¿Qué nos pasa, como personas y como país? ¿Será que estamos evolucionando, estamos en una crisis que no tiene retorno o como sociedad chilena estamos en proceso de autodestrucción? Este último término, sonará fuerte, pero autodestrucción ¿Por qué? no hay identificación con los liderazgos políticos como en antiguas épocas, si vemos las encuestas en este ámbito, nadie puede cantar victoria, los gobiernos pasan en cómo marcar que fueron ellos los que hicieron una u otra cosa y las personas muchas veces a la deriva.
Hay muchos sentimientos de xenofobia, pero nos olvidamos que el primer rector de la Universidad de Chile, fue un venezolano.
Hay muchos sentimientos de xenofobia, pero muchos postulan a realizar becas en universidades extranjeras en EEUU, Japón y España, pasando a ser emigrantes por estudios.
Hablamos de sociedad feliz pero, en reuniones con amigos, familias están al frente del celular revisando redes sociales y nos olvidamos mirar a los ojos.
Hay muchos sentimientos de xenofobia, pero llenamos estadios y recintos para conciertos de artistas mexicanos, EEUU, entre otros, e incluso compramos sus discos, cantamos sus canciones en otros idiomas, pensando que las estamos interpretando bien.
Hay muchos sentimientos de xenofobia, pero hay bibliotecas personales llenas de autores extranjeros, y valoramos muy poco los nuestros.
Hay muchos sentimientos de xenofobia, pero vamos al mall en vez del centro comercial, hacemos Happy Hour, vamos a comer Sushi y así seguir y seguir…
Hay muchos sentimientos de xenofobia, pero sabemos bailar más reggaetón y cumbia que nuestro baile nacional.
El decir, tan repetidamente lo anterior no es una defensa acérrima a los extranjeros, sino para entender que vivimos en un mundo globalizado, donde tenemos que vivir en comunidad, donde existe la exo y endoculturación.
Pero si bien como seres humanos tenemos derecho a ser inmigrantes y emigrantes, también tenemos que ser conscientes, que aquel país que nos abre sus puertas tiene su cultura, su mecanismo de funcionamiento. Está bien, somos humanos, pero el estar dentro o fuera de nuestro país, no nos hace superiores o inferiores.
Podemos tener ideas de izquierda, centro o derecha, pero muchas veces somos intransigentes, no aceptamos a otro por su diferencia política, buscamos elevar o muchas veces casi “santificar” a un sector, olvidando que somos humanos y nos equivocamos.
Ser de izquierda o ser de derecha, no nos hace mejor que otro, es nuestro pensamiento, nos hace tener diferencias paradigmáticas, pero no nos hace invencibles o indestructibles, al final de cuenta, todos vamos a terminar en un cementerio.
Hablamos de causas comunes, como los derechos de los niños y su vulneración o la situación de los adultos mayores, pero, si en el caso de los primeros hubieron vulneraciones a los Derechos del Niño, nos pasamos la problemática de un lado a otro, y nadie está dispuesto a que los vulneradores respondan, viendo el interés y protección de quienes fueron directivos, y no de los niños vulnerados, al fin y al cabo son niños y lamentablemente no votan.
Criticamos a un sector, creamos prejuicios, por pensamiento, color, o religión, estamos inculcando a los niños a odiar, y eso se ve reflejado en el bullying,
Criticamos los pensamientos de derecha o a la izquierda y a sus intelectuales, sin haber leído nunca uno de sus libros o hablado con alguien, siempre estamos a la defensiva, y creemos tener la razón, en este ámbito, la experiencia de quienes vivieron épocas distintas a las presentes, son experiencias, son hechos, son vivencias, pero dejemos a las nuevas sociedades avanzar.
Hablamos de derechos sociales, y los exigimos, pero de responsabilidades nos olvidamos, por ejemplo el derecho a la educación, tiene la responsabilidad de los padres, del colegio, los profesores y el alumno.
En este ámbito, el alumno va al colegio a reforzarse académicamente, pero nos olvidamos que los profesores son personas y tienen familias, lamentablemente, nos olvidamos de eso, y muchos apoderados, dejan al profesor responsable de los alumnos y su educación total.
Hablamos de la fe, pero, muchos niños han sufrido un martirio en diferentes templos y creencias, enfatizando que no todos los sacerdotes poseen parafilias, sino que lo hacen por vocación, y nuevamente los involucramos a todos.
Decimos que “todo Chile” o que «todos quieren algo” que nos representa y nos hace felices, como si todos fuéramos nosotros o quienes están a nuestro lado.
Creemos que la familia son padres e hijos, pero nos olvidamos que hay madres solteras, niños que fueron criados por sus abuelos y no por sus padres, padres que cuidan a sus hijos por el fallecimiento de su esposa, y que muchas veces tanto hombres como mujeres muchas veces pagan pensión de alimento.
Hablamos de violencia, y no mediamos, criticamos el feminismo y nos olvidamos que en nuestro país, hace pocos siglos, las mujeres hicieron su primera votación, hablamos contra los hombres y su machismo, pero nos olvidamos, que nos enseñan que “los hombres no lloran” y “que para defender su hombría debe comportarse agresivamente”, y quien no sigue esos patrones no es catalogado según la especie de “macho”.
Hablamos y hacemos campañas por la no agresión de la mujer, pero vamos a la disco y escuchamos música donde se menoscaba la dignidad de la mujer.
Donde hablamos de protección de los derechos del niño, pero en muchos actos, referente a esa índole, escuchamos temas musicales como los mencionados anteriormente.
Hablamos de Integración, y no aceptamos, que haya personas iguales de la mano.
No aceptamos que seamos diferentes, donde un color de piel es mirado de forma extraña o con una mirada iluminada.
Hablamos de sociedad feliz pero, en reuniones con amigos, familias están al frente del celular revisando redes sociales y nos olvidamos mirar a los ojos.
Para terminar, citar a Charles Chaplin, en la película “El Gran Dictador”:
“En este mundo hay sitio para todos. Y la buena tierra es rica y puede garantizar la subsistencia de todos. El camino de la vida puede ser libre y magnífico, pero hemos perdido ese camino. La voracidad ha envenenado el alma de los hombres, ha rodeado el mundo con un círculo de odio y nos ha hecho entrar marcando el paso de la oca en la miseria y en la sangre. Hemos mejorado la velocidad pero somos esclavos de ella. La mecanización que trae consigo la abundancia nos ha alejado del deseo. Nuestra ciencia nos ha vuelto cínicos. Nuestra inteligencia duros y brutales. Pensamos en exceso y no sentimos bastante. Tenemos más necesidad de espíritu humanitario que de mecanización. Necesitamos más la amabilidad y la cortesía que la inteligencia. Sin estas cualidades la vida solo puede ser violenta y todo estará perdido”.
Comentarios
13 de marzo
Muy buen artículo. Refleja lamentablemente la ignorancia y un chovinismo mal atendido. Los cambios sociales van de la.mano de entender un mundo globalizado, donde cada persona puede aportar con su conocimiento y experiencia. No olvidar que también nosotros solos migrantes, y quisiéramos un trato de iguala igual. Demos el ejemplo
0