Una vez más, la marea roja está causando estragos en el sur, afectando a gran cantidad de pescadores artesanales quienes ven reducidas las posibilidades de proveer el sustento a sus modestos hogares. Una vez más se pone sobre la mesa nuestra incapacidad para prevenir.
El fenómeno de la marea roja se expresa en una excesiva proliferación de microalgas, que en el caso nuestro se produce esporádicamente, asociado al fenómeno de El Niño, en los estuarios del sur. Rara vez llega al mar u océano. Esta vez sí llegó al Océano Pacífico.Si se comprueba que la causa del desastre ha sido el vertido de salmones en estado de putrefacción, una alternativa consiste en aplicar un impuesto o multa a las salmoneras, y el monto recaudado, distribuido entre las familias afectadas. El monto del impuesto debería calcularse en base a los ingresos que los pescadores están dejando de percibir.
La marea roja produce toxinas que afectan particularmente a nuestros apetecidos mariscos. Por lo general se visualiza como un fenómeno natural, sin embargo, en este caso coincidió con el vertido al océano por parte de la industria salmonera de miles de toneladas de salmones en estado de descomposición por detectarse la presencia de elementos tóxicos en ellos.
Esta coincidencia abrió la sospecha, como denuncian los pescadores, de que la muerte de los mariscos tenga su origen en la contaminación generada por la acción de las salmoneras, antes que por la marea roja y/o el calentamiento global. Este último factor sería la tesis sostenida por “los expertos”.
Cualquiera sea el caso, estaríamos frente a una externalidad negativa, la que se caracteriza porque una actividad realizada por una persona, conjunto de personas, o una empresa, genera costos en terceros y no en quienes realizan la actividad. Ahora, los platos rotos, los costos los están pagando los pescadores que se ven privados de los recursos del mar de los cuales viven, por una acción que podría estar siendo causada por la industria salmonera y/o el calentamiento global originado por el modelo de desarrollo del ser humano.
En economía, cuando una actividad genera beneficios que van más allá de quienes la desencadenan, se dice que se produce una externalidad positiva. Por lo general para alentar la producción de bienes/servicios que dan origen a esta externalidad se le aplica un subsidio; por el contrario, a quienes producen “males”, esto es, bienes/servicios que producen perjuicios en terceros, se les aplican impuestos. En un caso para alentar, en el otro para desalentar la producción.
Si se comprueba que la causa del desastre ha sido el vertido de salmones en estado de putrefacción, una alternativa consiste en aplicar un impuesto o multa a las salmoneras, y el monto recaudado, distribuido entre las familias afectadas. El monto del impuesto debería calcularse en base a los ingresos que los pescadores están dejando de percibir.
Lamentablemente, una vez más, lo más probable que ocurra, y que de hecho parece estar ocurriendo, es que el Estado otorgue unos bonos a los pescadores, al amparo de autoridades fiscalizadoras incapaces, o inhibidas de ejercer sus funciones para prevenir algo que sabemos que viene de tiempo en tiempo cada vez más frecuentemente. Nada nuevo bajo el sol.
Comentarios
09 de mayo
Tal como dice el autor, existe una incapacidad de prevenir.
Por el lado de los pescadores, que no ahorran, no toman seguros, no diversifican su labor o de frentón se reinventan en una actividad menos riesgosa y lucrativa.
Por el lado de las autoridades técnicas que no preveen las externalidades negativas de autorizar una actividad como la de criar y producir salmones.
Y del lado de las autoridades políticas que no preveen que a los pescadores hay que apoyarlos técnicamente en modernizar su actividad y emprendimiento, y eventualmente apoyarlos en dar el paso a la reconversión gradual. Estas autoridades tampoco avizoran que al mandar mensajes ambiguos y débiles en el manejo de estas situaciones (así como también en isla de Pascua, y con los Mapuches) se está promoviendo que grupos de ciudadanos más avispados que otros, se suban por el chorro con sus exígencias.
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