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Una mirada marxista a la crisis de la vida urbana en Chile

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Para Marx el fetichismo era una de las grandes amenazas del sistema capitalista. El hecho que en los últimos años el paseo de muchas familias se haya desplazado desde las plazas públicas hacia los shopping malls habla de un importante triunfo para el neoliberalismo y la ciudad como herramienta de generación de lucro. La gente prefiere los espacios de consumo masivo antes que los de encuentro social. 

Durante años en nuestro país se demonizó al marxismo. Esta línea intelectual llegó a ser vinculada con conductas impropias para una sociedad que se decía moderna. Si bien es cierto que muchos eventos violentos se desencadenaron enarbolando la bandera de Marx, tambien es cierto que muchos de los problemas que vive la sociedad actual fueron anticipados por él en sus textos. La crisis de representación política actual está haciendo eco en muchos lugares del mundo y es en la ciudad donde se manifiestan estas discrepancias. Mediante estos breves apuntes pretendo contribuir a los esfuerzos de quienes pensamos que el estudio del marxismo es un insumo ideológico fundamental para alcanzar la añorada justicia social. Particularmente me interesa pensar la productividad de abordar las ideas de Marx desde una perspectiva urbana, a modo de repensar los problemas que en la época actual aquejan a la ciudad en que vivimos. La lucha de clases de la que hablaba Marx está muy presente en la forma urbana de nuestras ciudades y bien vale la pena reflexionar al respecto.

Si bien sus textos nunca fueron decididamente sobre la ciudad, una serie de pensadores utilizaron sus ideas para comprender los fenómenos de urbanización de la sociedad post-industrial. Entre ellos podemos contar a Henri Lefebvre, David Harvey, Jordi Borja y por supuesto a Federico Engels, su más cercano colaborador y amigo. Este último en 1872 ya anticipaba que la acumulación de capital a través del desarrollo urbano detonaría una serie de efectos nocivos para la justicia social que no se resolverían a través de reformas urbanas, sino requerirían de una verdadera revolución urbana. Para Engels, no realizar esta revolución urbana era un camino directo hacia el empobrecimiento de la clase obrera.

La desigualdad espacial es muy fácil de ver en Santiago. Con aproximadamente seis millones de habitantes es la ciudad más segregadora de la OCDE, en donde la desigualdad no solo se ha manifestado en la calidad de vida de las personas que la habitan, sino también en la forma de relacionarse entre ellas. La «cuna», o si se prefiere, el área urbana en donde cada cual ha sido se criado, continúa siendo un parámetros que determina quiénes son las personas consideradas como exitosas según nuestro modelo de sociedad. De ahí que en el ultimo año apareciera el slogan que trataba de destacar la trayectoria de Laurence Golborne a la hora de ser candidato presidencial: «El que viene de Maipú y llegó a ser gerente general de empresa»; porque como el sentido común nos sugiere, el modelo imperante determina que sea casi imposible para alguien que ha nacido lejos del barrio alto, llegar a dichos cargos.

Para Marx, el fetichismo era una de las grandes amenazas del sistema capitalista. El hecho que en los últimos años el paseo de muchas familias se haya desplazado desde las plazas públicas hacia los shopping malls habla de un importante triunfo para el neoliberalismo y la ciudad como herramienta de generación de lucro. La gente prefiere los espacios de consumo masivo antes que los de encuentro social. El urbanista marxista Henri Lefebvre planteaba que resultaba fundamental que la ciudad no fuera vista como una serie de objetos deseables y aspiracionales, sino mas bien, como un conjunto de relaciones sociales. En nuestro país, por el contrario, la idea de la casa propia como gran objetivo de vida instalado por años a través de algunos medios y de discursos políticos, termino precisamente por convencer a una generación entera de que tener una casa propia era sinónimo de éxito. Las relaciones personales o disfrutar de las cosas sencillas no eran tan importantes como el deseo de la casa propia. Esta convicción social ya instalada es altamente conveniente para el negocio inmobiliario y para los grandes grupos empresariales, pero no tanto para la construcción de una sociedad colectiva y armónica. Sólo el año pasado, la venta de viviendas generó ingresos al rubro de la construcción por 500 billones de dólares, similar a lo que ingresó a las arcas fiscales por el cobre.

Otro de los interesantes puntos que se desprenden de la producción intelectual de Karl Marx vinculables a la ciudad es el deterioro que produce en las personas el hecho de vivir expuestos a una constante competencia por instalarse como actores urbanos válidos y en el sistema. En el afán de los habitantes de la ciudad por validarse dentro del sistema existente, es que aparece el choque entre los que tienen todo y los que tienen nada, donde los primeros tienden a dominar el destino de los segundos. Esto produce un constante resentimiento entre los diversos actores de la ciudad, activando lo que Marx llamaba la conciencia de clases. Por lo que la marcha, la protesta, la impugnación pública en busca de derechos ciudadanos se hace mas recurrente en aquellas ciudades, como Santiago, donde la vida diaria es mas fácil para unos que para otros.

En mi opinión, el punto mas importante que se desprende desde los escritos de Marx esta en que es la sociedad en su mayoría la que debe decidir lo que se hace con el futuro de las ciudades. Por lo tanto, el desarrollo urbano debiese estar en manos de quienes viven en la ciudad. En la actualidad, el desarrollo urbano en Chile está liderado por el mercado. Ni siquiera nuestros gobernantes tienen la capacidad de producir procesos de transformación espacial. El aparato estatal destinado a la planificación del territorio fue desarmado en dictadura para permitir que fuera la inversión privada la que diera forma a nuestras ciudades. Los efectos de dicha estrategia son evidentes en Santiago Centro, donde la proliferación de edificios de mas de 20 pisos es total, destruyendo la imagen y calidad espacial del lugar en donde se fundó nuestro país. La capacidad que tiene la mayoría de los chilenos para incidir en el futuro de nuestras ciudades es prácticamente nula. Los espacios de nuestras ciudades se tornan neutrales y genéricos.

Lo que he puesto en esta columna son sólo apuntes y reflexiones muy resumidas. Pero revisitar el marxismo ofrece una serie de nuevas lecturas sobre la «cuestión urbana» que pueden ser de alto interés para los años que se vienen. Para todos quienes se interesan por el futuro de nuestras ciudades, revisitar a Marx con una mirada urbana resulta fundamental para comprender una serie de fenómenos de exclusión y segregación que están ocurriendo en Chile.

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Comentarios

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enrique cisternas cifuentes

13 de marzo

Brillante reflexión y muy actual. Vivo en Las Condes y hemos vivido y peleado frecuentemente contra las políticas denunciadas, especialmente defendiendo áreas verdes y formas de vida. Creo que ahora es tiempo de levantar estas reflexiones y multiplicarlas
hasta lograr generar políticas, desde la participación ciudadana.

jose-luis-silva

15 de marzo

Brillante ? Que poca lumbre lo ilumina señor. Es un artículo antojadizo y lleno de falacia. De partida el destino del aparato estatal es la administración global del pais, no imponer a los ciudadanos quienes y como usar cada centímetro de territorio. El estado pone normas de urbanización para los ciudadanos. ¿ Averiguó el «desarrollo urbano» que hicieron en las urbes de paises marxistas ?

¿ Porque usar como referente ideas tan probadas como fracasadas ?

Saludos

13 de marzo

Estimado Francisco, gracias por tu nota. En mi opinión, por supuesto que la herencia sigue vigente, quizá ya no tanto como ideología, sino como ciencia histórica. Además, las circunstancias actuales obligan a releer a Marx desde nuevas perspectivas. Por ejemplo, el concepto de clase y conciencia de clase hoy ya no es posible entenderlo según los parámetros de antes. Hoy, la clase adquiere la forma y especificidad de la ciudadanía, en donde se asocian y organizan diversos estamentos sociales con roles productivos y paradigmas culturales diversos. Por ello es que quizá el concepto de «bloque histórico» de Gramsci sea el más apropiado para particularizar y chilenizar el marxismo a nuestras actuales coordenadas de Chile y América Latina. Saludos, Luis Gallegos.

prebolledoe

14 de marzo

Buena reflexión, la ciudad es una muestra de la correlación actual de fuerzas de las distintas clases sociales

15 de marzo

Reto al compañero Vergara Perucich a que me cite una frase (sólo una) en la que Marx hable de «justicia social». Como marxista, le diré que encontrará cero frases. Y esto no es gratuito. El discurso de la «justicia» se encuentra imposibilitado de adoptar una postura clasista genuina, como muy bien sabe implícitamente todo obrero en su práctica cotidiana al enfrentar al patrón. La lucha relevante para los explotados es una que involucra «intereses», no «derechos» ni «justicia». Partamos por el hecho de que nadie sabe muy bien qué es la «justicia social»:

a) ¿Será dar a cada uno según se merece?
b) ¿Dar a cada uno por igual?
c) ¿Dar a cada uno según se necesidad?
d) ¿Redistribuir la riqueza?
e) ¿Regular?
f) ¿Hacer cumplir la ley o lo razonable?
g) etc, etc, etc

Y en todos estos aspectos estamos adoptando una postura ficticia: la del rey (el tercero imparcial) que actúa por sobre las clases y su lucha. Y en todos estos casos estamos actuando post-facto, después de que el acto productivo (esencial y determinante de la dinámica propia de toda totalidad social) haya ocurrido (ergo, actuamos en el campo de la circulación).
Y a todo esto tenemos que sumar el eticisimo moralista neo-kantiano (una forma más de idealismo), que supone abordar los problemas sociales en el campo de la justicia (los valores, la moral- bien/mal-, lo superestructural).

Dos insumos para que vea de qué estoy hablando

Sobre el discurso de los derechos:
http://marxsimoanticapitalista.blogspot.com/2013/06/sobre-el-discurso-de-los-derechos.html

Sobre la justicia:
http://marxsimoanticapitalista.blogspot.com/2013/06/marx-y-la-justicia.html

26 de marzo

El marxismo hace rato que ya no está en manos de Marx, querido compañero 😉

Valeria

16 de marzo

Creo que estas reflexiones «breves» están en sintonía con lo expuesto en el penúltimo libro de Erich Hobsbawm, «Cómo cambiar el mundo». El historiador propone revisar a Marx justo ahora a principios del siglo XXI, no para replicar la manera en la que la URSS aplicó las ideas marxistas, sino adecuando la reflexión de las ideas a la realidad urbana actual (neoliberal). No veo problema en regular ni en un Estado regulador siempre quw su fin sea el bien común. Creo que muchos olvidan que la ciudad se funda en un principio de convivencia, que demanda acuerdos sociales frente a los cuales todos tenemos la responsabilidad de respetarlos. Pero ojo, que digo acuerdos sociales, no las imposiciones a las que somos obligados como por ejemplo la obligatoriedad de no poder construir en fachada continua, característica que armoniza el entorno, contrapuesta a la arquitectura aislada que encontramos en nuestro país. Excelente reflexión. Ojalá sigamos reflexionando, apoyando nuestros comentarios en otros que también piensan o lo hicieron y que siguen validados internacionalmente. Felicito y agradezco a Francisco por sus textos!!!

26 de marzo

Gracias!
Leeré a Hobsbawm como propones.

Nicolás

17 de marzo

Buena columna, muy de acuerdo, especialmente con la parte en la cual señalas q el mercado es el q ahora diseña los espacios, punto lamentable, ya que las empresas inmobiliarias lo único que buscan es la maximizacion de sus ganancias, le da lo mismo el entorno. Un ejemplo de esto es lo que ocurre en mi natal La Serena, la cual cada día se deteriora más y más bajo el alero de poblaciones monótonas sin espacio para la dispersión y también con los agradables stricenters que se están instalando en cada esquina de la ciudad.

servallas

19 de marzo

No me parece en absoluto que el marxismo tenga algo que decir de la ciudad, Borja y Harvey, ambos geógrafos, son en realidad activistas marxistas, lo que intentan hacer desde un enfoque «ciudad» es cambiar la sociedad, es decir, lo que se busca es direccionar la retorica de la lucha social, omnipresente, a los escenarios urbanos. Quien quiera caer en ese tipo de discurso tiene todo el derecho a hacerlo, pero hay que entender que muchos de estos «teoricos» trabajan con una caricatura de la sociedad, la sociedad inclusiva es en realidad mucho más compleja.

Fernando Martínez Wilson

19 de abril

Estimado Francisco, concuerdo plenamente con tus apreciaciones El tema se trató profusamente en los inicios de la sociedad industrial, en pleno desarrollo de la revolución científico- técnica; los debates sobre el que hacer aun persisten, sin embargo ya la .socialdemocrácia internacional de la época intentó resolver el problema urbano que se venia con el desarrollo del capitalismo como sistema principal de explotación y distribución de los recurso. Nada sucedió hasta que los revolucionarios socialdemócratas rusos plantearon la teoría del Partído de nuevo tipo, posteriormente bautizados como partídos comunistas. El objetivo era tener una fuerza político- militar para cambiar la sociedad de raíz que era una de las tesis de marx que criticaba que los filosofos solo se habían dedicado a interpretar el mundo y de lo que se trataba era de cambiarlo. Sin un partído revolucionario no se puede cambiar nada; la fuerza del capital para cooptar, comprar y corromper intelectuales que apoyen la explotación es muy poderosa. Solo un partído independiente y revolucionario podría cambiar el estado de cosas en la sociedad burguesa. En todo caso apoyo tu aporte a la lucha por la liberación de los trabajadores.

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