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¿Son los edificios en altura una señal de progreso?

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Santiago, como comienza a suceder con otras ciudades del país, ha experimentado un rápido crecimiento en altura, materializado en altas y abundantes torres de departamentos. Para nadie es un misterio esta realidad, que se aprecia todos los días. Sin embargo, sería bueno proponer una reflexión sobre las consecuencias concretas de este fenómeno.


Un edificio en altura es, en primer lugar, costoso. Ocupa una gran cantidad de materiales, hormigón, acero, equipos, mano de obra, y emplea un tiempo largo en ser construido. Además, es de difícil construcción porque significa un desafío técnico, implica costos y riesgos mayores, y necesita de profundas excavaciones para hacer cimientos.

Muchas veces se dice que la existencia de estos edificios es una muestra de “progreso”, de desarrollo y avance económico. Este tiene que ver con un aspecto publicitario o relativo a la apariencia «estética» de una sociedad, de una economía. Se afirma que el edificio en altura, a veces, es muestra de que el país “se ha puesto serio” o que “ha entrado en las ligas mayores”, lo cual conviene reflexionar.

En primer lugar, la calidad de la ingeniería chilena, desde hace muchas décadas, está bastante reconocida, por tanto siempre habrá espacio y tiempo para hacer edificios en altura.  Estos, probablemente, deban destinarse preferentemente a usos comerciales, financieros o de otro tipo. En lo relativo a la vivienda presentan varios inconvenientes que conviene tener en cuenta.

En esta ocasión sería bueno pensar sobre las consecuencias económicas de una situación como la descrita.

Un edificio en altura es, en primer lugar, costoso. Ocupa una gran cantidad de materiales, hormigón, acero, equipos, mano de obra, y emplea un tiempo largo en ser construido. Además, es de difícil construcción porque significa un desafío técnico, implica costos y riesgos mayores, y necesita de profundas excavaciones para hacer cimientos. Un edificio de altura, a diferencia de un edificio bajo o pequeño, emplea materiales distintos, o en distintas proporciones. Una torre emplea mucho más hormigón y acero que ladrillos, los cuales pueden ocuparse muy poco. Un edificio bajo puede ser construido en ladrillo teniendo de hormigón sólo algunas partes de su estructura.

En segundo lugar, debido a estas complejidades, una torre de departamentos sólo puede ser construida por empresas grandes. Las empresas más pequeñas o tradicionales no pueden ocuparse de estos proyectos debido a las grandes sumas de dinero, capital, equipos, mano de obra, que requieren. Por lo mismo, para estas empresas resultaría más fácil y totalmente apropiada la construcción de edificios de vivienda de escasa altura.

Teniendo esto en cuenta podemos entender que, en resumen, considerando el total de edificaciones de una ciudad, resulta costoso erigir edificios en altura. Lo es porque, en primer lugar, sólo unas pocas empresas pueden acometer un proyecto semejante, lo que resulta en una mayor concentración económica en el terreno de la construcción. En segundo término, el masivo empleo de hormigón y de acero encarece la disponibilidad de esos materiales para otros fines, por ejemplo, para la construcción de carreteras u obras públicas. En tercer lugar, el empleo de tiempos más largos para la construcción añade costos y problemas asociados, y genera un impacto urbano que se traduce en atochamientos, molestias, ruidos, y la presencia de baches en el pavimento debido al paso de pesadas cargas.

¿Qué consecuencias podría tener esta combinación de factores? El encarecimiento de las viviendas. Naturalmente un edificio en altura, por ser una inversión costosa, difícil, de un riesgo mayor, y que además involucra una gran cantidad de materiales, mano de obra y logística, debe esperar un retorno que cubra esos costos. También su impacto en la ciudad es más grande, por lo que debe esperarse la existencia de costos asociados (externalidades). Es posible que el ahorro inicial en suelo, al poner una mayor cantidad de viviendas en un mismo terreno, se vea contrarrestado y sobrepasado por estas variables.

Esta reflexión se hace sólo teniendo en cuenta aspectos económicos, y no estéticos ni urbanísticos, que podrían llevar a otras conclusiones. Pero, a modo de ejemplo, se puede decir que un edificio alto, por ejemplo una torre, es de más difícil mantención que uno bajo. Requiere ser pintado periódicamente, mantenido en sus fachadas, por no decir en sus equipos (como ascensores, montacargas, sistemas de seguridad y de servicios), y por tratarse de una construcción de una considerable altura y elevación sobre el suelo, termina por ser descuidado con cierta facilidad. Por tanto estos edificios suelen dejarse de lado y comienzan, con el paso del tiempo, a lucir un aspecto deteriorado. Todo esto puede llevar fácilmente a que se vuelvan verdaderos “elefantes blancos”, edificios-problema que son abandonados, destinados a fines distintos de aquellos para los que fueron pensados, foco de molestias, de deterioro y problemas de distinto tipo.

Lo esencial de la reflexión que se sugiere es replantearnos para qué sirven los edificios de vivienda en altura, y si no es bueno incentivar, en cambio, una política de vivienda que fomente y promueva los edificios pequeños, bajos, más fáciles de construir y acometibles por empresas más pequeñas, y tradicionales, de las cuales puede existir un número mayor. Naturalmente la construcción en altura no tiene por qué desaparecer, ella es esperable en grandes complejos financieros, económicos o de otro tipo, pero debiese ser pensada de una forma menos masiva de como se hace actualmente. Tengamos en cuenta que, habitualmente, la construcción en altura se realiza por falta de espacio, y que Santiago es, actualmente, una de las ciudades más extendidas del mundo en superficie, por lo cual estamos ante una verdadera contradicción, ya que, en realidad, y para decirlo en forma simple, no necesitamos este tipo de construcciones, pues no aportan nada ni a la economía ni a calidad de vida de sus habitantes, generando, en cambio, una gran cantidad de problemas gratuitos y sin ninguna motivación, en particular.

TAGS: Edificacion en Altura

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Comentarios

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Raul Molina Lopez

17 de noviembre

Los edificios en altura se me asemejan mucho a lo que son los Cite, la unica diferencia es que son construidos en altura, pero tienen los mismos problemas que se generan en los cites de santiago, no falta en que hace ruido durante la noche, los que no pagan los gastos comunes, los que acostumbran tomar y hacer escandalos, en definitiva esos edificios estan destinados a ser los cites del siglo XXI muy lindos al ser construidos pero con el paso del tiempo terminaran siendo un lugar no apto para la vida en comunidad

17 de noviembre

¿Son los edificios en altura una señal de progreso?

NO

Una señal de progreso es construir ciudades acordes con las nuevas normativas medioambientales y nuevas ideas sobre urbanismo. Eso sí que mostraría una señal de progreso, y ademas descentralizaria las ciudades. Chile tiene suficiente espacio para que se construyan nuevas ciudades , pero no se hace porque a las constructoras eso le sale muy caro.

Los edificios de altura son pura comodidad para las constructoras: en un espacio reducido, meten a mas de 40 familias.

composit

22 de noviembre

No sé por qué no se harán nuevas ciudades, es un punto muy importante el que tocas, también podrían potenciarse pueblos o lugares mediante la conexión con el ferrocarril, para que se conviertan en ciudades más grandes. Hay suficiente espacio en Chile para poblar, sin embargo cubrir un valle completo con casas es una forma de matar el valle, los árboles, tierras de cultivo, bosques. Por otra parte los edificios «super altos» por decirlo así no proceden, son para lugares donde no cabe un edificio más, y en Santiago hay espacio para construir edificios bajos o medianos (sobre las casas donde a veces, se pone una torre de 20 pisos). Por donde se mire el edificio alto, rascacielo, es inadecuado, al menos para vivienda, porque simplemente no hay necesidad, lo duro es que esos edificios quedan para siempre, porque para demolerlos hay que usar explosivos o alguna técnica muy cara y dificultosa, entonces practicamente estamos hablando de un cambio definitivo en la ciudad, lo que es paradójico porque en esta ciudad siempre se ha demolido mucho, y lo que va a quedar de definitivo es una especie de estructura que realmente es un cacho para el futuro, algo que va a ser un problema mayúsculo. El problema con esto de querer «darnoslas de desarrollados» es que el edificio y la ciudad tienen que responder al entorno, a la realidad inmediata, y un país con 20 millones de habitantes y muchísimo espacio no tiene para qué hacer eso, además que ni siquiera existen centros industriales potentes como para entender que se quiera concentrar tanto a la gente. Pero ni la dispersión ni el hacinamiento son positivos, son extremos, la ciudad tienen que tener una consistencia óptima que Santiago no tiene porque no cuenta con subcentros, ¿donde es que la gente quiere vivir? Al lado de grandes avenidas, de grandes parques, de lugares con atractivo, de plazas (que no tienen por qué ser todas verdes), y en Santiago no se dan esos centros porque tampoco hay un trazado que los genere, no hay siquiera grandes cruces de vías de comunicación, grandes intersecciones, rotondas, diagonales, etc. Es una acumulación de casas con forma de campamento o de jamboree, algo provisorio. A eso sumemos el centralismo que hace que todas las decisiones se tomen aquí, las personas necesitan vivir en lugares donde ellos puedan tener el control, y si no pueden tomarlo se vendrán a una ciudad donde sí se tomen, porque no les gusta vivir en la periferia, mandatados y olvidados. Entonces, Santiago es muy caótico, y aunque las inmobiliarias tienen la culpa es la ciudad y sus habitantes los que deciden qué quieren y donde quieren vivir, si los habitantes de una ciudad no tienen conciencia y les da mismo vivir colgados como monos en una jaula, o si piensan que esto de preocuparse del urbanismo «son puras tonteras» y que no sirven para nada, tendrán que vivir en una ciudad con cada vez peor calidad de vida, donde hasta el transporte público se verá afectado, porque esto está interrelacionado, el transporte público no se manda solo, depende de dónde la gente quiere vivir, donde quiere trabajar, etc. El transantiago y los problemas del metro tienen mucho que ver con la ciudad, con donde se establece la gente, donde hay avenidas para circular, por ejemplo ¿donde hay una vía paralela a la Alameda? No existe, y por tanto tampoco hay una vía paralela a la vía 1, que está congestionada. Y es una pena porque Santiago tenía muy buenas condiciones para vivir, pero ya es una ciudad bastante acabada y sería mejor que el resto de las regiones no siguiera ese ejemplo. Es el mejor favor que le podemos hacer a regiones en este momento, no sean como Santiago!, piensen bien y tomemos conciencia de dónde vivimos, que es clave en la calidad de vida. Mucha gente piensa que es «irreal» ocuparse de estas cosas, lo «irreal» es no ocuparse porque las sociedad viven sobre algo, el urbanismo y la ciudad son cosas bastante reales, vivimos sobre ellas, y es más real ocuparse de eso que de números o indicadores que, en sí, son bastante abstractos. Saludos

paulina

17 de noviembre

Toda la razón, yo vivo en un edificio así!!
Es terrible en todo sentido!!!
Gracias por el aporte.

Vicente

19 de noviembre

Tienes fuentes de que Santiago es una de las ciudades más extendidas del mundo?

composit

19 de noviembre

¿Te refieres a sí no tengo la opinión de un alemán, inglés o norteamericano acerca de la extensión de la ciudad de Santiago porque no lo he podido ver yo mismo?

composit

20 de noviembre

Lo de «extensión» no sólo tiene que ver con «tamaño», sino que además Santiago es una ciudad plana. Puede que haya ciudades más «extensas» que Santiago, pero puede que no sean tan «extendidas», si son ciudades que tienen ya edificación de baja o mediana altura, entonces la edificación en altura es una necesidad. Por ejemplo, si Santiago tuviera muchos edificios de 3 o 4 pisos, se podría entender edificios más altos. Pero en cambio, tiene casas, hay comunas completas de casas. De ahí entonces que la «extensión» no sólo tenga que ver con la superficie, sino con la forma, Santiago es como un disco muy achatado, una mancha de aceite, porque no tiene núcleos que hagan que la gente quiera vivir alrededor (por ejemplo, no tiene parques al lado de los cuales la gente quiera vivir). Por eso es una ciudad «extendida», plana, no sólo en tamaño sino en forma.

15 de diciembre

Bueno Lo que quería decir es porque los Edificios en altura son cada vez más corrientes y ¿porque será eso?.

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