A raíz de los alegatos que tienen a Chile y Bolivia sentados en el tribunal de La Haya para decidir o no la obligación de Chile de sentarse a conversar con Bolivia sobre una eventual salida suya al mar, estamos siendo espectadores y víctimas de una lección de estrategia y táctica boliviana que tiene a Chile al borde de la histeria. Lo demuestra la reacción de la cancillería y de los medios de comunicación en el curso de los últimos días en medio de los alegatos de la Haya. ¿Es adecuado que la cancillería muestre su irritación en las gradas de la CIJ cuando en realidad Chile no está en peligro de perder territorio? ¿Es posible que la tranquila aunque apasionada emocionalidad de los argumentos bolivianos los hagan salir de sus casillas?
La histeria de algunos políticos, de la propia delegación y de los medios de comunicación, lamentablemente ha venido a poner en estado de latencia la deslealtad y la sospecha.
En este escenario hay que reconocer que esta ha sido una verdadera lección boliviana de estrategia, primero por obligarnos a sentarnos con ellos a discutir esa posibilidad (solo una posibilidad porque cualquiera sea el resultado Chile no pierde absolutamente nada, que no sea soportar la pertinacia de las aspiraciones de nuestros vecinos, cuya eventual solución solo pasa por la voluntad soberana de Chile); y de táctica pura en los movimientos comunicacionales con que Bolivia se está manejando, tanto internamente como ante la comunidad internacional. De ello, dan cuenta los rituales nacionalistas con que la sociedad boliviana ha estado a la espera de los resultados, y particularmente por el uso de algunos recursos dialécticos de sus dirigentes, como el astuto exabrupto de Evo Morales a través de twitter sobre la propiedad de Antofagasta, con el solo objeto de provocar una reacción en cadena de irritación; primero en el equipo chileno de juristas encabezados por el canciller, y luego a nivel de los medios, siempre proclives a sumarse al escándalo. Un anzuelo para cazar incautos en un escenario donde Bolivia ha puesto todas sus cartas.
Táctica pura, porque Morales se las ingenió para detonar la indignación de los chilenos haciendo que sus autoridades chilenas reaccionaran mostrándose agresivas, tozudas y amenazantes; justo la imagen que Bolivia quiere transmitir a los miembros del tribunal. La imagen de un país orgulloso, y monolítico en el autoconcepto de su identidad; y de pasada, inmune a las aspiraciones de sus vecinos. Una afanosa búsqueda de la delegación del país altiplánico que, no teniendo de su lado el derecho, por el tratado de 1904, recurre a la solidaridad internacional y a los efectos emocionales, apenas apertrechada de opiniones de buena voluntad como actos pretendidamente causales de derechos, cuestión que por cierto deberá definir la Corte.
En este trance, habría que recordarle al canciller que la bandera de lucha de la delegación chilena es el tratado de 1904, de modo que reaccionar como lo ha hecho él mismo, la vocera de gobierno y otros miembros del gobierno de Chile, alegando a gritos que Chile no cederá ni un milímetro de territorio, constituye una lastimosa paradoja, ya que contradice su confianza en la intangibilidad de aquel tratado. Olvidando además- tal vez por su nerviosismo- que cualquier arreglo con Bolivia está en las manos soberanas de Chile.
La histeria de algunos políticos, de la propia delegación y de los medios de comunicación, lamentablemente ha venido a poner en estado de latencia la deslealtad y la sospecha. Da cuenta de ello el acoso de que fue víctima el diputado “Florcita Motuda” por parte de la prensa por adherir a la causa boliviana, adhesión que por cierto, está muy lejos de constituir una traición a la patria o un gesto de desprecio por quienes lucharon en el conflicto en el siglo XIX. Es bueno recordar que el propio general Pinochet buscó un arreglo con Bolivia para salvar su alma. Pero lo importante aquí, es entender que lo único que no le está permitido a nuestros representantes en La Haya, es perder la serenidad. Un bien intangible que siempre fortalecerá las convicciones.
Comentarios
02 de abril
Don Gonzalo:
En su columna solo veo algo distinto a lo que Ud quiere hacernos ver, la histeria y la desinformación nace de justamente del boliviano jefe a tal es la distorsión que los medios comunicacionales bolivianos están vedados a transmitir los hechos que realmente se están tratando en las Hayas.
Las obligaciones que pretenden lograr las autoridades bolivianas no pueden ser de carácter obligatorio y eso ya lo manifestó el tribunal en las primeras instancias.
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04 de abril
Don Armando. Justamente por lo que usted apunta correctamente, es recomendable mantener la serenidad, y no manipular, al estilo boliviano, a la opinión pública. Chile no está en peligro de perder territorio. Saludos.
08 de noviembre
Supongo que el 1 de octubre se tuvo que tragar una a una cada sílaba de su visionario artículo…
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