Para la mayoría, las movilizaciones en Magallanes contra el alza en el precio del gas, establecido por el Gobierno, es una muestra de la acción de los ciudadanos contra el gobierno. No obstante, esa acción más bien fortalece la discrecionalidad del poder central del Estado en cuanto al destino de las regiones.
La petición en Magallanes por parte de la sociedad civil es simple y clara: mantener las subvenciones y evitar el alza en el precio del gas.
Hasta el momento, nadie ha hablado o exigido mayor independencia en la toma de decisiones políticas y económicas para la región, ni mayor descentralización y desconcentración del poder estatal, o independencia productiva y económica, y mucho menos federalismo.
De hecho, la petición, apelando casi exclusivamente a la decisión presidencial, sus promesas previas y los votos entregados, en el fondo sólo fortalecen el excesivo presidencialismo y el centralismo político del país.
Si el gobierno accede a la petición, la aparente torcedura de mano en realidad sólo ratificaría el claro personalismo presidencial, que, amparado en el centralismo estatal, prácticamente deriva en paternalismo: Toda decisión pasaría por el Ejecutivo, que sería el salvador de sus hijos…del resto de la institucionalidad democrática, nada.
Por eso, el trasfondo de las protestas no es, como muchos creen, una oposición ciudadana a la discrecionalidad del gobierno –sea cual sea- sino más bien el fortalecimiento de la discrecionalidad del poder central del Estado en cuanto a la vida económica y política de las regiones y sus ciudadanos.
Es decir, la petición ciudadana en Magallanes no promueve su mayor independencia regional, sino que fortalece su extrema dependencia del centralismo político y paternalista del Estado chileno.
Cuando los ciudadanos piden al gobierno no elevar el precio del gas y cumplir promesas, no le tuercen la mano, le entregan todo el poder de decisión sobre sus destinos en sus manos.
En base a eso, cuando la crisis del gas en Magallanes pase, su destino lo seguirá decidiendo un solo hombre, que llaman presidente, sea del gobierno que sea.
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Foto: Challtumay / Licencia CC
Comentarios
12 de enero
La sociedad civil de Magallanes hace lo mismo que un sindicato hace huelga y luego negocia con el empresario. Es cierto que el centralismo no cambia, como tampoco cambian las relaciones jerárquicas en una empresa. Pero recurriendo al historiador H. G. Thompson, la sociedad civil de Magallaner sólo se convierte en actor cuando se moviliza y se contrapone a una decisión centralista. Lo que ocurre en Magallanes es la emergencia de una cultura de oposición que antecede a la renovación de partidos y liderazgos. Todos se ven obligados a reposicionarse.
Lo que está claro es que no habrá nuevo pacto fiscal sin avanzar a un país + descentralizado.
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13 de enero
Álvaro, no sé si la comparación con un sindicato es correcta.
Claramente, Magallanes se vuelve actor al movilizarse. No obstante, su oposición a una decisión centralista aún se mantiene dentro del rango de una petición que refuerza la decisión centralista, no es autonomista. Ese es el problema.
En cuanto a la emergencia de una cultura de oposición, creo que es incorrecto enmarcarlo en algún sector político.
¿Por qué? Porque más bien parece que lo de Magallanes es un indicio de que la sociedad civil, se da cuenta que su poder y fuerza es independiente del Estado, y radica en no depender necesariamente de partidos, representantes políticos. Lo que es muy bueno para la democracia.
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13 de enero
Creo que podría ser el paso a un cultura donde la gente, cuestiona las decisiones de cualquier gobierno, sin importar si es o no de su preferencia.
No obstante, tal como planteo en el artículo, creo que es sólo un indicio, pues falta madurez cívica.
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16 de enero
Lamentablemente estimado, Magallanes no tiene por donde condiciones para dejar de depender del centralismo.