El Stockholm Internet Forum es una especie de Babel posmoderno en el que, sin embargo, el inglés parece un acuerdo momentáneo, a ratos trabajoso, aunque relevante. Quienes están sobre el escenario, en los paneles oficiales, lo hablan cómodamente. Muchos de quienes escuchan, sin embargo, no se sienten tan cómodos con él. La diferencia no es casual ni circunstancial, es sintomática: en este foro, en el que se ha reunido una enorme cantidad de organizaciones por la internet libre y de activistas digitales de diversa índole, hay muchísimos idiomas y hay, al menos, dos grandes discursos: el de la libertad de expresión versus la censura y/o la vigilancia, y el del acceso y sus precondiciones.
Para muchas naciones europeas, el debate está centrado en cómo expandir las nuevas tecnologías hacia otros territorios y cómo promover internet libre para todos, asumiendo que algunas regulaciones son necesarias. El dilema, entonces, se expresa en términos de libertad versus restricciones, o libre expresión versus vigilancia.
Para la mayoría de las naciones del tercer mundo, en cambio, el tema sigue siendo generar las precondiciones para que el acceso a internet sea posible. Estamos hablando de estructuras básicas, como lo son el hecho estar conectado a la red eléctrica, acceder a un móvil o una computadora, estar alfabetizado. Y si el acceso al agua o a la electricidad no es hoy el drama mayoritario en Chile, sí lo es, en muchos sentidos, el acceso a una computadora y, sobre todo, el manejo de las herramientas necesarias para comprender correctamente las claves digitales.
Entre estas dos discusiones, el debate parece, en realidad, entre dos lenguas diferentes. Claves diferentes, prioridades diferentes, significados diferentes.
¿Nos importa la censura? Se escuchaba entre algunos participantes durante el día; sí, nos importa que no haya censura, pero no hay peor censura que la marginación. Es, en las naciones pobres – pero también entre los pobres de nuestras naciones – una condición basal el acceso a servicios y tecnologías mínimos, de modo de poder poner sus propias problemáticas, causas, denuncias, demandas, en la red.
Una vez más, el acceso equitativo parece ser el nudo central. Quiénes acceden y en qué condiciones. Y si se trata de democratizar el mundo y de permitir que verdaderamente sea una internet libre para todos, es decir, la “plaza pública” prometida, la primera pregunta, luego de las políticas públicas de cada Estado – o junto con ellas – es la posibilidad de adquirir tecnologías a precios razonables.
Y mientras para las naciones proveedoras de tecnologías y servicios de telefonía e internet, el asunto se asienta en la libertad de empresa, en el fomento de la industria y en los mercados en los que esa tecnología y esos servicios se ofrecen a la demanda, para las naciones que consumen estas tecnologías y servicios – entre los que se cuenta Chile – el tema sigue siendo el acceso a las TICs. Parece, entonces, un negocio redondo para los vendedores de tecnología y de servicios de telecomunicaciones: por un lado tienen a sus Estados haciendo lobby para sus productos y prestaciones. Por otro, los Estados donde se establecen y que requieren sus servicios, ponen poca o ninguna regulación al precio en el que se ofrece, por ejemplo, el acceso a tecnología.
Volvemos, una vez más, a la vieja discusión de siempre: cuál es el rol de los Estados, de manera individual o colectiva, en la regulación de precios y las ganancias de empresas que ofrecen servicios que cada día se vuelven más parte de lo que consideramos “básico”. En sociedades que dicen garantizar la libertad de expresión y el derecho a protestar, está claro que no basta con las estructuras tradicionales análogas. Para entrar, entonces, en las nuevas formas de participación globales, es necesario un rol activo de los Estados en la creación de políticas digitales consistentes para el acceso equitativo y universal a internet. De cualquier otra manera, el mundo –también digital y también en cada uno de nuestros países – seguirá dividido entre quienes hablan el idioma de la inclusión, quienes intentan balbucearlo y quienes quedan fuera, porque no les es permitido comprender sus lógicas.
* Ximena Jara es Jefa de Contenidos de elquintopoder.cl y se encuentra representando a la comunidad en el Stockholm Internet Forum.
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Foto: Marina Noordegraaf / Licencia CC
Comentarios
22 de septiembre
Felicito a la compaf1era que ha redactado el Acta del Grupo de Trabajo de Politica en Retiro y no se9, si nadie se eafndara, me gustareda reflexionar en voz web tre1s leer el trabajo que hacemos.El 15-M es el acontecimiento social mas importante que yo haya podido conocer. El 15-M eclosionf3 para quedarse en la vida poledtica espaf1ola y en el corae7f3n de muchas de nosotras. Ojala seamos capaces de contener cualquier tentacif3n de diluirlo, manipularlo, infiltrarlo violentarlo.Ahora bie9n hay que reconocer que no podemos tirar por la ventana los e9xitos y las conquistas sociales de cuantos nos han precedido en la eterna lucha de la clase obrera contra la Injusticia. El 15-M bfcomo lo direda? no puede hacer borrf3n y cuenta nueva,como si la historia en sed no fuera un zig-zag de evolucif3n-represif3n-evolucif3n, ni existieran unos saberes sociales acumulados, correctos, cientificos, en los sindicatos de clase y los partidos politicos honrados, a la izquierda del bipe0rtidismo PP-PSOE.O sea el 15-M sin memoria de las conquistas sociales, ni de lideres como Che Guevara, Pasionaria o Durruti, podreda desfondarse. Recordemos que la experiencia es un grado y que la rebelif3n contra la injusticia no empezf3 el 15-M en nuestro paeds. Seamos me1s listos que los viejos zorros de la Transicif3n. No derrochemos saberes de otros que nos han precedido. Un respeto.Perdonad si me he enrrollado, pero hace dias que queria expresarlo. Besos a los nif1os. Elisa.
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