Para que esta revolución fuera posible era necesario que la gente manejara las redes, aprendiera a usarlas, entendiera su alcance y dominara su lenguaje. Si para eso tenían que compartir fotos de su perro haciendo trucos ¡daba lo mismo! El costo del tiempo de eso no era más que un proceso de entrenamiento para preparar a su personal en una nueva forma de trabajo. El trabajo en red ya no es una opción sino que un requisito para ser competitivos, tanto en el sector privado como el público.
Casi simultáneamente con la aparición masiva de las redes sociales hace ya 8 años (considerando como inicio la aparición de Facebook en el 2004 o incluso antes, con las salas de chat o Messenger), comenzó la discusión en las organizaciones de cómo administrar el acceso o mejor dicho las barreras del ingreso de sus trabajadores en horarios laborales. Acaloradas discusiones sobre la pérdida de tiempo que esta nueva realidad generaba, las distracciones y la falta de concentración que gatillaba entre los colaboradores. Para qué decir de los CTO (encargados de tecnología) y su recelo por el consumo de ancho de banda o por los problemas de seguridad que aquello suponía. Caso no importaban aquellas visiones de gente trabajando en red y colaborando entre distintos lugares y organizaciones que quienes estábamos a favor del uso queríamos promover entre nuestros desconfiados pares.
Mi planteamiento fue que el caso de los problemas de baja de productividad era un asunto de liderazgo, en cuanto a no poder gestionar el equipo y la real potencialidad de su equipo para generar valor. Es decir si el equipo se distrae y no ocupa su tiempo en lo que debe, es por un problema de gestión de recursos humanos, y en ningún caso por la presencia de las redes sociales en sus equipos. Ahí comenzaba lo acalorado, porque en pocas palabras parecía decirles “usted no es un buen jefe”. De esto se puede descolgar todo un capitulo y reflexiones sobre liderazgo y dirección de equipos, pero no es el objetivo de esta columna.
En esas discusiones mucho me ayudaron herramientas como e-buddy para demostrar que si la gente se quería conectar, lo haría igual, y así un montón de aplicaciones en web. Bastaba poner en Google “me cortaron el Facebook en la oficina” y abundaban las recetas para poder entrar. Para qué decir hoy, con la explosión cada vez mayor de los teléfonos inteligentes a bajo costo, así que la historia de alguna forma nos dio la razón… parar el uso de las redes poniendo muritos cortafuegos también era una ilusión. Pero esta columna tampoco es para hablar de tecnología de filtros web.
No hay nada peor que el que alguien te diga: “te lo dije”. Esta columna es precisamente para eso. Considerando cómo el desarrollo tecnológico nos da razones para saber que el uso de las redes sociales puede ser un complemento gigante en la optimización de la productividad de los equipos, y que basta con mencionar la integración de las identidades de Google o Facebook para ingresar a muchos de los sitios de herramientas productivas como Prezi.com, Mura.ly, infogr.am, y así muchas otras, como el uso de las redes para marketing y diálogo con los clientes, y en el sector público con la comunidad, son pocos los que se atreven a reconocer que es el camino.
Todo esta reflexión se me gatilla desde la noticia de la integración anunciada en estos días de Dropbox con Facebook y lo que significa la posibilidad de trabajo colaborativo de fácil acceso y bajo costo para la organización. Ya no podrá ser más fácil el compartir información sin tener que pedirle a un técnico que suba el archivo a un sitio para compartirlo.
A los aún incrédulos, les pregunto: ¿Cuántas veces no supo cómo enviar un PowerPoint porque no “entraba” en el correo? ¿Cuánto gasta su organización en trasladar personas a reuniones? ¿Sabía usted del añoso Skype? posiblemente sí, pero ¿sabe de Google HangOut, con el cual puede hacer reuniones múltiples y compartir contenidos, multimedios, su escritorio con un nivel de simpleza que asombra?
Entonces acá viene el asunto: para que esta revolución fuera posible era necesario que la gente manejara las redes, aprendiera a usarlas, entendiera su alcance y dominara su lenguaje. Si para eso tenían que compartir fotos de su perro haciendo trucos ¡daba lo mismo! El costo del tiempo de eso no era más que un proceso de entrenamiento para preparar a su personal en una nueva forma de trabajo absolutamente necesaria para los tiempos que corren y los que vienen. El trabajo en red ya no es una opción sino que un requisito para ser competitivos, tanto en el sector privado como el público. El uso de herramientas colaborativas era como una ola gigante a la que había que subirse y no tratar de frenar con una mano, y la aparición de las redes sociales (en la forma que lo hicieron) nos regaló un proceso de capacitación perfecto: ese donde el que aprende quiere aprender y lo hace naturalmente en el día a día.
Por lo tanto, si usted limitó el acceso de su organización y sus colaboradores, lo que trajo como resultado que usted y su gente siguen diciendo con un extraño orgullo testarudo “es que yo no sé de esas cosas, yo soy análogo”, debe hacer algo. La competitividad de su organización depende de eso.
Y ahora me doy el gusto. Estimados amigos, se los dije.
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Fuente de fotografía
Comentarios
28 de septiembre
Estimado Benjamín, bien…:-))
Desde el 94 cuando empezamos a pregonar sobre la revolución Internet en el acontecer humano (las TICs permitirán que lo humano migre de plataforma biológica a tecnológica) hemos tenido cientos de conversaciones con los miopes delimitadores de primaveras…animo queda aún queda mucho recorrido, por ejemplo cuando el 98 desarrollamos la primera experiencia de Teletrabajo en Chile y Latan en Telefónica para demostrar que el Teletrabajo (facilitado hoy por Google Apps) era viable en Chile, recién hoy y después de 16 años los “informáticos” cacharon que el “uso con sentido” es lo central y no su permanente monotema del software y hardware sino que es el humanware o uso con sentido desde lo humano..como siempre ha sido..
Slds…
Ps. Pedro Rivadeneira M.
+1
28 de septiembre
Efectivamente creo que la palabra Miopes es la indicada. En los tiempos que corren, el hecho de poder quebrar paradigmas es lo que nos puede sacar del estanco.
Gracias por tu comentario.