Los mismos que rasgan vestiduras por la vida del feto, suelen ser los que posteriormente claman a destajo la pena de muerte como solución sacra de todo problema criminal. Pretenden «salvarlo» de las tenazas quirúrgicas para desear su fusilamiento a futuro.
Para eliminar la delincuencia deben extirparse en primer lugar la miseria y la ignorancia. Ser hijo no deseado conduce al dolor, y el dolor lleva a la rabia, así mismo la rabia se expresa en la desconfianza y la transgresión (egoísmo destructivo). Todos estos ingredientes combinados en una olla de pobreza, cultura delictiva y drogas generan la enfermedad social.
Debemos mencionar también que el denominado «huacho» ha sido un personaje típico de la cultura popular chilena. Ser huacho siempre fue considerado una deshonra en la conservadora cultura ultramontana, el resultado de un pecado inmoral. ¿Cuánto impacta en un individuo inocente la acusación de ser apuntado como humano de segunda categoría por ser huacho o huérfano?¿No sería mejor despenalizar el aborto, no criminalizar a la mujer, destruir todo prejuicio moralista religioso sobre ella, abandonar el tabú, tratar y transparentar el tema, en vez de ocultar y prohibir?
Existe una correlación mediata entre la miseria, la segregación social, la drogadicción y el surgimiento de la delincuencia. La criminalidad seguirá incrementando, mientras los inútiles gobiernos sólo se limitan a declarar que construirán más cárceles y endurecerán penas, sin conseguir jamás matar la hidra.
Muchos jóvenes «hijos no deseados», abandonados a su suerte buscarán referentes exitosos en los narcos de películas de yankis, en la transgresión de la ley y paternalismo en el choro traficante mandamás del sector.
Todo esto sucede en la oscuridad de una sociedad decadente que aturdida por el consumo no puede visualizar su propia miseria, mientras piensan que impidiendo la despenalización del aborto, o restaurando la pena de muerte solucionarán los males de la comunidad, (malas noticias; el aborto penalizado no ha impedido que se realicen miles de abortos clandestinos e insalubres, por ende la norma está caduca).
Justamente el miedo, el prejuicio moral y la miseria económica fuerzan al aborto, ¿No sería mejor despenalizar el aborto, no criminalizar a la mujer, destruir todo prejuicio moralista religioso sobre ella, abandonar el tabú, tratar y transparentar el tema, en vez de ocultar y prohibir?
Como pueblo tenemos una pobreza tan grave y antigua como la económica (y que no trajo ningún inmigrante); la pobreza cultural, la misma que nos impide conducir nuestro destino y la que utilizan los oligarcas del sistema para someternos.
Un dramaturgo connacional profetizó que cuando el roto supiera de letras entonces sería invencible. Ese momento debe ser ahora.
Comentarios
15 de octubre
Luis Bozzo estás más prejuicio que los «moralistas» que tanto te incomodan. Dices que son niños que nacerán en la miseria, pero una gran cantidad de abortos se llevan a cabo en mujeres de clase media y alta, como método de control «anticonceptivo». Por otro lado, aún si naciese en la miseria económica, existen numerosos ejemplos de personas de éxito que nacieron en un seno familiar con pobreza y ahora son muy exitosos, como ejemplo ahí tienes a Cristiano Ronaldo. Ser promuerte no favorece a nadie, piénsalo…
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05 de noviembre
Qué artículo tan fofo e ignorante, para empezar, los pro-vida no son los que quieren pena de muerte, sino más bien los pro-muerte (aborteros), que son los que tienen las ideas radicales de querer fusilar a todos los criminales, quieren mandar matar al ladrón, al violador, etc. En cambio, los pro-vida son los que promueven que los castigos vayan acorde con el delito y rechazan ese «derecho» de quitar la vida a otra persona.
Encima habla del «prejuicio moral» y lo primero que hace es decir que los niños nacerán en la miseria y se volverán delincuentes. Afirmación de lo más prejuiciosa. Esto es lo que pasa cuando contratan de redactor a cualquiera sin algo de estudios.
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05 de noviembre
Los pro vida en definitiva son el estiércol religioso de la sociedad
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