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Los encapuchados ¿delincuentes, estudiantes o desobedientes?

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Los encapuchados no son meros delincuentes. Son sujetos que ven en la lucha violenta, en la desobediencia, un llamado de atención a este país injusto. Son quienes creen – con justa razón – que las autoridades, los carabineros, las fuerzas especiales nunca han estado de su parte, nunca los han protegido, nunca los han tendido la mano.

El movimiento estudiantil no es uno, no pertenece ni a Giorgio Jackson, ni a Camila Vallejo, ni a la Universidad de Chile, ni a ningún sitio o personaje en particular. Hay muchos movimientos estudiantiles que, sólo a veces, se encauzan bajo un mismo marchar. El caso más significativo que demuestra estos diferentes movimientos  es la separación que se hace entre los estudiantes y los encapuchados. A mi parecer, esa diferencia es puramente ideológica, donde el argumento se sustenta en puros formalismos casi estéticos, pero sin comprender que estos dos sujetos son parte de un mismo movimiento.

¿Es el encapuchado simplemente un delincuente? ¿Son los estudiantes sujetos completamente diferentes a éste? Yo creo que no. Que son parte de un todo. Pero luchan desde esquinas diferentes y utilizan disímiles medios para conseguir su objetivo: una educación de calidad, pública y gratuita.

Teniendo ese objetivo claro (y ¿quién no lo tendría después de años de marchas?) estamos obligados a darle el componente central de la disputa: el descontento. No hay que olvidar que no son los hijos de la clase dirigente quienes engrosan las marchas, sino que los hijos de la clase media. Estudiantes a los que les prometieron la utopía de la meritocracia, donde nuevas universidades se abrían para estos sectores que les prometían un futuro de éxito y de superaciones. Hijos de una clase media que anteriormente trabajó en el sector público. Sector que fue desmantelado totalmente por la Dictadura. Los hijos de esos sujetos vieron que el paradigma del mérito ya no funcionaba, las universidades “para gente de clase media” eran diferentes y les daban una educación menor a “las universidades tradicionales o las universidades privadas para ricos”. Y eso genera mucho descontento. La injusticia genera mucho descontento.

Quizás bajo este boceto podemos dejar a los “estudiantes”. Que marchan creativamente, que hacen spots de Youtube, que firman cartas, que intentan dialogar con las autoridades.

¿Pero qué pasa con el resto? ¿Con aquellos que aún no tienen posibilidad de salir de la pobreza? ¿Quiénes nadie les dirige la palabra? ¿Quiénes tienen que conformarse con que el narcotraficante del barrio coimee a los profesores? ¿Para quienes la educación no sirve de nada? ¿Para quienes – por muchos que se esfuercen – jamás podrán salir de la pobreza?

Esa injusticia sistémica es mayor.Y para esa injusticia, y esa indiferencia de la sociedad y de la clase dirigente, hay mucho más que descontento. Hay rabia.

Hay desobediencia civil. Cuando las autoridades no hacen nada – y esto los estudiantes lo saben, y es por eso que muchos de ellos se unen a los “encapuchados” en su causas – no queda otra medida.

Probablemente Henry David Thoreau, este fantástico ensayista norteamericano del siglo XIX, tiene algunas respuestas al fenómeno de los encapuchados: «Bajo un gobierno que encarcela injustamente a cualquiera, el hogar de un hombre honrado es la cárcel.”

Los encapuchados no son meros delincuentes. Son sujetos que ven en la lucha violenta, en la desobediencia, un llamado de atención a este país injusto. Son quienes creen – con justa razón – que las autoridades, los carabineros, las fuerzas especiales nunca han estado de su parte, nunca los han protegido, nunca los han tendido la mano.

Y ante eso, más que quitarle fuerza al movimiento estudiantil, los eleva. Porque con sus acciones – por muy injustas y violentas que puedan parecernos – están gritándonos que el problema es más grande y es urgente.  Los encapuchados son otra muestra del movimiento. La muestra brutal, pero que es consecuencia del mismo síntoma. Y donde todos hemos sido cómplices al callarnos durante años. Tanto el movimiento de estudiantes y los encapuchados nos golpean la cara con la noticia: la educación de Chile es injusta, y alguien tendrá que hacerse cargo de eso.

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Comentarios

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Ximena Vial

26 de junio

Me parece que es difícil comprender realmente que es lo que buscan los encapuchados, ya que no creo que comprendan un grupo organizado que busca educación publica, gratuita y de la calidad. Pueden ser producto de un descontento social, y su hacer, un modo de expresión ante ese mismo descontento pero dudo que formen parte de un movimiento social como el estudiantil. Lo anterior porque la figura del encapuchado está presente en muchas otras instancias de protesta social. Sería interesante analizar la figura del encapuchado-lumpen como ente activo de las protestas. Me parece difícil dilucidar su objetivo final tan claramente como lo propones.

cotecumplido

26 de junio

Creo que si bien es difícil catalogar los objetivos del lumpen-encapuchado (y ojo, no todo encapuchado es lumpen), creo que sí se puede rastrear ciertos orígenes del malestar. Si asumimos que los que marchan «educadamente» son parte de una clase media, hay que ver las formas de protestas que tienen otros sectores menos educados formalmente, o con menos conocimiento y confianza en las instituciones y autoridades. Toda generalización es muy poco precisa, pero quizás como un primer acercamiento, analizar su comportamiento desde la rabia hace sentido dentro del problema general. Y ese sentido, ayuda también a comprender la figura del encapuchado como parte de ese malestar, y no como un foráneo psicótico que busca la destrucción. Ese argumento se lo dejamos a la derecha.

26 de junio

Que excelente columna. Hace rato no leía nada tan lúcido acerca de los encapuchados, esa especie de raza alienígena que intentan vendernos la tele y los concertaliancistas

Felicitaciones

Ximena Vial

26 de junio

totalmente de acuerdo en que no son foráneos psicoticos, lo que si su objetivo como personaje dentro de la masa de intereses estudiantiles no me queda claro, y por supuesto sería interesante saberlo. Hagamos historia oral de encapuchados y sabremos!
🙂

Paula

26 de junio

Los encapuchados son parte de las demandas sociales en general, no necesariamente están vinculados a lxs estudiantes.
Hay muchos puntos que se podrían examinar en esta columna, creo que algunos son tomados como obvios, pero que no lo son tanto.
Creo que los encapuchados tienen que ver más que nada con un grupo poco o nada domesticado. Es decir, la clase media (como tu indicas) protesta formalmente porque es más educada. Yo diría que es porque está más domesticada, pero no necesariamente más creativa. Tiene que buscar otras herramientas, o sea youtube, internet, etc., porque no le queda otra, porque no se saldrá del orden, porque por ejemplo podría llamar a no estudiar más ni matricularse. Se toman la U pero se matriculan igual. Eso es la educación, domesticar y como otrxs dicen también liberar.
Por otra parte, me parece que el descontento no desemboca necesariamente en violencia, no, no son elementos ligados. El chileno en general es bien sobreadaptado, lo tolera todo. Por eso este grupo no sé si necesariamente tiene que ver con la premisa «a mayor opresión mayor violencia», porque generalizar es equívoco. Si eso fuera así, por qué no está la población más pobre de Chile peleando y demandando? Toda esa población tendría que ser encapuchada. Yo creo que los encapuchados no son parte de los domesticados, creo -y puedo sonar clasista- que efectivamente sí son de estratos socioeconómicos más bajos, y algo de anarquismo y marxismo deben saber. Algunos o gran parte por lo menos. Pero creo que lo que en general podría ser el elemento común es que no son parte de la subjetividad que constituye el grupo domesticado, por el contrario, realizan un acto político radical y subversivo, donde tiene cabida la violencia como expresión válida y de la cual no es parte ningún dirigente estudiantil, porque ellos jamás violarían el orden de las cosas, no, ellxs van a pedir permiso por supuesto para marchar. El o la encapuchadx no tiene nada que ver con eso, porque la lucha clásica ya no da muchos frutos y quieren hacerlo a través de otros modos que están a la deriva de las reglas del sistema.

javiera

28 de junio

Qué lúcido tu comentario… eso de estar domesticados es muy cierto. Lo que le falta de «bonito» a la lucha del encapuchado, le falta al paso alienado del manifestante común. Ya no estamos pa EXIGIR, tenemos que HACER. Veo harto de eso en los capuchas: voluntad de arriesgar, de no transar.

26 de junio

solo le falto agregar que ninguno de estos esta en la calle porque quiere, sino porque existe un contexto que lo permite y por sobre todo lo requiere.muchas veces las autoridades invitan a una mesa de dialogo que termina siendo unilateral en donde debes acudir solo a decir amen ( lo vivi personalmente con Marianita Aylwin, vieja ctm…) .Y todo se resuelve en vacaciones y en mesas de expertos donde los sectores en conflicto quedan fuera. Si la actual clase política hace esto con los dirigentes que buscan el dialogo e intentan construir alternativas de salida al conflicto ¿Porque se sorprenden de que cada día se engrosen mas las filas de aquellos que ya no quieren dialogo porque lo consideran estéril? Gracias maría jose , tu texto fue una dulce gota en un día de tener que soportar a mucha gente hablando pestes de los encapuchado sin entender las razones, emociones e historias que están detrás de ellas

rodrigo

27 de junio

¿Y Luciano Pitronello o Hans Niemeyer también pertenecen a la clase oprimida? No lo se, lo dudo. En todo caso prefiero la lectura de Frantz Fanon que la de H. D. Thoreau, la lucha violenta, en tanto el retorno de la violencia recibida, representa un intento (uno de los más burdos también) de humanización…

28 de junio

«por muy injustas y violentas que puedan parecernos – están gritándonos que el problema es más grande y es urgente» Vale dañar a otro? porque si la vida te trata a patadas, trata tu la vida y trabajo de los demas a patadas? esa es la idea?

Rodrigo Karmy

30 de junio

Pero, si los capuchas son un síntoma como tantos otros fenómenos, lo que no me queda claro es ¿por qué entonces con ellos la lucha de los estudiantes se «eleva»?

R.

cotecumplido

02 de julio

Porque evidencia que el problema es aún mayor y urgente. Se canalizan en el movimiento estudiantil, y dentro de ese plano general, el panorama se complejiza y completa.

02 de julio

María José, me gustó tu columna. Me gusta el énfasis del origen de la problemática como algo emocional, que surge del descontento y la rabia de los que se quedaron «pateando piedras». Hay un detalle si que me preocupa y creo que se debe distinguir: Henry David Thoreau, quien escribió esa frase (en esa hermosa obra «desobediencia civil» que a mi parecer debería ser obligatoria en los colegios), la escribió en un contexto bien distinto, refiriéndose al acto de la conciencia y la virtud individual como algo más potente y más grande que el estado, el que carece de conciencia.
Me parece que el actuar de un grupo de personas con la identidad fundida (encapuchados), inmersos en potentes condiciones de influencia e inducción social, es completamente reprochable, y me parece muy bien que se sancione… me preocupa que se intente legitimar eso como forma de protesta. Aún así, me parece muy comprensible, porque como bien expones, responde a un descontento básico producto de la indiferencia de quienes tienen y retienen el poder.

Saludos!

VERONICA

26 de agosto

«»Quiénes tienen que conformarse con que el narcotraficante del barrio coimee a los profesores? ¿Para quienes la educación no sirve de nada?»»

La anterior cita de tu artículo me sorprende, como profesora durante 40 años ejerciendo en comunas como Lo Hermida en los años 70, en La Legua y La Victoria en los 80 , nadie nunca me coimio y tampoco vi coimiar a alguien.
DE DONDE SACASTE ESA INFORMACIÓN???
ENCUENTRO DE UNA LIVIANDAD ESPANTOSA.
LOS PROFESORES ESPECIALMENTE EN ESOS SECTORES FUIMOS Y SON MUY SACRIFICADOS Y TAMBIÉN RESPETADOS.
ESTARÉ ATENTA A TU DESAFORTUNADO COMENTARIO.
UN SALUDO
VERONICA

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