Los sectores políticos hundidos en arena

¿Existe duda que Chile necesita cambios profundos? Problemas de seguridad, pensiones, tráfico de influencias, problemas de energía, dos procesos constitucionales fallidos y la lista podría ocupar todo el artículo. El país parece como las matrioshkas, cada vez que se abre un problema pueden aparecer otro y otro hasta nunca acabar.

La extrema derecha representada por Kast levanta la bandera contra la migración, la reducción de impuestos y quitar la mano del Estado donde pudiera estar. Formula emparentada con Trump, Bolsonaro, Milei y el resurgimiento de las derechas fuertes de Europa. Aquellas formulas no han durado más de un periodo y parecen ser más testimoniales que crear un ideario país es cosa de ver a Milei.

La derecha en sentido amplio parece no encontrar otra bandera que la seguridad y crecimiento económico, por supuesto importantes pero que tampoco sustentan un ideario país. ¿qué es la seguridad si no se revisa con profundidad? Una buena estrategias para acaparar votos y afirmar el relato político, pero pareciera que no mucho más que eso, prueba de aquello es la negación de querer levantar el secreto bancario por la derecha.

Si realmente nos interesa la seguridad desde Hermosilla hasta los portonazos busquemos seguridad pero con seriedad no como estrategia para subir en las encuestas o como rencilla entre los políticos. La poca propuesta, innovación y profundidad en el abordaje de seguridad sólo alimenta la apatía de interesarse por los asuntos políticos. Usted puede preguntarle a una persona de derecha que propone al país los próximos 20 años, le aseguro que no dirá algo muy distinto a lo que dice el artículo.

El centro político parece no existir, la concertación disgregada por todas partes muy aferrada a petrificarse como un periodo muy específico de la historia pero no mucho más que aquello. El partido Radical parece llevar el puro nombre y ocupar una linda casa en el centro de Santiago, pero de propuestas muy poco (pobre Pedro Aguirre Cerda). Los nuevos conglomerados como amarillos por Chile y demócratas prefiero ni siquiera referirme, creo la realidad lo hace por sí sola.

Es interesante la oportunidad para el centro político, porque es un momento de la historia que (a mi parecer) demanda sus banderas; estabilidad, conciliación política, adormecer la agitación social y progreso amarrado al crecimiento económico. Sin embargo, no existen figuras o partidos que sean capaces de capitalizar esa demanda de la ciudadanía, puede ser por muchas razones desgaste o de simplemente estar disgregados, pero interesante oportunidad.

La gravedad es que el mundo del siglo 21 es extremadamente complejo y se necesita lucidez para enfrentar los desafíos con ideas más modernas y contingentes, pero pareciera que nada despierta de la siesta a la clase política

En cuanto al frente amplio ya en 3 años de gobierno es difícil ver más allá de lo testimonial y dejar un piso bien firme para ocupar un espacio en las fuerzas políticas. Podríamos considerar un gran esfuerzo por estabilizar al país posterior pandemia y estallido social, pero ha perdido sus ideales más de fondo de cambios radicales, transformándose en mucha consigna pero sin soporte concreto. En cuanto al PC pareciera ser el más ahogado en arena, sin poder condenar la dictadura de Maduro y Ortega, defendiendo los derechos humanos a conveniencia y con una alergia bien grave a proponer ideas más renovadas, parece que no hay mucha idea más allá de ponerle play a la cinta de los socialismos reales.

Para no perder la esperanza se puede ver en las alcaldías, nuevas ideas o un esfuerzo prometedor por hacer buena gestión en los territorios. Existe una renovación de caras y un genuino interés en ver los municipios como un espacio de acción y mejora del bienestar más que un peldaño en la carrera política.

El análisis puede ser muy extenso, pero lo importante de transmitir es lo carente de profundidad de las propuestas de los sectores políticos. Vuelvo a la idea del laberinto, parece que avanzar te deja en el mismo lugar y que unas acciones anulan otras, lo que hace perder la visión de estado o un ideario país. La gravedad en aquello es que el mundo del siglo 21 es extremadamente complejo y se necesita lucidez para enfrentar los desafíos con ideas más modernas y contingentes, pero pareciera que nada despierta de la siesta a la clase política.