Se pensaba que la rabia estaba controlada en nuestro país. Aquella enfermedad contagiosa, que afecta al sistema nervioso central que causa encefalitis aguda con una letalidad que era cercana al 100%, siendo la zoonosis viral conocida más antigua. Creíamos que había desaparecido de nuestro psique colectivo hace años. Sin embargo, la mordida de un perro a un joven ciclista hace un tiempo nos hizo pensar que, si bien pretendemos que ciertos fenómenos están controlados y en algunos casos extintos, esto no siempre es así.
En forma semejante a lo anterior, observamos que hoy afloran los síntomas de una enfermedad que se pensaba extinta en las democracias del mundo. Una enfermedad que también es aguda y contagiosa, que también tiene un componente de rabia pero que está compuesta en su mayoría por violencia e intolerancia y cuyas consecuencias tienen una letalidad cercana al 100%. Esta alteración daña no solo al sistema nervioso central de la sociedad, sino que destruye su capacidad de actuar y pensar correctamente. Todos estos son síntomas inequívocos de que el tejido social está en crisis. Esta enfermedad es el nazismo en las muchas formas que se puede manifestar.Claramente la amenaza de la proliferación de los denominados crímenes de odio (particularmente de corte xenófobo, homófobo o religioso) atenta contra las aspiraciones esenciales de nuestro país; como su enfoque de inmigración abierta, la diversidad social y el respeto hacia la pluralidad de personas y realidades que conforman Chile, pues es la diversidad la mayor virtud de nuestras sociedades modernas. Del mismo modo, no se condice con los compromisos internacionales adquiridos por el país en materia de protección de Derechos Humanos esenciales.
¿Cuál es el desarrollo progresivo de la sintomatología?. Hablemos de nuestra nación.
La aparición hace un año de una escuela de arte neonazi en el sur del país y la actual presencia de un «supuesto partido nazi» en Chile evidencian que no hemos generado los anticuerpos suficientes para considerarnos una sociedad libre de tan dañina enfermedad. Lo oscuro de ella es que precisamente su extremismo exacerbado, el neonazismo, se alimenta tanto de la intolerancia pasiva (el albergar odio a todo aquel que es diferente a los estándares propios sin manifestarlo) como activa. Esta última es reflejada en xenofobia, homofobia, antisemitismo, entre otros, nutrida por actos y expresiones abiertamente discriminatorias al diferente, al vulnerable y al marginado. En definitiva, el objetivo de esta enfermedad es atacar a la convivencia pacífica y democrática entre las personas.
Así observado, el neonazismo no es atribuible a un solo país o grupo específico, sino que es una manifestación que en cada país adopta características propias y su meta es eliminar todo lo que le es diferente y ajeno. Es decir, dentro de Chile existen grupos no quieren a aquellos que no son considerados por ellos, bajo sus estándares, como chilenos. Y para dicha finalidad, el fin ciertamente justificaría los medios.
Es precisamente este contexto el caldo de cultivo para los crímenes de odio. No se trata de atentados contra las personas provenientes de una estructura jerarquizada mediante un cierto monopolio de la fuerza; sino que, siendo el odio al diferente la suficiente motivación para atacarlo, su ataque se produce la mayoría de las veces de las formas más ignomiosas imaginables. En el Chile de hoy lamentablemente no somos ajenos a esta historia, pero sin duda debimos aprender de sus resultados.
Claramente la amenaza de la proliferación de los denominados crímenes de odio (particularmente de corte xenófobo, homófobo o religioso) atenta contra las aspiraciones esenciales de nuestro país; como su enfoque de inmigración abierta, la diversidad social y el respeto hacia la pluralidad de personas y realidades que conforman Chile, pues es la diversidad la mayor virtud de nuestras sociedades modernas. Del mismo modo, no se condice con los compromisos internacionales adquiridos por el país en materia de protección de Derechos Humanos esenciales.
Es por ello que, frente a estos síntomas de la enfermedad y el peligro de repetir la historia, se vuelve indispensable el tomar todas las medidas mitigadoras y preventivas posibles. Por una parte, el poder ejecutivo está desarrollando una serie de políticas públicas en orden a fortalecer los valores de la igualdad y la no discriminación. Por otra parte, el poder legislativo está despachando proyectos de ley como el que tipifica los delitos de incitación al odio o a la violencia en contra de cualquier sector de la población, proyecto que la Fundación Sin Odio ha impulsado, promovido y mejorado de forma metódica y sistemática y finalmente, la sociedad civil está tomando conciencia de las nefastas consecuencias que produce la discriminación arbitraria y las expresiones de odio desde sus más extremas manifestaciones (como el neonazismo) y como ellas pueden y deben ser combatidas, hasta las más cotidianas que mellan las relaciones de convivencia democrática entre todos y todas quienes conformamos Chile.
Así como las enfermedades pueden ser erradicadas y, en caso de resurgir, deben ser combatidas fuertemente; de la misma forma aquellos fenómenos negativos que nos aquejan como sociedad deben reactivar nuestro sistema inmunológico social, encontrándonos lo suficientemente alertas y preparados para combatirlos, protegiendo los valores esenciales de tolerancia, respeto e inclusión que nos permitan preservar nuestro país y proyectarlo hacia el futuro.
Comentarios
23 de septiembre
Señor la diversidad es aceptar que existan grupos como los nazis o comunistas o cristianos en lugar de apuntar con el dedo algún hecho histórico como el holocausto, la inquisición o el genocidio Ucraniano para marginarlos por supuestas amenazas a la paz del futuro. Nazis siempre han existido y nunca se ha sacado nada con prohibir la existencia a ningún grupo .
Personalmente siento cierta simpatía con algunos grupos neonazis porque me consta que en determinadas circunstancias han dado protección a ciudadanos desamparados porque las leyes y las fuerzas para mantener la seguridad no intimidan lo suficiente para otorgar la seguridad a la población.
Estos grupos irán cobrando cada vez mas simpatía si entragan a los ciudadanos la seguridad que el estado no es capaz de otorgar y hay que alegrarse de que existan por esa razón.
Busque su nombre. No sabia de la fundación sin odio de la que usted forma parte, lo felicito porque lo encuentro una iniciativa formidable y oportuna pero creo que se están yendo por las ramas porque todos sabemos quienes viven de sus odios y el rencores.
Nadie quiere para el 2030 un Chile donde todos quepamos sin poner ninguna condición política a nadie, ni siquiera usted.
Saludos
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30 de septiembre
¿»De que sirve decir la verdad sobre el fascismo si no se dice nada contra el capitalismo que lo origina»?
Bertolt Brecht
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01 de octubre
La existencia de un movimiento nazi es evidentemente repudiable, ya que es por todos conocido de que trata su ideología y en general los efectos que estos causaron en los países son lograron gobernar, sin embargo, sabemos esto o se ha publicitado en mayor medida porque fueron los perdedores de una guerra, pero que sucede, por ejemplo, con los comunistas y socialistas; su récord histórico en cuanto masacres, matanzas y otros crímenes tampoco es muy halagadora, e incluso puede resultar cuantitativamente mayor que lo realizado por el fascismo o nazismo, así ¿no eran banderas rojas con la oz y el martillo las portaban quienes ejecutaron la masacre de masacre de Katyń?, o el Holodomor? ¿O entablaron el sistema de Gulags?, sin contar variados crímenes de guerra por parte de la URRS, antes de la operación barba roja cuando fueron aliados de los nazis, o luego de declarada la guerra entre ambos, además de actos cruentos realizados por países de ideología afín al comunismo y socialismo, como China, los Jemeres Rojos de Camboya, etc etc.
En resumen, la no aceptación de los nazis por proponer un odio de razas y una mecánica de discriminación da como resultado que tampoco podrían aceptarse partidos como el comunista y socialista toda vez que en su ideología se propugna el odio de clases, cuyos resultados tampoco son muy positivos, a lo menos históricamente.
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