Algo pasó después de la dictadura. Pareciera que en camino se confundieron las cosas. Hoy en día se confunde la libertad con el libertinaje y los derechos con el empoderamiento. ¿Que pasó con el respeto y la empatía?
Ya es cosa de todos los días. Después de ver las noticias, la gente no quiere salir de casa.
Sucede que el ciudadano común y corriente, sí, ese ciudadano que se ha preocupado por hacer las cosas bien, el que busca cumplir la ley en su amplio espectro, aquellos hombre y mujeres que se levantan cada día para ganarse la vida honrada y dignamente, hablamos del chileno que aun paga “todas sus letras religiosamente todo mes, el que prefiere vivir con poca plata pero honradamente al día; ese tipo de ciudadano está absolutamente desprotegido frente al mundo del hampa, que está compuesto por verdaderos sindicatos del crimen que se las saben por libro. Ojo, no se trata sólo de patos malos o criminales que de lejos se notan. En este selecto grupo de malvivientes, se encuentran los criminales de cuello y corbata. Observemos lo que pasó con La Polar. La marca retail siguió adelante como si nada, sus ejecutivos pronto serán olvidados y seguirán viviendo como siempre. Lo mismo con la financiera Eurolatina, que estafó a miles de chilenos de las clases más esforzadas, y quedaron impunes y viviendo como reyes.
Algo está pasando en nuestro país. Y el problema no está sólo en la política. Está también a nivel del ciudadano común.
Se puede ver fácilmente la indignación de algunos frente a la posibilidad de poner mano dura en la zona del conflicto mapuche, luego de la muerte del matrimonio Luchsinger. ¿A caso este es el Chile que queremos? Un Chile donde matar a un matrimonio quemándolos vivos debe pasarse por alto por el hecho de haber sido muertos a manos de mapuches y en pro de la reivindicación de sus tierras ancestrales? ¿Acaso debemos pensar en nuestros adentros “esto les pasa por tener plata y está bien que les pase”? No, no es posible pensar así. Esto es pasar por alto la libertad y el derecho a la vida. Debemos condenarlo y apoyar al gobierno (sin importar el color político) para frenar esta ola de violencia y empoderamiento de los derechos humanos mal entendidos como “parte de la libertad es tomar lo que yo quiera y a como dé lugar”.
Lo grave de todo esto es que los mismos ciudadanos respalden este tipo de actos y que vean en la fuerza pública un enemigo interno al cual se debe atacar per se. No olvidemos que junto con personas acaudaladas, en la zona del conflicto también sufren pequeños y medianos agricultores que ven el esfuerzo de su vida hecho trizas por estas acciones de violencia. ¿Qué pasa con los derechos de estas personas? ¿Los perdieron por ser esforzados y trabajadores y no pertenecer a la etnia originaria? ¿Acaso renunciaron a sus derechos por el mero hecho de ser diferentes, pensar distinto y por vivir en la zona que, digámoslo, es parte del Chile de todos los chilenos?
Nuestro lema “por la razón o la fuerza” no significa textualmente que si algo no se logra por la fuerza de la razón se deba lograr por la fuerza bruta. Significa que cuando falta la razón en el común entendimiento, es labor del Estado proceder mediante la fuerza de los tres poderes y lograr que el derecho consiga un resultado ecuánime para todas las partes involucradas. Pero antes del fallo es fundamental propiciar un ambiente de paz y entendimiento que permita a todos los involucrados trabajar. La imposición por fuerza no es el camino.
Lo que ha pasado en el sur de Chile es grave, no debe mirarse con el romanticismo con que se miran antiguas ideologías de buenas intenciones, pero impracticables en el ámbito de lo concreto. La muerte a manos de la sublevación o el clamor popular nada tiene de romántico. Hoy puede que afecte a sólo un reducido grupo y lejos de la realidad santiaguina y de otras zonas de Chile, pero en la medida en que este accionar sea validado por el ciudadano común, sólo nos queda esperar a que todo se resuelva de esta forma. Otra cosa es movilizarse y protestar por los derechos, pero jamás se debe olvidar que así como existe este derecho, las demás personas tienen el derecho a no ser violentados y a preservar y conservar sus bienes y patrimonio sin perjuicio de la movilización y de los derechos de otros.
Algo pasó después de la dictadura. Pareciera que en camino se confundieron las cosas. Hoy en día se confunde la libertad con el libertinaje y los derechos con el empoderamiento. Pero sucede que somos todas personas de carne y hueso, nos une la ciudadanía pero más allá de eso nos unen nuestros deseos de prosperidad, de vivir en paz. De garantizar que nuestros hijos se eduquen y desarrollen en un ambiente de propicio. Todos queremos vivir una buena vida. Para esto, es fundamental confiar en las instituciones, confiar en el prójimo y eliminar las desconfianza e ir por la vida con la frente en alto. No hay mayor dignidad que vivir una vida honesta, sin tener que estar con el rabillo del ojo constantemente mirando sobre el hombro cuidándonos las espaldas. Pero para esto, es fundamental volver a incorporar, a manera de eje filosófico central una frase tan antigua como el hombre, que postula “No hagas a otros lo que no te gustaría que te hicieran a ti. Así de simple, vivir en empatía y entender que para que esto sea un círculo virtuoso, debemos procurar hacer el bien a los otros, para que estos luego por defecto hagan el bien a los demás.
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Comentarios
10 de enero
Yo creo que ya hace mucho tiempo que en chile se confunde libertad con libertinaje y la palabra «valores» esta practicamente desapareciendo de nuestro diccionario. Esto se ve en todos los niveles, desde los politicos y los empresarios hasta el seno familiar, colegios, trabajo etc. Ahora la gente se burla de quienes quieren entregar valores, tratandolos de conservadores derechistas anticuados, canutos o catolicos mojigatos, siendo que existen ciertos valores que son independientes de cualquier credo o tendencia politica, son la base de una sociedad sana. Ejemplos hay muchos, no solo los atentados y los robos de empresarios, tenemos el caso Zamudio, el bullyng con suicidios de niños de 12 años, el gran abandono de ancianos en hogares, el exesivo consumismo y materialismo, la ya exagerada promiscuidad de los adolscentes y su exesivo consumo de alcohol y drogas, la estafa de la educacion chilena etc…..la verdad yo no se que esta pasando con Chile y como nadie ve que estamos en una verdadera crisis de valores
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11 de enero
Estamos cosechando lo que hemos plantado, hemos sido permisivos en todos los sentidos pensando que eso es vivir en democracia y poco a poco vamos tomando el peso de nuestro accionar. Libertad y libertinaje tienen unas pocas letras de diferencia pero encierran un enorme significado cada una y eso es lo que no se puede olvidar o confundir.
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