No sabemos en este momento cómo va a terminar el incidente de la alcaldía de La Florida. Bueno, en realidad lo sabemos: mal.
Pésimo, si prefieren. Antes de comentar los hechos, pongamos algunas ideas en común. Digo que terminará mal porque no hay vencedores en este episodio, sólo perdedores.
Perder una alcaldía es para la Concertación una grave merma. Tratándose, como se trata, de una de las comunas más grandes del país, no estamos hablando de minucias. Sobre todo, cuando nadie comprende bien por qué se ha producido este desaguisado. La salud del señor Alcalde puede ser una razón valedera para renunciar como Dios manda. De frente, con el más elemental de los deberes cívicos cumplido. Una simple llamada telefónica: – Osvaldo, tengo que hablar contigo, tengo un problema. En cambio, su renuncia más parece una fuga. Entre gallos y medianoche, a hurtadillas, sin notificar antes a su propio partido. Podemos tener gran simpatía por el alcalde actor, pero esta actitud parece inaceptable. Con el debido y oportuno aviso, las cosas sin duda se habrían dado de otra manera.
Para qué vamos a mencionar a los personajes secundarios de este drama. Un diputado cuyas supuestas actitudes caudillescas son citadas por el protagonista como razón de su propio desacierto no da fiel testimonio de sabiduría política con su silencio posterior. Por último, una concejala que súbitamente cambia de color político comprometiendo su voto por un candidato de un partido de signo contrario, resulta, cuando menos, sospechosa de cohecho.
Por la vereda del frente, que a primera vista pareciera ser la parte vencedora, las cosas no lucen mejor. El probable futuro alcalde exhibe de pronto su amplio prontuario en DICOM, como también, su frágil prestigio político como agente electoral y acusado de contratar a delincuentes para destrozar la sede de su “aliada”. Se desata una guerrilla de declaraciones tóxicas y se amenaza con rupturas políticas que luego son remendadas con parches cuya solidez no convence a nadie. Si se produce, su victoria será pírrica. Unos y otros concederán que para quien maneja con tal torpeza sus finanzas personales, la correcta administración de fondos municipales representará una misión casi imposible. Como la del gato cuidando los chorizos, si se me permite el uso de esta imagen popular.
Termine como termine, el incidente de La Florida deja el resabio de una derrota de la actividad política toda. Si hay alguien que asoma como ganador es aquél que lleva demasiado tiempo ya diciendo que todos los políticos son deshonestos y que la acción política es, además de inútil y vaga, corrupta.
Se cumple entonces, con la fatal cooperación de todos, la profecía de que nuestra política es un desastre, que da lo mismo por quién votamos, que la discusión es vana y supérflua y que debemos, en consecuencia, resignarnos a ser sujetos pasivos del diseño que otros hacen de nuestros derechos y obligaciones.
Si algo, remotamente pueda ser considerado positivo en este cuadro vergonzoso, es la posibilidad que algunos entendamos que este tipo de situaciones no deben repetirse, que estamos cometiendo un verdadero suicidio polìtico. Aún el lado que en esta ocasión saldrá beneficiado cae en términos absolutos, como lo haría una persona que asciende por una escalera desde la bodega hacia la cubierta de un barco. Y que no se ha dado cuenta de que la nave se está hundiendo.
Comentarios
15 de marzo
He vivido desde 1992 en La Florida, y con el psar de los años he podido darme cuenta como la comuna se va marchitando cada día más, en el sentido de su calidad de vida (tranquilidad, medio ambiente, seguridad, entre otros). Desde que la alcaldía era un bastión DC, luego UDI, y luego con Gajardo, solo he visto un desmedro en la gestión municipal. Absolutamente ninguno de ellos lo hizo bien. El tener que vivir con la basura en las calles, la notable despreocupación por las áreas verdes, siendo casi cero (algún parque que exista en la comuna?, ninguno) su nivel en una comuna que lleva un nombre que no se refleja con su realidad. Al señor columnista le diría que una gestión municipal no pasa por los cuoteos políticos, que han demostrado su absoluta inoperancia, sea del lado que sea. Además, según pude leer en diversos medios, Gajardo nunca vió como un sistema político la gestión municipal, cosa que está bien, pero nunca supo hacer una gestión municipal, parte por bloqueo de su ahora ex partido (Montes y sus esbirros) como de su inexperiencia para un cargo como este. Señor columnista, el enfoque político que usted pone en su columna NO HA LLEVADO A NINGUNA PARTE a La Florida, que ya ni siquiera le alcanza para estar marchita, porque de áreas verdes, cero.
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15 de marzo
Estimado
Concuerdo con muchas de las observaciones que Ud. hace. En verdad, en ningún momento he defendido ni atacado a ninguno de los alcaldes.
He expresado una visión política del problema en el sentido amplio de la palabra.
¿ Cómo elegimos los candidatos?
¿Con que criterio votamos?
¿Cómo fiscalizamos?
¿Cuáles son los medios disponibles de los ciudadanos para participar?
Observará Ud. que en mi columna no destaco positivamente a ninguno de los
participantes de esta tragicomedia.
En eso, estoy seguro, estaremos de acuerdo.
Gracias por su opinión. El hecho de expresarla indica que Ud. sí tiene el interés en participar que a tantos les falta.
Le saludo atentamente
P. Staiger