De hecho, ya hay países desarrollados con altas tasas de desempleo, las que han llegado para quedarse, y que están forzando a implementar generosos subsidios de cesantía que han de financiarse con los mayores niveles de productividad alcanzados. Esto supone que los beneficios de esta mayor productividad son apropiados por la población en general, y no sólo capturados por los dueños del capital.
Mi tesis es que el desarrollo científico-tecnológico debiera conducirnos hacia un mundo con menos trabajo, o sin sus características actuales, esto es, remunerado, a tiempo completo. Admito que se trata de una tesis discutible.
Si bien hay fuerzas que nos dicen que cada vez hay más trabajo, también hay fuerzas en la dirección contraria. Entre las primeras destacan el mayor nivel de consumo por parte de la población, ya sea por un aumento en su ingreso per cápita, como por un consumo más allá de los ingresos vía un nivel de endeudamiento que en el pasado no era posible. Para facilitar este incremento en el consumo se liberalizó el horario del comercio establecido. Atrás quedaron los tiempos en que los fines de semana el comercio estaba cerrado, y durante la semana tenía un horario restringido, regulado. A ello se agrega la sofisticación y penetración que ha alcanzado la publicidad, con mensajes a la vena de los segmentos de mercado que se quiere capturar. Por último, la posibilidad de comprar “sin dinero”, con tarjetas bancarias o de casas comerciales, ha aumentado la velocidad de circulación del dinero. Todos estos han sido factores que han posibilitado multiplicar un nivel de actividad que ha permitido mantener a raya el nivel de desempleo, por debajo del 10% en tiempos de bonanza.
La creación de puestos de trabajo generada por este mayor nivel de actividad, ha logrado compensar la pérdida de empleos que el desarrollo tecnológico trae consigo. Mal que mal, este desarrollo apunta a que seamos más productivos, esto es, lograr producir más bienes/servicios en menos tiempo, y con menos recursos. Y entre estos recursos, estamos nosotros, el factor humano, los recursos humanos, las personas. Por tanto, la tendencia apunta a que trabajemos menos.
Por tanto, lo lógico es que por este camino, tengamos cada vez menos trabajo. Y no es malo que así sea si es que se logra romper la asociación bíblica bajo la cual hemos crecido, eso de que “te ganarás el pan con el sudor de tu frente”. En efecto, cada vez nos estamos ganando el pan con menos sudor, porque el esfuerzo manual está siendo reemplazado por el esfuerzo intelectual. Ya no tenemos empresas conformadas por miles de operarios. Éstos han sido reemplazados por máquinas, permaneciendo trabajando tan solo quienes piensan, dirigen, evalúan, organizan y proyectan, todas tareas de más alto nivel. Incluso algunas de estas tareas también se están sistematizando y automatizando.
De hecho, ya hay países desarrollados con altas tasas de desempleo, las que han llegado para quedarse, y que están forzando a implementar generosos subsidios de cesantía que han de financiarse con los mayores niveles de productividad alcanzados. Esto supone que los beneficios de esta mayor productividad son apropiados por la población en general, y no sólo capturados por los dueños del capital. Por tanto, la clave está en la distribución de estos beneficios. Si ellos logran ser distribuidos adecuadamente, podemos esperar tiempos mejores, con menos trabajo, mejores puestos laborales, con mayor disponibilidad de tiempo para el desarrollo del espíritu, de modo de encontrarle un sentido a la vida más allá del consumo, y así vivir sin mayor dependencia del dinero. Esto es ser auténticamente libres.
Claro que para ello, muchas cosas deben cambiar. Sin embargo, es posible ya que de nosotros depende.
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Foto: jornada.unam.mex
Comentarios
28 de agosto
En los días feriados también se trabaja, porque las personas que descansan van a ver una película, al museo, a un restoran, salen de fiesta, y las personas que trabajan en la industria del ocio, trabajan. Trabajan en hacer descansar a los demás, muchos nos dedicamos a las artes y se nos dice que «no trabajamos», eso es por un modelo de trabajo que no tiene nada que ver con la realidad. Si las personas hicieran lo que les gusta no sólo trabajarían mucho más, sino que lo harían mejor. Eso pasa en los países donde hay científicos o artistas o artesanos que trabajan duramente en lo que hacen, pero lo hacen porque les apasiona. Sin amor no hay trabajo que pueda hacerse bien, y eso vale hasta para la más técnica de las profesiones. Lo que hay que hacer también es procurar también es que las personas trabajen en lo que aman hacer, y no seguir con esta lógica perversa y economicamente ineficiente de «trabajar en lo que más te desagrade», tan propia de nuestro país.
+1
28 de agosto
El tema es justamente el que tratas, que para ganarnos la vida debamos realizar trabajos que no necesariamente son de nuestro agrado, porque son los que ofrece el mercado y/o los que paga el mercado. El progreso tiene sentido si logra romper esta asociación entre trabajo y remuneración, de modo que cada uno trabaje en lo que le gusta sin esperar más retribución que el placer que le produce realizar dicho trabajo. Entiendo que el desarrollo tiene que ver con esto, y que en caso contrario, lo que tenemos es cualquier cosa menos desarrollo.