Dado el aumento de la demandas sociales, ha quedado confirmado que los tiempos del Estado no necesariamente son los tiempos de los ciudadanos y sus urgencias. Es justamente, esta ausencia de sintonía ciudadana y social que no ha permitido canalizar las expresiones de urgencia de la población, debido a los bajos canales de comunicación con esta.
Los procesos que se avecinan demandan una mayor representación y participación ciudadana. De ahí que emergen la importancia de una nueva constitución y el inicio de un proceso constituyente que permita una alta participación ciudadana, para la validación de este proceso.
En consecuencia, y más en aun este contexto que se hace imprescindible entender el estadillo social, por un lado debido al fracaso del modelo de integración social chileno, como también debido a la profunda ausencia de escucha social y escasos instrumentos para la participación ciudadana, que puedan leer a tiempo los cambios necesarios, para así posicionar las urgencias donde corresponden. Pareciera ineludible, hoy más que nunca, reemplazar grandes conceptos y adornadas frases retóricas, por soluciones concretas que emerjan desde las políticas públicas y los generadores de estas, como también de quienes están en la toma decisiones estratégicas a nivel comunal, regional y nacional. Pero lo anterior sin participación ya no es viable.Quien más que los ciudadanos en su propio territorio, saben cuáles son las urgencias que lo aqueja y donde deben ser priorizados y puesto en marcha los recursos.
Desde este punto de vista, si bien es cierto se avanzado en una ley de asociacionismo y participación ciudadana, esto plasmado en la ley 20.500, poco utilizado ha sido este instrumento por los gobiernos comunales. Existen contadas excepciones en las cuales hemos sido testigo de consultas ciudadanas como es el caso de Santiago, Vitacura o Las Condes, por citar algunos ejemplos. Esta ley siendo un avance, en lo particular a las consultas ciudadanas y a la participación, presenta dos limitaciones medulares. Primero pone en el centro al municipio como el gestor de esta decisión participativa, solo la ciudadanía podría acudir a llamar a una consulta en el caso que logre recolectar un número casi inalcanzable de firmas. Segundo, para que sea vinculante deberá alcanzar más del 50% de la participación del padrón electoral de la comuna.
Estas dos limitaciones, son el desafío de futuro en las modificaciones a esta ley, que permita el ejercicio pleno de la participación ciudadana en temas de interés público, siendo vinculantes al tiempo que puedan ser extrapoladas en votaciones como por ejemplo presupuestos participativos. Quien más que los ciudadanos en su propio territorio, saben cuáles son las urgencias que lo aqueja y donde deben ser priorizados y puesto en marcha los recursos.
Si bien esta ley ha sido un avance, resulta relevante sostener una agenda de futuro en materia de participación ciudadana, que pueda canalizar con mayor efectividad las demandas territoriales de los ciudadanos en temas tales como: medio ambiente, planes reguladores, presupuestos participativos, agenda de seguridad, salud, adultos mayores entre otros.
En este sentido, Chile debe avanzar con urgencia en esta dirección. Para ello se hace necesario un re diseño y una institucionalidad especializada a nivel nacional que promocione y proporcione las herramientas y metodologías e insume técnicamente a los municipios en los procesos que se lleven a cabo, aquello con una estructura y presencia en los territorios. Así mismo diseñe plataformas digitales, con metodologías claras, tendientes a la participación ciudadana a nivel nacional, regional y comunal, así como también el diseño de cabildos. Resultado de todas estas acciones podrá incidir con datos empíricos, al ejecutivo y al parlamento en donde colocar los énfasis en ciertas agendas legislativas en diferentes materias. Resulta estratégico también orientar el trabajo en las escuelas del país, en aras de la educación de un proyecto de ciudadanía, en donde se establezca una cultura de pesquisas de los problemas pero también de propuestas de solución comunitaria. En este sentido, pensar en un ministerio de participación ciudadana que permita orientar con efectividad las priorizaciones de las demandas ciudadanas al tiempo que pueda validar y conducir técnicamente este proceso, resulta una propuesta efectiva que podría dar una solución a la crisis de confianza.
En una sociedad que busca y demanda soluciones debe ser vista como agente activo de respuesta a las problemáticas y no puesto como un mero espectador ante ellas. A propósito de la crisis social, uno de los grandes mensajes que hemos recibido estas semanas ha sido justamente; “esto no lo vimos venir”, “no logramos escuchar o leer las urgencias sociales”. Es tiempo de crear las herramientas- para no volver a escuchar repetir estas frases- y establecer los mecanismos y profundizar los existentes, quizás uno de los tantos legados del movimiento social, al cual asistimos hoy, será la construcción de un espacio más deliberativo, horizontal y participativo que permita un nunca más, a la ausencia de lectura a las necesidades sociales. Para ello será clave la voluntad política para propiciar aquello, que se traduce en confiar en los electores que han posicionado a la autoridad pública en aquella posición. ¿Se estará dispuesto en avanzar en este camino?, es una pregunta abierta que solo el tiempo logrará responder.
Comentarios
14 de noviembre
Hace unos quince años escribí en un sitio de interés nacional unos 300 artículos, a razón de uno por día, sobre la necesidad de un mecanismo de participación ciudadana institucionalizada al que llamé Cámara Ciudadana Digital, con la intención de que hubiera en el país una herramienta que permitiera discutir los temas que ya se veían como un problema que crecía como bola de nieve. AFP, bancos, minería, desarrollo local, exceso de Área Metropolitana, despilfarro fiscal, falta de conexión entre ciudadanía y Parlamento… No sirvieron de nada. La gente siguió migrando, la banca usurando, las AFPs enriqueciendo. Hoy hay millones de endeudados y morosos, protestas violentas y marginalidad social. En realidad esto se veía venir y no habré sido el único que lo detectó, tal como la emergencia climática. Le escribí a cada Presidencia de turno, Congreso y Senado… Ahora todos corren y nunca aprendieron a gatear o caminar. De cero a Asamblea Constituyente de una, con una clara influencia de presión externa sin saber dónde iremos a ir a parar.
En cuanto a posible legado de este movimiento, me quedo con la nefasta idea de todos los derechos humanos “abusados sexualmente” de aquellos que no pueden transitar libremente por la calle, que perdieron su fuente laboral, que no tienen paz ni tranquilidad en la calle, que no pueden llevar comida a su casa, que no tienen amparo estatal…
En la jarana de retirada de la Presidencia de R. Lagos me dijeron: “ya nos vamos, no podemos hacer nada”.
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