en evidencia que esa fe pública acá ha sido engañada. Al mismo servicio: no es posible que sus dependencias estén al interior de la propia Municipalidad. Esto es como “el gato en la carnicería”
Que el Ministerio de Transporte suspenda las emisiones de licencias otorgadas en esa repartición ¿Existe algún estudio que relacione de donde son las licencias de conducir, de los responsables de accidentes? ¿Podrá el día de mañana, entablar alguna víctima, una demanda al Estado, por la entrega de estas licencias sin control?
Nuevamente: nadie podrá decir que no sabía.
El Cohecho, como todo fraude y corrupción, necesita de cierta inercia y desesperanza de una reacción. Solo cuando se devela que el rey, efectivamente estaba desnudo o corrupto, viene la reacción de escándalo.
Como decía José Martí: Hay un cúmulo de verdades esenciales que caben en el ala de un colibrí, y son, sin embargo, la clave de la paz pública. De sobremanera, en autoridades nacionales que han esgrimido la defensa de la vida como uno de sus ethos.
* Vocera Agrupación Ciudadana Mejor Independencia
Comentarios
22 de agosto
¿Qué decir, Carola?…
En todas partes se cuecen habas, sin embargo, ¿quién podría ser el político o inclusive el ciudadano que esté libre de haberlas cocido?…
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