Vivimos en una sociedad y en ciudades que son el reflejo de la desigualdad y la discriminación por el género, edad, etnia, clase social, entre otros factores que determinan la identidad de las personas.
Hoy 8M, se pone fuertemente en la palestra la desigualdad de género como un tipo de violencia que se experimenta a lo largo de la vida y en cada espacio donde los cuerpos pueden transitar. En este sentido, el ser mujer (es) o poseer características atribuidas al género femenino incrementa sensaciones de inseguridad y hostilidad en diversas esferas y escenarios donde las personas pueden desarrollarse.
La ciudad es un gran escenario donde los cuerpos se encuentran, transitan y generan dinámicas de diferenciación principalmente por su género. La ciudad comprendida como espacio construido física y socialmente distribuye roles a partir de su planificación, la cual se ha visto históricamente influenciada por el pensamiento y las necesidades de los hombres. Es por ello, que trabajos domésticos (no remunerados), de cuidado, movilidad diversificada por los distintos usos del espacio dentro de la ciudad no se han considerado como importantes o relevantes y han degradado y olvidado a las mujeres como sujetos de derecho y como ciudadanas. Se les ha encerrado en sus casas permitiéndoles pequeños espacios de participación micropolítica en los barrios, extendiendo sus labores de cuidado desde la vivienda al barrio, hecho que se suma a grandes brechas laborales o ser juzgadas por sus cuerpos a partir de estereotipos establecidos por la industria de la moda, por nombrar algunos casos de discriminación que se cruzan con la experiencia de transitar por las ciudades.Las mujeres por derecho deben tener igualdad de condiciones en su desarrollo social. Porque la revolución urbana y el desarrollo (social) del país debe ser feminista o simplemente no ocurrirá.
El diseño de las ciudades por lo tanto resguarda los intereses de los hombres, principalmente de ciertas clases sociales y que demuestren conductas provenientes desde la cultura heterosexual, expulsando a los cuerpos feminizados a las fronteras, muchas veces riesgosas en relación a la calidad de movilidad, salud y desarrollo personal, exponiendo a estos cuerpos (principalmente de mujeres) a experimentar violencias simbólicas, físicas y profundamente estructurales. Porque la violencia hacia las mujeres no es sólo domestica o intradomiciliaria, sino que se da en todas las esferas de la vida en las que muchos hombres se sienten plenamente desarrollados, protegidos y seguros.
Que en los últimos días mujeres se hayan tomado los medios de comunicación, universidades, calles, plazas, rebautizado estaciones del Metro de Santiago y un sinfín de otros espacios habla de la necesidad de visualizar y desnaturalizar la violencia simbólica, institucional, política y estructural de nuestra sociedad para que los cuerpos con atributos femeninos puedan desarrollarse plenamente en todas las esferas que disponemos los hombres. Por ejemplo, no es posible que las mujeres deban cambiar sus recorridos sólo porque las calles se encuentran oscuras, con lotes baldíos o descuidados o que exista un puñado de estaciones del Metro de Santiago con nombres de mujeres, siendo que nuestra historia la han construido más mujeres que hombres. Esa historia oculta, olvidada y/o escondida por los hombres que ha permitido que el país se desarrolle.
Es por ello que resulta una lucha por la que todas y todos debemos levantar banderas, ser aliados, marchar y convencer de que el diseño de las ciudades y el de nuestra sociedad merma y violenta a las mujeres, niñas y cuerpos andróginos, ya que no les permite movilizarse, desarrollarse y encontrarse de manera segura y diversificada, ya que los espacios están pensados y diseñados desde el uso masculino, porque las ciudades son el reflejo de esta y tantas otras desigualdades, porque la revolución urbana debe venir de la mano de grandes cambios culturales y sociales que reivindiquen el derecho al goce de las ciudades en su gran extensión, sin importar la zona o el barrio, la clase social o la etnia, y más aun sin importar con que género los sujetos nos sintamos representados. Las mujeres por derecho deben tener igualdad de condiciones en su desarrollo social. Porque la revolución urbana y el desarrollo (social) del país debe ser feminista o simplemente no ocurrirá.
Comentarios
12 de marzo
Todo el mundo ocupa el concepto de igualdad y derechos para conseguir cosas, para subir en alguna escala de algo. El feminismo es otra mirada de eso mismo, pero esta vez es con un grupo muy grande de la población (que con justicia quisiera eliminar diferencias). Y en todos los casos se pretende lograr la anhelada igualdad con mas leyes e ingeniería social….todo tiene que estar normado, todo tiene que tener un modelamiento y leyes, y, para ello, debe existir un organismo rector PATERNALISTA que garantice que eso suceda.
Como resumen, nueva bandera de las izquierdas, para promover lo de siempre: mas estado y mas control.
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