Esta semana se discutirá en el Senado el Financiamiento de la Reconstrucción. En lo concreto, la ley enviada por el gobierno propone cambios en nuestro sistema tributario. ¿Con qué finalidad? Los que quieren que se apruebe sin discusión apelan a lo indiscutible: financiar la urgencia del terremoto, argumentando que los que se discuten esta ley estarían negando “la sal y el agua” para la gente damnificada. Otros dicen que lo que se busca es apelar astutamente al discurso de la urgencia para rebajar impuestos permanentes, o sea nos están pasando "gato por liebre”. Yo pienso que con esta ley estamos mezclando “peras con manzanas”.
La reconstrucción ha sido evaluada por el gobierno entre 8.000 y 8.500 millones de dólares y se espera conseguir por medio de este decreto aproximadamente un tercio del costo de la reconstrucción, el resto se conseguiría en préstamos en el mercado internacional (que Chile no tendría problemas en pedir), a través de la venta de activos del Estado, ahorro y crecimiento.
¿En qué consiste esta ley?
En primer lugar, promueve un mecanismo de donaciones que les permitiría a las empresas reducir impuestos en la medida que otorguen dinero al Estado focalizados para lugares damnificados. Este mecanismo margina como receptores de donaciones a las instituciones del tercer sector.
En segundo lugar la ley comprende el alza de impuestos a las grandes empresas en un 3% para el 2011 y en un 1.5% para el 2012. Cada punto porcentual es entre 200 y 300 MM anuales frescos para el gobierno.
En tercer lugar se promueve el aumento del royalty (el impuesto de 5% a las utilidades que tienen las mineras) y se compromete su invariabilidad hasta el año 2025.
Además, esta ley promueve la eliminación del impuesto a timbres y estampillas, y rebaja al impuesto de primera categoría por diversos mecanismos, entre otras medidas más.
Me parece central que podamos hoy contar con nuevos recursos destinados a potenciar un fuerte gasto fiscal en las zonas damnificadas para la reconstrucción, pero no podemos mezclar estas medidas orientadas a solucionar una contingencia con medidas que corresponden a una reforma tributaria que impacta en el largo plazo y que exige un profundo análisis de nuestro sistema tributario.
Evidentemente soy partidario del alza permanente de impuestos a las grandes empresas (¿quién no lo es?), pero estaría dispuesto a aceptar el alza transitoria por la emergencia bajo el compromiso de tener esta discusión en profundidad más adelante. Creo que se puede perfeccionar el proyecto de donaciones, pero me parece relevante que se haga rápido, y por ello sacrifico su idealidad.
Sin embargo, lo que no veo justificable es discutir el impuesto de timbres y estampillas, podré estar de acuerdo con la idea de suprimirlo, pero no tiene nada que ver con la reconstrucción y de plano comienza a desorientar este proyecto de ley. Lo mismo con la reducción del impuesto de primera categoría, ¿en qué aumenta directamente nuestros recursos fiscales con ello?. Y lo que me parece absolutamente bochornoso como chileno es que es que sin discusión alguna alarguemos la invariabilidad del royalty más de lo que ya se encuentra. ¿Qué tienen que ver estas últimas medidas con la reconstrucción?
Este es la piedra angular de la discusión, o más bien dicho, la piedra mal puesta. En esta ley se mezclan medidas orientadas al gasto de la reconstrucción con medidas tributarias de largo plazo y aquello produce desconcierto y complejiza el análisis. ¿Cómo pretende el actual gobierno que no se discuta una ley que compromete los recursos de los próximos 3 gobiernos? ¿Cómo pretende la oposición hacer una discusión sobre los tributos permanentes si hoy estamos en plena emergencia nacional y no hay tiempo para tal análisis?
Debemos ser capaces de separar la necesidad de tener con urgencia recursos para reconstruir de una discusión profunda acerca de nuestro débil sistema tributario. Si el ejecutivo, bajo la contingencia de la reconstrucción, pasa medidas tributarias de su programa de gobierno entonces es legítimo que se le acuse de pasar “gato por liebre” y más allá, de aprovecharse políticamente de las víctimas del terremoto. Si la oposición pretende hacer de ésta una reforma de todo el sistema tributario, entonces habrá caído en la trampa política y demorará algo que debe ser urgente.
La solución habría sido que el gobierno hubiera presentado únicamente el alza tributaria transitoria, la ley de donaciones y un alza voluntaria del royalty sin cambio en la invariabilidad del 2018; y, a cambio del apoyo a su ley, hubiera comprometido la gestión para que durante el 2010 y 2011 se lleve a cabo una discusión integral y ciudadana sobre nuestro sistema tributario para luego ser discutido y votado sin la premura de la emergencia.
Lamentablemente esto ya no se hizo, ¿se podrá corregir?, claro que es corregible, para eso está el Congreso y se requiere de su discusión. Prohibir, tensionar y engañar mediáticamente para que no se de esta discusión y no se separen aguas entre lo transitorio y lo permanente, es no creer en la democracia, y, más allá, no creer en los ciudadanos y ciudadanas que votamos por quienes nos representan.
(Esta es la sexta de siete entradas, a través de las cuales estoy analizando el discurso del 21 de Mayo. Las anteriores son "El placebo y la reconstrucción", "La Doctrina Piñera", "El cemento no basta", "El ranking del clasismo" y "Si la reconstrucción fuera una mediagua")
Comentarios
12 de junio
Me parece interesante lo que planteas, igual creo ya es hora de discutir una reforma tributaria. un aumento permanente de impuestos ha las grandes empresas. etc
sabes de alguna pagina para descargar el proyecto de ley . me interesa mucho leerlo comprenderlo, para poder emitir un juicio justo sobre el tema…..Gracias sebastian
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