A dos años del fin del siglo XX, el Jefe del Departamento de Capacitación, invitó a dos profesores que trabajaban como evaluadores a su oficina para mostrarles algo increíble. Sin mayores protocolos, se sentó frente al computador, acomodó un artefacto pequeño que había sobre la pantalla, empezó a digitar unos códigos medios crípticos, y comenzó a hablar en aquel idioma en que venían los cassettes de aquellos cursos para traductores.
Uno de aquellos evaluadores, se arregló las manguillas que tenía en sus brazos para no ensuciar los puños de su camisa, medio incómodo y medio inquieto, porque tenía que corchetear unas hojas de unos cursos que le había llegado. Intentó balbucear unas palabras cuando por la pantalla del computador apareció un rostro como foto de carné, moviéndose y hablando en inglés. Tenía rasgos orientales y empezó a conversar de la manera más amigable con aquél Jefe, joven profesional que había llegado recién de un curso del extranjero.A 15 años del siglo XXI, la institución que promovía aquella modalidad en Chile, y que permitía a las empresas que hicieran uso de las franquicias para capacitar a los trabajadores vía e-learning han retornado a sobrevalorar lo presencial y la capacitación básica.
Terminó su diálogo, y se despidió de aquel forastero virtual que estaba a cientos de miles de kilómetros de Santiago, y emitió una sentencia, un tanto mesiánica: “Cambió el mundo de la capacitación, ha nacido una nueva manera de aprender”.
A un año del fin de siglo, entró un joven adulto a la oficina del Jefe de la Unidad de Organismos Capacitadores -era un joven empresario de la capacitación y dueño de una MYPE- para conversar acerca de una nueva modalidad y pronunció aquella palabra mágica para aquellos años: e-learning. Con alegría, como si estuviera redescubriendo América, empezó a construir un discurso fluido y natural sobre virtualidad, plataformas, registro on line, simulaciones, coaching, e-business, e-commerce y e-learning. De un cambio en la manera de aprender y de cómo las organizaciones iban a gestionar el conocimiento.
A once años del siglo XXI, cerca de un 1.000.000 de participantes se habían capacitado alguna vez, en este país, bajo esta modalidad. El conocimiento en el mundo, en esta década, se ha multiplicado por dos. Las tecnologías de la Información y de la Comunicación han derrumbado fronteras y ha disminuido las distancias, como si todos los días fueran viernes. La capacitación cambió y la educación está en proceso. Los niños, mientras se entretienen, aprenden en sus casas con los videosjuegos. El hipertexto rompió con la secuencialidad conductista. Nativos e inmigrantes divagan por los nuevos caminos de la vida.
A 15 años del siglo XXI, la institución que promovía aquella modalidad en Chile, y que permitía a las empresas que hicieran uso de las franquicias para capacitar a los trabajadores vía e-learning han retornado a sobrevalorar lo presencial y la capacitación básica. En su enfoque prima el adiestramiento en desmedro del uso de las tecnologías. El hecho más palpable se expresa en que la hora Sence para un curso presencial es de $ 5000, y para un curso e-learning $ 2000. A veces, nos gusta retornar al pasado creyendo aquello que “ todo tiempo pasado fue mejor”.
Comentarios
13 de agosto
Lo que sucede es sencillo: los que hemos trabajado en docencia hemos demostrado empíricamente que las clases presenciales generan más retención de habilidades y conocimientos que las clases “virtudes”. Las razones son varias, entre ellas las más importantes:
(1) nuestra socialización es parte fundamental de nuestro ser, consecuentemente la interacción grupal crea una mayor riqueza en la experiencia de aprender, pues ni el profesor enseña solo ni el estudiante aprende solo, hay comunicación en red presencial.
(2) la interacción entre estudiante y relator (y entre estudiante y estudiante) tiene un carácter envolvente y focalizante de atención en lo presencial que la tecnología aún no logra en lo “virtual”;
(3) el contexto “virtual” tanto en si mismo (plataforma) como por su situación física (ubicación del dispositivo), a menudo opera en un campo propicio para la distracción, y hay evidencia de que el “multitasking” disminuye enormemente la capacidad cognitiva, y consecuentemente se perjudica el aprendizaje.
En definitiva, justamente porque ya no se trata de algo nuevo y futurista, más bien es algo con lo cual ya hemos estado experimentando, sabemos que la formación no presencial es desventajosa respecto a la presencial por lo señalado. Esto no implica que no se pueda ni deba usar a priori, pues también tiene algunas ventajas, esencialmente el costo, pero no opera bien como componente primario o único de programas educativos.
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