Es cierto que entre más electores participan en una elección, más sólida es la democracia. Pero ¿cómo hacemos para que sobre todo los jóvenes, entre 18 y 40 años, concurran al menos a votar a las urnas si les quitamos la educación cívica?
Del análisis efectuado a seis proyectos de ley del congreso nacional, todos originados en moción parlamentaria y presentados entre 2010 y 2014, llama la atención que las variables de estudio en todos los boletines son las mismas, con una sola excepción. Este trabajo se basa en la medición de actividad político-legislativa y el porcentaje de participación de cuatro variables que son: variable parlamentaria, variable ejecutiva, variable ciudadana y variable institucional. Los seis proyectos cuyo objetivo es modificar la ley general de educación para reponer la asignatura de educación cívica, exhiben la variable parlamentaria con un 100% de acción. En otras palabras, no hay intervención del gobierno, ni de los ciudadanos, ni de instituciones. Esto significa que el gobierno no ha patrocinado ninguno de los proyectos, o sea, no hay urgencia. El índice de actividad político-legislativa alcanza la cifra 1,00 en cinco de ellos. Este es el menor valor que puede obtener una medición.
Ninguno de los seis proyectos para reponer la educación cívica en Chile ha podido sobrepasar la instancia de discusión en la comisión de educación, sea en la cámara de diputados o de senadores. Al no haber participación de la variable ejecutiva ni de la variable ciudadana, el proyecto queda huérfano de apoyo. No hay un catalizador que lo mueva hacia otro hito de la discusión, no hay grupos asociados a la materia que ejerzan su derecho a opinar en la comisión, no hay tampoco manifestaciones públicas pidiendo que vuelva la educación cívica, no hay en los medios de difusión masiva un tratamiento crítico sobre el tema, por ejemplo, ningún periodista dice en los momentos que muestran las imágenes de las manifestaciones estudiantiles en su fase “destrozos”, que bueno, “una de las razones para explicar, quizás, la violencia desatada de algunos grupos de escolares sin identificar, es la anulación de la educación cívica como herramienta de construcción de ciudadanía, como materia prima para vivir y participar de la democracia”. Eso no se escucha.
Es cierto que ahora con el cambio de voto a voluntario se produjo lo que algunos analistas preveían por la experiencia en otros países: aumenta la abstención. No hemos visto estudios de ninguna de las elecciones bajo este cambio, ni la de alcaldes y concejales de 2012, ni las presidenciales, parlamentarias y CORES de 2013, en el sentido de explicar bien cómo varía la abstención/segmento económico, abstención/grupo etario, abstención/nivel educacional, abstención/alcalde, abstención/parlamentario, para incluir factores políticos necesarios, sobre todo estas dos últimas relaciones, para evaluar el elemento incentivo que se esperaba lograr con este cambio de sistema. Uno esperaría concluir que en municipios, distritos o circunscripciones donde hay menos abstención, hay un mejor trabajo político de las autoridades elegidas por votación popular (dicho muy a grandes rasgos).
Al no tener estudios concluyentes sobre la relación abstención/trabajo político, imposible que podamos cerrar el tema del voto voluntario poniendo simplemente el cerrojo y cambiar otra vez al voto obligatorio. Abogamos porque la sociedad chilena se estudie a sí misma, reflexione, piense y medite todo esto. Es cierto que entre más electores participan en una elección, más sólida es la democracia. Pero ¿cómo hacemos para que sobre todo los jóvenes, entre 18 y 40 años, concurran al menos a votar a las urnas si les quitamos la educación cívica? ¿cómo podemos sorprendernos de que se abstienen los jóvenes y lo atribuimos, probablemente con acierto, a la falta de educación cívica, si los intentos por reponerla están todos estancados, excepto el boletín 9227 presentado hace sólo veinte días por los senadores Patricio Walker (DC) y Alberto Espina (RN) y que por esa misma y única razón no podemos calificarlo de estancado? No pasa de ser una formalidad el hecho que se presentan proyectos, pero no se trabajan hasta su finalización. Esto da lugar a que sigan presentando iniciativas y caigan en lo mismo. Esto se ha constatado para el caso de la materia en cuestión: la educación cívica.
Por lo tanto, hago un llamado a la ciudadanía activa y pensante a que pueda tomar parte del análisis de esta columna donde se han comentado sólo algunos aspectos. El diagnóstico es duro: no hay en vías de aprobación ningún proyecto para reponer la educación cívica. Está ahí la abstención. Ahora elegimos CORES, muchos queremos una nueva constitución política a través de asamblea constituyente, los jóvenes y la ciudadanía en general están más decididos a salir a las calles, viene un cambio de gobierno. El camino cada cual puede plantearlo, el que recordamos acá se llama educación cívica.
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Foto: Wikimedia Commons
Comentarios
10 de enero
PARA QUE LOS JÓVENES Y FUTUROS ADULTOS EJERZAN LA DEMOCRACIA SIN VIOLENCIA, PARA QUE LA GENTE VOTE Y CUMPLA CON SU DEBER CÍVICO , PARA QUE ENTENDAMOS QUE PARA CONSTRUIR PAÍS HAY QUE HACERLO JUNTOS..
+2
13 de enero
para 2014, existe una reforma al curriculum educacional de 4° medio en Historia y geografía y se trabajan contenidos de formación ciudadana o educación cívica, por lo que se reintegra a las salas de clases, lo que me parece es tanto o más importante que volver a enseñar estos contenidos, es que los electores vean que los políticos verdaderamente los representan, que se las juegan por quienes los eligen y no lo hacen sólo por sus íntereses o los de unos pocos, me parece que eso puede ser tan importante para que la gente vuelva las urnas como volver a dictar educación cívica
+1
13 de enero
De acuerdo con ambas opiniones. En efecto la participación ciudadana es fundamental. Lo que ayuda a comprender que la política es entre todos, es justamente la educación cívica. Quizás el mayor problema es rebeldía ciega, odio digamos, que margina a los ciudadanos de acercarse a los politicos. Abstrayéndonos de eso y procurando fiscalizar nuestros representantes, viene la hora de elegir o reelegir, después de cuatro años y ahí es cuando debemos evaluar y votar, no sólo por carteles o imágenes. Votar el trabajo de esos representantes a lo largo de un período.
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