12 de junio es el día que comenzará la Colecta de Techo, actividad que como todos los años busca sensibilizar a la población para deje sus aportes en manos de la Fundación y se logre «erradicar la pobreza».
Pareciera ser que esa premisa cada año se dificulta más; se dificulta mientras el Estado no crea que la pobreza es una prioridad y en sus cuentas públicas la pobreza siga siendo una declaración de intenciones.
La promesa estatal hasta ahora es cerrar 60 campamentos, lo que beneficiaría a 1800 familias. La promesa es grande y se espera que llegue a puerto, pero la solución de la pobreza es mucho más que cerrar campamentos. Y la falta de proactividad política construye otro tipo de actividades. En los tres días de recaudación (12, 13 y 14 de junio) veremos a personas de sombreros llamativos, caras pintadas y cotillones que complementarán la puesta en escena de la colecta. Personas que seguramente trabajan durante el año en campamentos, personas que tal vez realizan actividades en los lugares más pobres de Chile.
También participarán del evento todas las personas que trabajan en las oficinas de Techo. Pero ¿qué sentido tiene realizar estos movimientos nacionales y organizar a tanta gente para reunir fondos durante tantos días? Si frente a la pobreza se unen factores satélites como falta de oportunidades, discriminación, segregación, vulnerabilidad; frente a la solución de la pobreza trabajan todos aquellos que quieren verla desaparecer y en distintos roles. Este gran mecanismo es el que da como resultado la entrega de viviendas dignas y el que desarrolla políticas éticas, elevando las discusiones y poniendo sobre la mesa la importancia que tiene finiquitar las historias colmadas de necesidades, de miserias, de penas y de frustraciones.Pareciera ser que esa premisa cada año se dificulta más; se dificulta mientras el Estado no crea que la pobreza es una prioridad y en sus cuentas públicas la pobreza siga siendo una declaración de intenciones.
Este 12, 13 y 14 de junio no nos vea como «Techo salvador del mundo, vocero de los pobres», ya que no se trata de eso y la tarea se hace entre todos y todas, como un ejercicio horizontal. Durante esos tres días, se juntará el capital necesario para ver a cientos de familias abrir la puerta de su nuevo hogar y emocionarse con su calefont, con su primer baño dentro de la casa, con sus ventanales, con su independencia y con su dignidad. «Con plata se compran huevos» dicen por ahí y, para concretar el sueño del fin de las desigualdades, será necesario involucrarse y aportar, porque cuando una familia pasa del barro a la cama calentita, entonces tiene todo el sentido del mundo.
Comentarios
08 de junio
Me parece que tu pregunta pone el dedo en la llaga, se focaliza en una realidad dolorosa, angustiante y que toca fuertemente, la pobreza no es solamente carencias como se señala por ahí entre los estudiosos del tema, es casi un estado del ser, una suerte de condena. No creo que realmente interese poner todos los esfuerzos posibles, todas las energías, toda la potencia de lo que como sociedad somos capaces, una suerte de guerra total, y quien piense que hay un genuino interés por reducirla está equivocado porque entre otras cosas, disminuir la pobreza implica según mi juicio, que el propio individuo alcance aceptables niveles de competencias quizás basados en el pensamiento profundo, y si eso ocurriera, se acabaría el clientelismo del que se nutren y viven muchas estructuras, organizaciones y además se acabaría cierta retorica que rinde frutos y posiciona en ventajosos cargos a la clase política. Algo se puede hacer, y eso implica crear ambientes diferentes, medioambientes urbanos diferentes, de alto costo, de alto estándar, de manera de retirar en parte de la mente de quien padece pobreza la idea agobiante de sentirse pobre y comportarse como tal.
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