Los derechos digitales, es decir, aquellos que recaen sobre bienes cuya materialización se da en el ciberespacio, representan un problema para nuestros legisladores. La velocidad en la que evoluciona la realidad y la baja especialización en esta área impide la generación de legislación apropiada para el sinnúmero de problemas que genera este ámbito para la vida social, basta señalar que, gracias al uso de internet se han creado delitos propios y se crean problemas en las transacciones que trascienden las lógicas de nuestro Derecho.
Sin embargo, esto puede ser una oportunidad para que nos demos cuenta de la arrogancia implícita que existe en la tarea legislativa. Esta arrogancia se percibe en la medida que, los legisladores pretenden tener el conocimiento práctico de la realidad, y por ende, tienen la capacidad para adelantarse a las infinitas variaciones del accionar humano. Esto no es verdad, y la evidencia empírica así lo ha demostrado ante los connotados casos de evasión de la Ley.La solución no es regular, en primer lugar porque creo que será siempre un ejercicio insuficiente que perjudica al más débil, que en este caso será el profano; en segundo lugar porque creo que la regulación pone trabas a la esencia del ciberespacio, la cual es servir a la espontaneidad.
Internet complejiza aún más la situación, dado que, la acción humana inserta en este medio no tiene límites. Decir que “no tiene límites” suena pretencioso, así que diré que el límite subyace a la creatividad humana. Por tanto, la potencialidad para que existan nuevas realidades que escapen a la creatividad del legislador es tan alta que el acto de legislar cae muy rápidamente en el anacronismo. Basta examinar con detención el caso de Messenger y Facebook, las cuales fueron las primeras social networks y, como la segunda absorbió a nivel funcional a la primera. Todo esto sin que el legislador pudiera regular los aspectos propios de cada red social.
Hoy el mundo avanza hacia la regulación de las redes sociales, es cosa de ver el caso de Brasil o la Unión Europea. Sin perjuicio de esto, creo que la solución no es regular, en primer lugar porque creo que será siempre un ejercicio insuficiente que perjudica al más débil, que en este caso será el profano; en segundo lugar porque creo que la regulación pone trabas a la esencia del ciberespacio, la cual es servir a la espontaneidad. Sólo así el progreso humano podrá no tener más límites que la propia creatividad humana.
Comentarios
13 de febrero
Las leyes deben garantizar el derecho de la libertad de expresión en la red. Que esta libertad no se sienta afectada, por ej., en el caso que un meme aluda a una autoridad y que por ello, el autor, deba ser castigado. No a la Ley SOPA.CL, que afamados chefs de nuestro parlamento nos están preparando.
Oscar, un Adulto Mayor
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13 de febrero
– La costumbre y los convencionalismos sociales preceden a las leyes. Es así porque los eventos maduran antes de que el legislador les preste atención.
– Son fuertes en la red las consecuencias que sobre la honra de las personas dejan lo que de ellas se dice o se muestre. Y sobrepasa la red. Yo por ejemplo, tanto que me preguntaba Facebook por mi currículo, que muy aburrido puse que rendí la instrucción básica en el Internado Ndrangheta para Salteadores Pequeñines, que estudié en los College Genovese y Gambino y que hice un postgrado en la Universidad de la Yakusa. Para mi sorpresa, desde entonces tengo clientes pidiendo mis servicios, y todo el año.
– La pornografía infantil es otro problema serio.
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