Luego de confirmado los triunfos de las alternativas “Apruebo” y “Convención Constitucional” el pasado 25 de octubre de 2020, se sucedieron muchas manifestaciones de voluntad de postularse como candidato o candidata a la instancia histórica para la redacción de la futura Constitución de nuestra República. Otros y otras, con más exposición mediática o trayectoria profesional o académica fueron espontáneamente declaradas y declarados candidatos (incluso sin el consentimiento expreso de algunas de esas personalidades), por lo que se desató una cascada de postulaciones como candidatos a la asamblea o Convención Constitucional.
No es para nadie un secreto que esta instancia es histórica. Dentro de la tradición republicana de Chile, la participación ciudadana es la menos apreciada; de hecho, la participación de la ciudadanía en las decisiones políticas del país no es algo común sino hasta hace pocos años atrás, luego de las movilizaciones contra la dictadura cívico-militar encabezada por Augusto Pinochet, desactivada y desmovilizada por los gobiernos demócrata-cristianos (1990-2000), pero reactivadas con fuerza en 2006, 2011 y; fundamentalmente, desde 2015 llegando a octubre de 2019, con las movilizaciones de los estudiantes secundarios que detonaron la revuelta que detonó el llamado a plebiscitar una consulta para redactar o no una nueva Constitución política.Los partidos políticos se han apresurado a encontrar figuras con una gran apreciación de la opinión pública o con el perfil que han señalado los resultados de los análisis de encuestas
Esta instancia de convocar a elecciones de convencionales para redactar una nueva carta fundamental es única en nuestra historia, por lo que es comprensible que muchas personas deseen formar parte de ella (particularmente los denominados políticos “profesionales”). Por tal motivo existen muchas voluntades dirigidas en lograr competir por un escaño o asiento en esta inédita asamblea constituyente con paridad de género, escaños reservados para pueblos originarios y otros mecanismo de participación y acción política, lo que; asimismo, funciona como estimulante para que la ciudadanía se motive a buscar copar los espacios abiertos a la participación.
Esa participación bajo las estructuras estrechas y viciadas contenidas en la actual carta fundamental habían provocado la desafección política y apatía de gran parte de la población, que según lo observado en el proceso electoral del plebiscito, no era por desinterés político, sino por decepción o pérdida de confianza en el modelo.
En consecuencia, lejos de buscar restarse, siguen apareciendo nombres y listas de candidatas y candidatos a convencionales constituyentes, pues existe una evidente conciencia histórica y civil que pretende presentar sus ideas para la construcción de un debate plural, abierto a la ciudadanía y libre de toda coacción o control por parte de un único grupo de la sociedad civil, como ha sido la tradición en la historia de nuestra República.
Es por tal motivo, que los partidos políticos se han apresurado a encontrar figuras con una gran apreciación de la opinión pública o con el perfil que han señalado los resultados de los análisis de encuestas como la Ipsos-Espacio público (publicada el 02 de noviembre de 2020), es decir, el perfil que según dicha consulta prefiere la ciudadanía está en primer término a “expertas o expertos en temas constitucionales, luego ser confiables, capaces de lograr acuerdos y luchadoras o luchadores”. Por lo tanto, el rechazo a políticos de trayectoria es altamente rechazada, lo que incita al levantamiento de candidaturas de ciudadanas y ciudadanos con independencia partidista.
Lamentablemente, el “establishment” político no dará tregua en la batalla por el control político de la asamblea a ciudadanas y ciudadanos independientes. Es más, existen barreras de entradas para las candidaturas independientes que, aunque atenuadas (como la rebaja de 0,4 % a 0,2 % del total de votos emitidos en cada distrito, para la cantidad de firmas de apoyo a la candidatura), así como las propias del sistema electoral proporcional que norma la asignación de escaños para las diputadas y diputados, pues como lo señalan Ricardo Gamboa y Mauricio Morales (2020, pp. 8-9) en su trabajo “Pactos electorales y proporcionalidad de la representación. Evidencia del caso de Chile, 2017”, indican que las listas de candidaturas partidistas o independientes tienen mayor probabilidad de lograr escaños que aquellas candidatura individuales.
Por tanto, el sistema empuja a participar dentro de una lista (ya de partido político, ya de independientes -que se parece mucho a un partido político, huelga decir-) pues de forma individual se tienen menos chances de lograr un asiento de convencional constituyente, aumentando el desafío para los ciudadanos a pie que tienen interés en ello.
Si la encuesta de Ipsos-Espacio público es acertada, y para ustedes; estimadas y estimados lectores, es importante la independencia partidista, la calidad profesional y humana de las candidatas y candidatos, deberán informarse muy bien y estar atentas y atentos a dichas candidaturas si buscan el ya mencionado perfil.
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