Dentro de estos gritos, hubo uno que se sintió como diagnóstico de una enfermedad terminal. Un pedido que caló tan hondo y que no sólo llamó la atención en la huestes albas, sino también en las adversarias, las que acusaron a los fanáticos colocolinos de ser exitistas, enrostrando que ese tipo de frases, en tiempos difíciles, era una verdadera traición. Y si bien el seguidor del cuadro albo es exitista, porque la historia de triunfos locales e internacionales lo mal acostumbró, quizás, nunca estuvo en la intención de ese llamado, la intención de traicionar el cariño, sino al revés. Estaban pidiendo que se devolviera algo simple: el amor por la camiseta.
Y Colo-Colo consiguió su estrella número 30, lo que no es nada de poco, ya que casi dobla a los títulos de Universidad de Chile y triplica a la Universidad Católica, los clubes más próximos. Es más, le sacó 22 puntos a uno y 9 al otro en este campeonato.
Y para los colocolinos este título fue más que especial, luego de pasar algunas temporadas en el infierno.
Si bien sólo desde 2009 Colo-Colo no alzaba la copa nacional, estos últimos años fueron la debacle absoluta, sin encontrar nunca un sistema de juego válido que hiciera sonreír a sus hinchas.
Fueron fines de semana tras fines de semana sufriendo, viendo lejos una nueva corona, gritando y pasando rabias.
Dentro de estos gritos, hubo uno que se sintió como diagnóstico de una enfermedad terminal. Un pedido que caló tan hondo y que no sólo llamó la atención en la huestes albas, sino también en las adversarias, las que acusaron a los fanáticos colocolinos de ser exitistas, enrostrando que ese tipo de frases, en tiempos difíciles, era una verdadera traición.
Y si bien el seguidor del cuadro albo es exitista, porque la historia de triunfos locales e internacionales lo malacostumbró, quizás, nunca estuvo en la intención de ese llamado, la intención de traicionar el cariño, sino al revés. Estaban pidiendo que se devolviera algo simple: el amor por la camiseta.
Más allá de pérdidas de títulos, ¿Qué es lo encierra ese “que se vayan todos” del hincha colocolino?
Para muchos, lo peor comenzó cuando el cuadro, más allá de convertirse en S.A. quedó en manos de un reconocido hincha de Universidad Católica, como lo es el ex Presidente Sebastián Piñera.
Pero, al poco andar, el hincha comienza a olfatear que ya la siembra no será mejor que antes, por lo que las cosechas tampoco serán tan fructíferas como de costumbre. Y es así, como con este tipo de administraciones el club comienza a perder identidad, a la vez que vende varias de sus máximas figuras, mientras las nuevas contrataciones no tienen la relevancia esperada.
El hincha colocolino, que quizás nunca vio con buenos ojos la llegada del hincha cruzado, entre tanto campeonato ganado se nubló y no acusó de inmediato a los que luego les gritó “mercenarios”, entendiendo el concepto como alguien que trabaja sólo por dinero, sin importarle la causa. A la administración de ex Presidente, además, se le acusó de usar el club como trampolín político, debido a la llegada popular del club.
Luego, Piñera sería Presidente de Chile y fue reemplazado por su consuegro.
Fueron días en que el club tomó malas decisiones, contrató mal y donde dirigentes cada vez mostraban su poca cultura futbolística y casi ni siquiera visión económica, siendo que esta era su supuesta principal característica.
Hinchas dolidos por un Colo-Colo que ya no jugaba como el hincha siempre recordó, siempre corriendo, siempre atacando, siempre con garra.
La chispa alba había desaparecido y se confundía entre jugadores que nunca supieron en qué institución estaban, que de seguro estaban más preocupados por la chica o discoteque de moda que por estudiar al próximo rival, respondiendo más en programas de farándula que a los deportivos. La culpa no era de los jugadores, sino de este entorno poco futbolístico de este nuevo Colo-Colo, manejado por esa lamentable herencia de Piñera.
El hincha no se equivocaba, el club los estaba traicionando, porque estaba tomado por empresarios que sólo vieron una buena oportunidad de hacer algo de negocio o de convertirse en personajes públicos que entendían muy poco de fútbol, y jugadores que pensaban que era sólo pegarle a la pelota, sólo correr, sólo cumplir, sólo cobrar.
Y si hoy se dejó de cantar ese “que se vayan todos” no es porque fue campeón, sino porque el hincha vio que por fin llegó un DT de sus huestes que supo transmitir la pasión por luchar hasta el último minuto, porque la obligación de Colo-Colo no es sólo hacer buenos partidos, sino ser campeón.
Supo, además, pedir que llegaran al equipo algunos jugadores clave y cambiar el temple de otros que ya estaban, que no se hace sólo pidiendo que bajen de peso y corran más, sino que haciéndoles entender en qué institución están, mostrarles la historia, los logros del club y, quizás, hasta llevándolos al museo del club.
Y llegó la 30, luego de esas lamentables pellejerías de 4 años para el hincha albo.
Por eso, el fanático de todo tipo, desde el que va al estadio de cada fin de semana o el que lo sigue por televisión, sólo pide que esta vez sí los señores que compran y venden acciones o que negocian espacios publicitarios en la camiseta y el estadio, que licencian la marca y hacen buenos contratos con el CDF y marcas deportivas, se den cuenta que ante todo, este es un equipo de fútbol que siempre, cada temporada, se puso como meta ser campeón.
Y esta vez, no olviden también, que se juegan competencias internacionales.
Comentarios