Los niños, niñas y adolescentes transgénero hoy en día se ven expuestos/as no solo a la violencia física, verbal y/o psicológica, sino que también a otras formas de violencia –política, simbólica e institucional- que, en primera instancia, pueden pasar desapercibidas, en contraste a las formas de violencia más explícitas y que más comúnmente se conocen en la sociedad, como por ejemplo la violencia física (con esto no estoy diciendo que los/as adultos/as trans no sufren algún tipo de violencia, todo lo contrario, pero para efectos del presente artículo, me remitiré a la infancia).
«La inclusión de la infancia transgénero al proyecto de ley no apunta a solamente a un mero trámite legal, sino que más bien –en términos políticos, institucionales y simbólicos- al derecho a la identidad, identidad la cual los mismos niños y niñas van transitando y construyendo, resistiendo de cierta manera a los discursos adultocentristas y patriarcales.»
El filósofo francés Michel Foucault fue explícito en criticar aquellas instituciones que aparentan ser neutras, objetivas e independientes de cualquier tipo de pensamiento ideológico, político y económico, y que sus fines son supuestamente nobles y necesarios para el bienestar de las personas, pero que en realidad es necesario visibilizar y dar cuenta de la violencia política que ejerce sobre los sujetos. Por ejemplo tenemos el caso de la psiquiatría, una rama de la medicina que tiene como finalidad diagnosticar, tratar y curar a sujetos que padecen trastornos mentales. Actualmente en los manuales de psiquiatría como el CIE-10 y el DSM-IV, la identidad transgénero aparece como un trastorno. En el caso del CIE-10 es nombrado como “trastorno de identidad sexual”, y en el DSM-V como “disforia de género”. En el CIE-10 algunos de los síntomas en los niños y niñas son: “1. deseos repetidos de ser, o insistencia en que uno es, del otro sexo, 2. en los niños, preferencia por el transvestismo o por simular vestimenta femenina; en las niñas, insistencia en llevar puesta solamente ropa masculina, 3. preferencias marcadas y persistentes por el papel del otro sexo o fantasías referentes a pertenecer al otro sexo, 4. deseo intenso de participar en los juegos y en los pasatiempos propios del otro sexo, 5. preferencia marcada por compañeros del otro sexo”. Si lo analizamos detenidamente, podemos dar cuenta de que en realidad dichos “síntomas” no tienen ningún tipo de justificación teórica, empírica o científica seria y coherente, sino que más bien es una apelación al sentido común de cómo deben pensar, sentir, actuar y vestirse los niños y niñas, sentido común sustentado en un pensamiento patriarcal que produce y reproduce los roles y estereotipos de género. En este sentido, el discurso patologizante de la psiquiatría es sumamente discriminador y estigmatizador con los niños y niñas que no se adecúan al sistema sexo/género, justificando el tratamiento psiquiátrico a partir de una supuesta idea de niño/a “normal”.
La escuela y la familia son otras instituciones en la cual se reproducen discursos y prácticas sexistas, tanto en el de manera explícita como implícita. Ambos son espacios socializadores y educadores de los roles y estereotipos de género impuestos por los/as adultos, quienes les asignan un género en particular a los niños y niñas, acorde a sus respectivos sexos biológicos. Las consecuencias para quienes no se adecuen a los parámetros socialmente construidos del género masculino y femenino, como ocurre con la infancia transgénero, son siempre negativas: acoso escolar, discriminación, hostigamiento, burlas, exclusión social, y en el peor de los casos, suicidio. La violencia simbólica se expresa de manera implícita y naturalizada, pero los efectos son bastantes explícitos y directos.
Me parece interesante por tanto la frase del filósofo feminista Paul Preciado, quien dice que más que violencia de género, el género de por sí es violento, ya que impone a través del disciplinamiento de los cuerpos, cómo estos deben relacionarse consigo mismos y con otros cuerpos, siempre desde la lógica binaria: hombre/masculino, mujer/femenino.
En todas las instituciones controladas por los/as adultos/as se pone de manifiesto la hegemonía adultocentrista, la cual es representada, por ejemplo, en los padres, madres, profesores/as, políticos, quienes se sienten con el derecho y el deber de decir, imponer y decidir sobre cuál es la identidad de género adecuada de los niños y niñas, como si estos/as no tuviesen la capacidad o el derecho de decidir, básicamente, quienes quieren ser, fuera de toda norma social impuesta. Esto último se deja entrever en la Ley de Identidad de Género despachada a la Cámara de Diputados, la cual excluye a los niños, niñas y adolescentes en el proceso de cambio legal de sexo y nombre.
La inclusión de la infancia transgénero al proyecto de ley no apunta a solamente a un mero trámite legal, sino que más bien –en términos políticos, institucionales y simbólicos- al derecho a la identidad, identidad la cual los mismos niños y niñas van transitando y construyendo, resistiendo de cierta manera a los discursos adultocentristas y patriarcales.
Comentarios
28 de junio
Lo biológico del ser humano está hecho para la reproducción. De ahí la naturaleza violenta del sexo y sus formas de rechazo hacia con quienes no tendríamos sexo. Solapada socialmente, claro, de alguna forma, pero dirigiendo en parte muchas de nuestras decisiones. Todas se refieren a discriminación de una u otra forma. Es nuestra naturaleza humana, carnal o animal la que nos hace actuar de esa forma. Tal son las cosas que si miramos la vida animal, nos encontraremos con formas bastante sociales y otras incluso brutales. Esa es la naturaleza animal. En pocas especies fidelidad en pareja y en otras reproducción de un macho que adquiere por disputa, hembras a las que transmitir sus genes dominantes, para asegurar a la especie, en ambos casos, la reproducción de los ejemplares más fuertes. Lo trans o su descendencia, en la vida animal, no está destinado a reproducción y socialmente nunca son el alfa de una manada. Es decir, he ahí el nivel más básico de la naturaleza de la reproducción de la que la humanidad forma parte.
Pedirle un gran desempeño a la humanidad en su contemplación por el débil, por lo tanto, nunca dará los suficientes resultados. En este aspecto, se apela al raciocinio o espiritualidad humana la condescendencia que el caso pareciera ameritar. En este sentido me parece de más llegada un discurso que predique ama a todos como a ti mismo en vez de la exposición constante de la debilidad (animal) de las personas que sufren discriminación sexual por ser trans….
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28 de junio
Incluso ante la defensa de petición de un derecho que los haga ser el ser biológico que quieran parecer ser, ya que en el fondo es mejor la llegada a oídos de la sociedad un discurso que promueva acercarse a otra personas con mejores formas de humanismo reales y cariñosas que expresen toda clase forma de amor, ya que humanitariamente o mas bien espiritualmente, estamos llamados a vivir en comunión, dejando de lado toda clase de conducta social que se parezca más al comportamiento de los animales que al de personas que viven socialmente bajo las ideas que promueven toda clase de benignidad.
En este aspecto, parece razonable que si alguien quiere cortarse las huevas y en su lugar fabricarse una vagina, o en su defecto ponerse una pichula donde tenía una vagina («de diplomático»).. lo haga cuando sea un adulto, tomando una decisión lo más responsablemente posible, porque es irreversible y le hará cambiar su forma de verse a si mismo para siempre, cambiando su naturaleza animal y cómo la sociedad percibirá su forma sexual, la que por naturaleza la mayoría de la sociedad rechazará, pero que su pareja, familia y cercanos aceptarán por la relación humana que desarrollan con su próximo o prójimo cercano…
Valga decir que las personas trans son aceptadas por más y más personas sólo en la medida que se relacionan social y humanitariamente con los demás. Esto quiere decir en el fondo que cuando nos relacionamos los unos con los otros debemos actuar amablemente y no como animales
28 de junio
Bueno, yo creo que la situación de estos niños no es normal; pero que imponerles patrones, conductas y una manera de ser es dañino y contraproducente. Pienso que todavía falta más análisis e investigación para comprender qué es lo que pasa con ellos. Casi me inclino por creer en ciertos comentarios de tipo New Age, según los cuales, se podría tratar de personas que están en una transición de un sexo al otro y que no se han adaptado plenamente al nuevo sexo, o todavía tienen una muy fuerte identificación con el sexo de vidas anteriores… Quién sabe?
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