Se acerca el final del 2016: un año con muchas sorpresas agradables o desagradables para cada uno de los que lee esta columna, incluyendo el autor. Cada año usted se prepara para estas fiestas, en la que evidentemente hace balances de todo tipo: mi situación laboral, financiera, educacional, social, etc. He visto como para el futuro la gente realiza una serie de rituales para estas fechas como consultarle a tarotistas, realizar mapas astrales, poner sahumerios, hacer cábalas, entre otros. Lo que yo digo, ¿el ser humano es dependiente de un “destino” o es presa de las causas? Pues bien, intentaré explicarlo.
Para comenzar este asunto, en la Antigua Grecia antes del siglo VII antes de Cristo, existía el debate por un mundo fundado en lo “ideal” y movido por héroes como Perseo, seres sobrenaturales como los cíclopes y creadores inteligentes como Zeus. Quizás,
los relatos que explican estos mundos sean las obras que leyó alguna vez, como la Ilíada y la Odisea, de Homero. Era lo que los griegos llamaban mythos, es decir, el mundo mítico. Este tipo de concepción de mundo o cosmogonía, entró en crisis a medida que pasaron los años en esta civilización. Las respuestas a todo tipo de problemas, cada vez más complejos, no las daba lo anterior por lo que los griegos de esa época pasaron a confiar en la physis (la materia) y como se descubría, pues a través del logos. Es decir, las acciones que mediante la razón y la ciencia permitían explicar el mundo, naciendo la llamada filosofía, o el amor a la sabiduría. Así comenzó con los presocráticos como Tales de Mileto, Pitágoras de Samos, Anaximandro, Empédocles, etc. Ellos comenzaron a sentar las bases del pensamiento moderno actual de la cultura occidental, para explicar el mundo.El ser humano, más allá de vivir sujeto a absolutos, debe tener presente que su vida puede cambiar, pero si lo hace favorablemente, llegará a ser feliz.
Otra forma para explicar el mundo, surge desde la Fe. Es decir, “la creencia no basada en la evidencia científica”. Este tipo de situación, comenzó a gestarse con el Imperio Romano (siglo I al III después de Cristo) y a gestarse la institución que rige estos asuntos más arcana para nuestro Occidente: la Iglesia Católica, que es intermediaria entre el hombre (ciudad de los humanos) y la divinidad (ciudad de Dios), algo que conceptualizó Agustín de Hipona o San Agustín. Sin embargo, esto no quiere decir que todo se lo puede dejar a Jesucristo o a otra divinidad. Al respecto: «El hombre no reza para dar a Dios una orientación, sino para orientarse debidamente a sí mismo». El llamado libre albedrío.
Esto, sin embargo, comenzó a ser cuestionado en la Ilustración y con la llegada de la Edad Contemporánea, con los llamados tres maestros de la sospecha, es decir, Karl Marx, Friedrich Nietzsche y Sygmund Freud. El primero dijo, “la religión él es opio de los pueblos”; el segundo, “Dios ha muerto”; el último, “el hombre es presa de sus represiones”. En el siglo XX, el filósofo existencialista Martin Heidegger se preguntó por el dasein o el llamado “Ser”. Dijo, “el ser humano es un ser para la muerte” y se debe preparar para ella. Se prepara siendo “inauténtico” o viviendo “según lo que dicen otros” (dasman); pero, puede ser “auténtico”, es decir, “sabiendo que la muerte viene, pero uno actúa como es y no toma como absoluto lo que otro le dice”. Al respecto, el ser humano, más allá de vivir sujeto a absolutos, debe tener presente que su vida puede cambiar, pero si lo hace favorablemente, llegará a ser feliz.
Lo que aún no queda claro es la pregunta, ¿la historia transita para bien o para mal en su vida propia o en la de otros? El historiador francés Marc Bloch decía que “las causas son lo que determina el transitar del hombre”, o la sociedad es determinada por lo económico, lo político, lo cultural, etc. Pero respecto al futuro, eso no se puede determinar, pero el célebre y excepcional historiador británico Eric Hobsbawm en una entrevista en Youtube dijo: “no se puede anticipar el futuro, como los cómics, en el cine o en la literatura. Por lo que es aconsejable ver los problemas”.
Terminando, cada vez que vea un matinal con los Pedro Engel, con los Salfates, con los Alejandro Ayún o cualquier otro charlatán y oportunista del momento, no se aferre a ese concejo fatalista como un absoluto; más bien busque ayuda en la ciencia, apóyese en la Fe (si es creyente) para resolver sus inquietantes problemas. Si está enfermo, vaya a un médico; si tiene deudas, busque un trabajo y un buen banco; si lo acusan de un delito que no cometió, busque un buen abogado y si estos problemas no lo solucionan la sociedad en qué vive, hágase de las herramientas de la buena política y barra con una escoba, a los corruptos que lucran con ella.
De mi parte, le deseo un Feliz 2017 para los suyos que quiere, para la sociedad y para usted. Y todos los problemas (aunque no lo parezca) tienen una feliz solución.
Comentarios
01 de enero
¿Nuestro problema será entonces «el saber», profesor, y en particular saber sólo una porción del conocimiento que debiéramos conocer?
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01 de enero
Buen punto. A veces, lo que se conoce enel propio presente no basta. Pero para saber eso que es desconocido, basta con investigar para derribar un paradigma que no nos ayuda a comprender la realidad. De ahí la frase de Albert Einstein: «la imaginación es más importante que el conocimiento».
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04 de enero
Gracias por la clase sobre el ser y la existencia. Me parece que falta un punto importante sobre los charlatanes, además de los que señala, incluiría aquellos que nos dicen al oido lo que queremos escuchar.
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09 de enero
Un nuevo año. ¡Ahhh! ¿Qué hacer? ¡DOMINAR EL MUNDO!
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