Diversos estudios en materia criminológica han sostenido que el inicio temprano de comportamientos antisociales deriva fuertemente en el inicio de trayectorias delictivas que aumentan en persistencia y gravedad de la conducta a través del tiempo. Los modelos parentales inadecuados, situaciones de exclusión social como pobreza, deserción escolar, consumo problemático de drogas y alcohol, constituyen factores de riesgo que impiden la rehabilitación y efectiva reinserción de niños, niñas y adolescentes.
Hoy nuevamente miramos cómo inexorablemente la realidad de Cristóbal, “Cisarro”, se estrella con una historia que se construye a partir de graves carencias, inoportunas acciones y la más brutal exclusión de toda posibilidad de revertir su destino. Como Cristóbal lo fue hace poco más de 3 años, hoy existen más de 4000 niños/as en condición de inimputables, niños a los que de poder apoyar no tendrán su misma suerte.De esta forma no sólo aportaremos a la seguridad pública, sino que tendremos la convicción de responder con verdadera justicia frente a nuestra infancia.
Una adecuada intervención temprana tendiente a impedir que niños y adolescentes inicien o persistan en sus trayectorias delictivas, tiene clara relación con el número y gravedad de los delitos actuales y futuros que cometan, pero también es una oportunidad para cerrar espacios de exclusión que impidan avanzar a un desarrollo positivo, erradicando las conductas antisociales y creando factores protectores.
Por esto es que urge tener una mirada que incorpore una oferta de mayor especialización que en el ámbito de la ley penal adolescente sólo se focaliza en los imputables de 14 a 17 años, sin contemplar en este tipo de prestaciones a los niños, niñas y adolescentes en calidad de inimputables, privándoles de una efectiva posibilidad de reinserción a partir de terapias que apunten a la disminución de los factores de riesgo socio-delictivos.
No nos puede dejar indiferentes esta situación, podemos hacer algo por miles de niños para cambiar la ruta que hemos visto año tras año seguir a Cristóbal. Existen programas con evidencia comprobada que logran resultados de desestimiento de conductas delictivas en etapas tempranas; podemos y debemos preocuparnos por los más de 150 mil niños que están en riesgo de deserción escolar, los más de 200 mil que tienen algún tipo de consumo problemático de drogas y alcohol, los que no cuentan con modelos parentales sólidos, los que buscan reconocimiento en las pandillas y transforman la violencia en sus códigos de convivencia. De esta forma no sólo aportaremos a la seguridad pública, sino que tendremos la convicción de responder con verdadera justicia frente a nuestra infancia.
Por Marcelo Sánchez, gerente general de Fundación San Carlos de Maipo.
Comentarios
21 de noviembre
«Una adecuada intervención temprana tendiente a impedir que niños y adolescentes inicien o persistan en sus trayectorias delictivas, tiene clara relación con el número y gravedad de los delitos actuales y futuros que cometa»
¿Si? ¿realmente?
¿¿¿Cuales son las referencias científicas que avalan éstas declaraciones???
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29 de noviembre
Mientras estuvo acogido y con tratamiento, Cristóbal por casi tres años fue un niño normal, sin recidivas, luego se determino que volviera con su madre, entiendo que sename tuvo algo que ver, y luego pasamos a conocer las noticias que ya sabemos.
Urgen muchas cosas, siempre hay ineptos
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16 de diciembre
Muy buena columna, que nos enfrenta con una realidad que puede parecer cruda, pero que existe. Los niños, niñas y adolescentes necesitan oportunidades reales y efectivas.
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